5 de mayo de 2021

Descubren nuevas especies de algas en un glaciar de Ecuador

 El hallazgo fue realizado por un equipo de la Universidad Internacional SEK (UISEK) en Quito en colaboración con la Universidad de León, que investiga desde 2016 vertientes hídricas y glaciares mediante la utilización de diatomeas, unas algas microscópicas que tienen una estructura de sílice y esqueleto de cristal, consideras buenos indicadores de la calidad del agua.

Denominado “Índice biótico de la calidad del agua para el Ecuador utilizando diatomeas como bioindicadores“, el estudio es pionero en el país por el empleo de estos indicadores en los glaciares, explica la responsable de la investigación, Susana Chamorro, docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Ambientales de la UISEK.

“Queríamos saber qué está pasando en los glaciares de Ecuador trabajando con crioconitas, que son como lagunas que se forman dentro de los glaciares”, explica a Efe la investigadora.

Glaciares y vida 

Los glaciares juegan un papel fundamental para el abastecimiento de agua al país y la macrocuenca amazónica.

Están expuestos a numerosos agentes contaminantes como depósitos de polvo, generalmente volcánico, que se acumulan transformándose a causa de la elevada radiación en pequeñas lagunas conocidas como crioconitas, en cuyo sedimento crecen esas algas unicelulares.

Estudios sobre glaciares en la Antártida han revelado que esos sedimentos aceleran el deshielo de los glaciares, lo que llevó a los investigadores a indagar si esas condiciones también se daban en los siete grandes de Ecuador, una de las principales hipótesis de la investigación.

La bibliografía conocida sobre glaciares apunta a que en condiciones extremas no suele haber mucha vida en los glaciares, algo que ha refutado la investigación en Ecuador.

“Nosotros hemos roto ese paradigma, en nuestros glaciares hay vida, pero más de la que se encuentra en otras condiciones naturales o ecosistemas parecidos”, refiere Chamorro.

De momento, en el volcán Antisana, de 5.700 metros, se han localizado “nuevas especies de diatomeas para la ciencia, no solo para Ecuador“, apostilló la investigadora jefa del estudio.

Ecosistemas desconocidos

Ubicado en la cordillera Real de Ecuador, es un volcán potencialmente activo y ha sido el primero en el que se han hallado nuevas especies de algas, cuya descripción aparecerá en una publicación de próxima difusión científica.

El equipo también está analizando el volcán Cotopaxi, de casi 5.900 metros, exploración aún en proceso pero que arroja ya diferentes componentes.

Son ecosistemas que no han sido estudiados, y por ende, vamos a encontrar nuevas especies“, avanza la científica al subrayar la especificidad de unos glaciares con características únicas por encontrarse en el trópico y donde no hay una estacionalidad marcada.

Ecuador cuenta con siete coberturas glaciares: Antisana, Cotopaxi, Chimborazo, Cayambe, los Ilinizas (norte y sur), El Altar y el Carihuairazo, todos ellos ubicados en cráteres volcánicos que se ven afectados por el efecto invernadero. 

La aspiración de los investigadores es estudiar los siete y concluir en 2023 con un estudio que pueda brindar una herramienta para los gestores del agua en el país.

¿Por qué de derriten los glaciares?

Otra línea es determinar si la presencia de las crioconitas, esas lagunas originadas por la acumulación de sedimentos arrastrados por los vientos, colaboran a fundir los glaciares.

Es necesario conocer cada uno de los nevados para saber qué papel juegan las crioconitas, si existe alguna relación entre la radiación, el cambio climático y los glaciares“, concluye.

Entretanto, el polvo que han encontrado en esas lagunas glaciares es mayormente de origen volcánico y grueso, lo que no ha impedido la presencia de nuevas especies.

Entre las diatomeas encontradas en el Antisana han llamado la atención de los científicos unas propias de mares oceánicos, localizadas en un ecosistema de agua dulce y de forma abundante.

Una de las hipótesis -precisa Chamorro- es que los vientos procedentes de la costa o de la Amazonía hayan propiciado la aparición de esta forma de vida en lo alto del nevado, puesto que las muestras arrojan la existencia de más de mil individuos de diatomeas. EFEverde

La bioeconomía, una apuesta segura para la recuperación

 

Se podrían invertir más de 10.000 millones de euros en modelos productivos  basados en la bioeconomía a lo largo de esta década, lo cual permitiría  contribuir sustancialmente a los objetivos de las políticas medioambientales, energéticas, transporte sostenible, economía circular, reindustrialización, reto demográfico y transición justa. Senasa, Naturgy, Repsol, Ence, Univ. Almería, Instituto de la Grasa (CSIC) y  Urbaser proponen modelos productivos sostenibles y socioeconómicamente  tractores basados en la biomasa para descarbonizar la aviación, generar  biometano de forma distribuida, integrar bioprocesos en refinerías, generar bioenergía y bioproductos a partir de biomasa forestal, producir microalgas,  aprovechar integralmente los subproductos del olivar y desarrollar  biorrefinerías de residuos urbanos.

