En las profundidades del océano se libra una batalla invisible contra el cambio climático. No la protagonizan gobiernos, ni científicos, ni grandes empresas tecnológicas, sino el zooplancton: una comunidad de diminutos animales marinos que, silenciosamente, están ayudando a reducir el dióxido de carbono de la atmósfera.
En primavera, estas criaturas se alimentan intensamente de fitoplancton —pequeñas algas que absorben CO₂ mediante la fotosíntesis— y, tras saciarse, descienden cientos de metros hasta las zonas oscuras del océano, llevando consigo el carbono ingerido. Ese carbono puede permanecer allí durante siglos, fuera del alcance del ciclo atmosférico.
Este fenómeno es conocido como “bomba biológica”, un proceso natural que permite a los océanos actuar como uno de los mayores sumideros de carbono del planeta. Su eficiencia depende en buena parte del comportamiento del zooplancton y de otros organismos marinos que participan en este ciclo.
Un reportaje reciente de BBC Mundo, que recoge una nueva investigación china publicada en la Revista Limnology and Oceanography, resalta este papel crucial, al tiempo que advierte que el calentamiento global está alterando las condiciones marinas. Cambios de temperatura, acidificación del agua y pérdida de biodiversidad amenazan con desestabilizar este frágil equilibrio.
Podríamos perder uno de los mecanismos más efectivos que tiene la Tierra para enfriar su propia atmósfera”
“Son los héroes no reconocidos del océano”, afirman investigadores del Marine Biological Association del Reino Unido. “Si disminuye la eficiencia de esta bomba natural, podríamos perder uno de los mecanismos más efectivos que tiene la Tierra para enfriar su propia atmósfera”.
En un momento en que se multiplican los esfuerzos para capturar carbono con tecnología, el océano recuerda que la solución más antigua y efectiva podría estar ya en marcha —aunque mida apenas unos milímetros y viva a oscuras.
Plancton
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