Considerando las graves amenazas que pesan sobre nuestro planeta y sobre nosotros mismos,
Considerando la tiranía infligida cotidianamente a miles de millones de entre nosotros por el efecto devastador de la pobreza extrema,
Considerando el hecho de que nuestros Estados y gobiernos a menudo no tienen ni la capacidad ni la voluntad de colaborar conjuntamente para resolver de manera satisfactoria y en los tiempos requeridos esos peligros que amenazan a nuestro planeta y a nosotros mismos,
Considerando el hecho de que la Organización de las Naciones Unidas y los organismos que de ella derivan o le están vinculados no siempre disponen de los medios financieros, materiales y políticos suficientes para enfrentar esas amenazas de manera adecuada o erradicarlas,
Considerando el hecho de que los organismos financieros internacionales, Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial, así como también las corporaciones transnacionales, no sólo son incapaces de resolver las crisis sino que son también sus primeros responsables,
Nosotros, los pueblos de África, América, Asia, Europa y Oceanía proclamamos,
para nuestro planeta entero y para aquéllos y aquéllas que lo habitan, que nuestra Tierra es nuestra Madre-Tierra y que el Universo es nuestra Patria,
Que la pobreza de unos es la pobreza de todos,
Que la humillación de unos es la humillación de todos,
Que el miedo de unos es el miedo de todos,
Que la esclavitud de unos es la esclavitud de todos,
Que formamos un mosaico de pueblos Libres, responsables y solidarios,
Que en su extrema diversidad y su magnífica pluralidad son indivisibles, a pesar de las escisiones creadas y alimentadas por los resentimientos inducidos por la historia, por la separación a menudo artificial de las fronteras estatales y por las injusticias y desigualdades que aquejan a algunos países más que a otros, a algunas regiones más que a otras, a algunas comunidades más que a otras, a algunos individuos más que a otros,
Que están persuadidos de que su futuro próximo y lejano radica en la superación de todos esos obstáculos nacidos de una larga historia de guerras y conflictos que debe terminar por fin, mientras se abre otro capítulo de la gran aventura humana, tan excitante y lleno de esperanza como inquietante, por la magnitud de lo que está en juego y por las incertidumbres que conlleva.
Proclamamos que obraremos y lucharemos sin descanso para:
Que todos los hombres y mujeres sean iguales en derecho, sin distinción de raza, color, sexo, origen o nacionalidad,
Que todos los hombres y mujeres gocen desde el comienzo de la misma igualdad de oportunidades,
Que todos los hombres y mujeres puedan practicar su religión y sus creencias, incluida la de no tener creencias, en total libertad,
Que todos los hombres y mujeres puedan expresar sus opiniones en total libertad, y esto en cualquier sitio del planeta,
Que todos los hombres y mujeres accedan a las riquezas y recursos de nuestro planeta, independientemente de su lugar de nacimiento o de residencia o del lugar de donde provengan dichas riquezas y recursos,
Que todos los hombres y mujeres puedan acceder a un sistema de educación digno de ese nombre para todos sus hijos,
Que todos los hombres y mujeres accedan rápidamente a un sistema de salud abordable y adaptado al estado de salud de cada uno,
Que todos los hombres y mujeres puedan tener acceso al agua necesaria para su supervivencia, su salud y su bienestar,
Que todos los hombres y mujeres puedan organizarse en asociación y participar de la vida política de su pueblo, de su país o de su región,
Que todos los hombres y mujeres tengan derecho a un sistema judicial que ponga en pie de igualdad a todos los ciudadanos del mundo, cualquiera que fuera su lugar de origen,
Que todos los hombres y mujeres dispongan del derecho inalienable de circular por cualquier lugar del mundo sin distinción de nacionalidad,
Que todos los hombres y mujeres dispongan de un empleo en relación con sus cualificaciones, en todas partes del mundo y cualquiera que fuera su lugar de nacimiento,
Que todos los hombres y mujeres puedan vivir en la dignidad y el respeto, en la seguridad y el confort, en la alegría y según su concepción de la felicidad,
Que se utilicen por fin todos los recursos humanos, energéticos y financieros necesarios para que la pobreza sea erradicada y podamos construir juntos y con serenidad nuestro futuro común.
Por último, es deber de todos, en un espíritu de solidaridad y responsabilidad, actuar de forma tal que estos derechos sean accesibles y respetados de manera indivisible.
Que uno solo de entre nosotros sea excluido y toda la humanidad será ultrajada.
¡Los pueblos, unidos, deben gobernar el mundo!
Así pues, lucharemos todos juntos, codo con codo, hasta que caigan los últimos obstáculos para nuestra emancipación y hasta que podamos vivir en armonía con nuestra Madre-Tierra, en toda dignidad y en total libertad.
Pueblos de la Tierra, hemos estado divididos demasiado tiempo.
Ha llegado la hora de abrir las grandes avenidas de una humanidad emancipada.