La bioeconomía podrá jugar un papel fundamental en el  Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno ya que cuenta con  una enorme capacidad para generar valor añadido medioambiental, socioeconómico,  energético e industrial en los territorios. Así lo ha manifestado la coordinadora de  BIOPLAT Margarita de Gregorio en un webinar organizado por la misma organización  este martes 27 de abril sobre los modelos productivos sostenibles basados en la  biomasa.  

“Se podrían invertir más de 10.000 millones de euros en modelos productivos basados  en la bioeconomía a lo largo de esta década, lo cual permitiría contribuir  sustancialmente a los objetivos de las políticas medioambientales, energéticas,  economía circular, reindustrialización, reto demográfico y transición justa”, ha  expresado De Gregorio, quién, a su vez, ha lamentado la infrautilización de todo tipo de  recursos biomásicos en España pese a ser una de las potencias europeas. “Contamos  con una superficie forestal de 27.664.674 hectáreas (57% del total) y somos el primer  productor mundial de aceite de oliva y el primer productor europeo de ganado  porcino”, ha señalado. 

Y es que la masa crítica, la necesidad y la oportunidad para desarrollar e implementar  la bioeconomía en los territorios existe, solo que hacen falta directrices y políticas que  apoyen su implementación. “La biomasa y la bioeconomía no fallan, son una apuesta  segura para España porque inducen valiosos impactos en los territorios”, ha asegurado  la coordinadora de BIOPLAT. 

El encuentro ha abarcado todo el sector de la bioeconomía, desde los biocombustibles  para la aviación hasta las biorrefinerías, pasando por la gestión de la materia orgánica  de los residuos y la producción de microalgas. 

En la actualidad, uno de los objetivos principales del sector de la aviación es la  descarbonización, que se podría lograr gracias a los SAF o combustibles sostenibles.  Estos “reducirían las emisiones entre un 65% y un 85%”, tal y como ha apuntado Daniel  Brousse, técnico experto de Senasa. Además, ha remarcado que la situación actual  para el desarrollo de este tipo de combustibles es bastante favorable: “En el artículo 11  de la Ley Climática de España se hace referencia a los combustibles sostenibles y a nivel  europeo se está llevando a cabo la iniciativa REFUELEU, que pretende establecer el  marco para la implantación de un objetivo de SAF anual”. 

Por su parte, Juan Carlos Bernal, del proyecto Biometano de Naturgy, ha señalado que  “los gases renovables son vectores necesarios para cumplir con los objetivos  climáticos». Es más, tal y como ha revelado, “el potencial total de producción de gas  renovable puede llegar a representar un 57% de la demanda total de gas natural».  

El objetivo de cero emisiones netas que persiguen tanto la Comisión Europea como el  Gobierno español con la reciente aprobación de la Ley de Cambio Climática es un  compromiso que han adquirido empresas del sector como es el caso de Repsol, que  ha logrado ser la primera petrolera del mundo en asumir este reto para 2050. Según  Rubén Miravalles, del equipo Technology & Corporate Venturing de la compañía, es  “fundamental integrar los bioprocesos en refinerías convencionales” para alcanzar  dicho objetivo. Eso sí, ve necesario el establecimiento de colaboraciones de  asociaciones y empresas. 

La biomasa, eje de la bioeconomía  

Como ya ha mencionado Margarita de Gregorio en su intervención, España es un país  rico en biomasa forestal y Ence, Energía y Celulosa, trabaja para transformarla en  bioenergía y bioproductos. “Utilizamos la madera para transformarla en productos  biodegradables y reciclables, contribuyendo a la gestión sostenible del monte, la  reducción de incendios y la fijación de empleo rural”, ha comentado Inés Díaz del Río,  encargada de las Relaciones Institucionales de la compañía. La ponente ha incidido en  la necesidad de reorientar el modelo productivo hacia uno más circular para  aprovechar al máximo los subproductos generados durante el proceso de conversión.  

En cuanto a las biomasas agrícolas, se encuentran las microalgas, “un sector en plena  expansión”, según Gabriel Acién. El catedrático de la Universidad de Almería ha  indicado que parte del crecimiento se debe a la aceptación de los consumidores ya  que «todo el mundo considera a las algas seguras, verdes y sostenibles». 

Sostenible es también el aprovechamiento íntegro de los subproductos del olivar.  Guillermo Rodríguez, del Instituto de la Grasa (CSIC), entidad referente en el sector del  aceite de oliva y de la aceituna de mesa, ha hablado sobre el potencial de estos  subproductos y de las oportunidades que ofrecen, así como de la necesidad de  «establecer sinergias entre procesos para disminuir al máximo los residuos que se  generan en la biorrefinería”, un nuevo concepto de refinería que, en vez de utilizar  combustibles fósiles como materia prima, emplea biomasa.

