En estos días de crisis por el coronavirus Covid-19 estamos aprendiendo lo que significa aplanar la curva. Aunque parezca que los conocimientos son importantes, lo que de verdad nos hace avanzar es lo que aprendemos mediante la práctica y la experiencia.
En el contexto actual de crisis sanitaria, el aprendizaje fruto de la experiencia nos permite descubrir qué hacer con el conocimiento teórico que adquirimos, y además, cuanto más experimentamos, más podemos aprender.
Es difícil estimar cuánto estamos experimentando en este momento y qué estamos aprendiendo como resultado de estar aislados del resto de la sociedad.
Como pensar en el bien común al tiempo que protegemos nuestro propio bienestar e interés propio.
Como ver un problema simultáneamente a distintas escalas: personal, comunitaria, nacional y global.
Lo que es ser parte de un problema que ninguno de nosotros puede controlar, incluido el gobierno al más alto nivel, pero que no se puede remediar sin que todos participemos.
Se ha escrito bastante sobre lo que significa esta pandemia de coronavirus para el cambio climático y cómo miles de millones de acciones individuales afectan los problemas globales y sus soluciones, o la importancia de escuchar a científicos y expertos en lugar de populistas y tertulianos.
Estamos sufriendo en nuestras carnes la temible propagación de enfermedades cuando se dan las condiciones adecuadas.
Estamos aprendiendo lo que significa ser resistente frente al cese de actividad generalizado.
Estamos aprendiendo a vivir con una amenaza cierta mientras mantenemos nuestras vidas a salvo y preparadas para el día en que todo haya pasado.
Y, en medio de todo eso, estamos aprendiendo sobre lo que significa aplanar la curva.
Podemos suponer, y no vamos desencaminados, que esta pandemia no es más que un ensayo general de una vida en un mundo que cambia, principalmente, por efectos de la emergencia climática que tenemos en ciernes.
Lejos de fijarnos solo en la fatalidad, tenemos a nuestro alcance encontrar inspiración y aprender sobre cómo tomar medidas tempranas y coordinadas sobre un problema global y catastrófico para poder mitigar y adaptarnos a sus peores impactos.
Se han hecho populares los gráficos en los que se muestra la famosa curva de contagios, recuperaciones y fallecimientos por el coronavirus, y creemos que es ahora el momento de reutilizar este planteamiento para ilustrar el problema del cambio climático y cómo podemos reaccionar los distintos agentes involucrados (sanitarios, científicos, personal esencial, políticos, y comunidad) para abordar la crisis climática de una manera sostenida y ordenada.
La idea primordial que trasciende de la ilustración de esta curva es que debemos actuar ahora o nunca.
Si es así, ¿podemos extender este concepto de aplanar la curva al cambio climático?¿Podemos hacer que sea entendido y aceptado como lo ha sido en el caso del Covid-19?
Se nos ocurren varias razones por las cuales aplanar la curva climática puede ser un marco de trabajo útilsobre el que se tiene que continuar trabajando:
- Es fácil de entender, especialmente después de la experiencia de la actual pandemia: cuanto más podamos controlar lo incontrolable, mejor podremos adaptarnos y resistir sus envites.
- Demuestra que es posible compartir una experiencia, algo en lo que todos podemos trabajar para abordar la crisis.
- Es medible ya que podemos rastrear en cualquier momento las acciones para determinar si nos estamos moviendo lo suficientemente lejos y lo suficientemente rápido.
- Crea un paraguas para una amplia gama de soluciones, desde hábitos personales y cambios de políticas, hasta tecnologías disruptivas y nuevos sistemas económicos.
- Afecta a todos los sectores empresariales y de actividad, dejándonos a nosotros determinar, individual y colectivamente, lo que hay que hacer en cada momento.
- Sugiere que nosotros, cada familia, vecindario y comunidad, necesitamos tener un plan para abordar varios escenarios y estar listos para ponerlo en marcha.
- Deja en claro que una acción temprana y decidida aliviará en gran medida los problemas posteriores.
A pesar de que encontramos similitudes entre esta crisis del coronavirus y la crisis motivada por el cambio climático, también existen diferencias.
La pandemia fue repentina y será temporal: aparentemente salió de la nada y eventualmente continuará, aunque muchas cosas sin duda serán diferentes después que antes.
Con el clima, todos sabemos (aunque algunos miran para otro lado) que los impactos ya están aquí. Y aunque la llegada de estos impactos serán graduales en el tiempo, llegará un punto en que se volverán severos y persistentes.
Como hemos comentado en otras ocasiones, el efecto del uso del término emergencia o crisis se diluye en el tiempo conforme se ve que se van solucionando algunos de los impactos que sufrimos, además de que otros problemas que están por llegar se perciben como lejanos.
También es posible que quedemos tan hartos de los inconvenientes recientes (confinamiento, distanciamiento social, acopio de víveres y suministros …) que otra situación de aplanar la curva podría provocar cierto rechazo y hostilidad.
En unos días en los que acabamos de celebrar el 50º aniversario del Día de la Tierra, quizás lo último que queremos oír es que después de vencer al coronavirus nos tenemos que enrolar en otra guerra que, muy probablemente, será de mayores dimensiones.
Aún así, debemos insistir en que es necesario aprovechar en la medida de lo posible esta experiencia compartida y que ha requerido tanto sacrificio.
Desgraciadamente, aunque disponemos de información científica que nos ayuda a comprender el problema climático, creemos que estamos lejos de comunicar de una manera efectiva la realidad de la crisis climática, abundando todavía falsos mitos y desinformación que dificultan la involucración de todos en este escenario de emergencia por el clima.
Y tu, ¿piensas que podemos aplanar la curva del cambio climático?
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