En Urbaser están trabajando en un nuevo modelo de biorrefinería para gestionar los  residuos sólidos urbanos de la manera más integral y sostenible posible. “El nuevo  modelo permite cerrar el ciclo de los materiales, contribuyendo a conseguir el vertido  cero, convirtiendo los residuos en productos de valor añadido y aumentando los  ingresos”, ha apuntado Natalia Alfaro, que ha concluido la jornada indicando que “el  nuevo modelo de biorrefinería es la solución a futuro para la gestión de los residuos  orgánicos municipales”. 

España es el tercer país europeo en recursos absolutos de biomasa, por lo que las  directrices y las políticas palanca del Plan de Recuperación, Transformación y  Resiliencia deberían contar con estos modelos para impulsar la bioeconomía y los  valiosos impactos positivos que induce. Sin duda, esta será una apuesta segura para la  recuperación de los territorios. 

¿Qué es la huella ecológica?

 La huella ecológica se ha consolidado como indicador de sostenibilidad a nivel internacional.

Conoce lo que es la huella ecológica

En el contexto económico, existe desde hace tiempo un indicador aceptado y utilizado mundialmente: el Producto Interior Bruto (PIB).

Sin embargo, frente los nuevos desafíos que se nos presentan, necesitamos completar la información que ofrece el PIB para poder diseñar políticas equilibradas que reflejen nuestro compromiso con medio ambiente y el bienestar social.

Este indicador biofísico de sostenibilidad integra el conjunto de impactos que ejerce una comunidad humana sobre su entorno, considerando tantos los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de consumo de la comunidad.

La huella ecológica se define como el total de superficie ecológicamente productiva necesaria para producir los recursos consumidos por un ciudadano medio de una determinada comunidad humana, así como la necesaria para absorber los residuos que genera, independientemente de la localización de estas superficies.

En palabras de los creadores del concepto, William Rees y Mathis Wackernagel, la huella ecológica se corresponde con el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistema acuático) necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área.

Es fácil constatar nuestra responsabilidad en la contaminación del Planeta y en el agotamiento constante y progresivo de los recursos naturales. Este indicador tiene como objetivo, por tanto, evaluar el impacto sobre la Tierra de un determinado modelo o forma de vida y, consecuentemente, su grado de sostenibilidad. 

La filosofía de cálculo de la huella ecológica parte de los siguientes aspectos:

  • Para producir cualquier bien o servicio, independientemente del tipo de tecnología utilizada, se necesita un flujo de materiales y de energía, provenientes, en última instancia, de sistemas ecológicos o del flujo de energía directa del Sol en sus diferentes manifestaciones.
  • Se necesitan sistemas ecológicos para absorber los residuos generados durante el proceso de producción y el uso de los productos finales.
  • El espacio es también ocupado con infraestructuras, viviendas, equipamientos … reduciendo así las superficies de ecosistemas productivos.

Aunque este indicador integra múltiples impactos, hay que tener en cuenta entre otros, los siguientes aspectos que subestiman el impacto ambiental real:

  • No quedan contabilizados algunos impactos, especialmente de carácter cualitativo, como son las contaminaciones del suelo, del agua, y la atmosférica (a excepción del CO2), la erosión, la pérdida de biodiversidad o la degradación del paisaje.
  • Se asume que las prácticas en los sectores agrícola, ganadero y forestal son sostenibles, es decir, que la productividad del suelo no disminuye con el tiempo.
  • No se tiene en consideración el impacto asociado al uso del agua, a excepción de la ocupación directa del suelo por embalses e infraestructuras hidráulicas y la energía asociada a la gestión del ciclo del agua.
  • Como criterio general se procura no contabilizar aquellos aspectos para los que existan dudas sobre la calidad del cálculo. A este respecto, también se tiende siempre a elegir la opción más prudente a la hora de obtener resultados.

La huella ecológica es más evidente en las grandes ciudades occidentales

A modo orientativo podemos indicar que el 20% de la población que vive en ciudades ricas consume más del 60% del PIB mundial.

Esto deja en evidencia que el insostenible estilo de vida de los países desarrollados no puede extenderse al resto del Planeta, pues no habría recursos para todos. La vía para el desarrollo de una economía mundial sostenible pasa por la reducción del consumo y el ejercicio de un consumo responsable en muchos países.

Otro concepto complementario es el de biocapacidad de un territorio que se define como la superficie biológicamente productiva (cultivos, pastos, mar productivo o bosques) disponible.

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La diferencia entre la huella ecológica (demanda de recursos) y la biocapacidad (recursos disponibles) se define como déficit ecológico.

Huella ecológica mundial del año 2007

Próximamente trataremos en ecointeligencia cómo podemos calcular nuestra propia huella ecológica.

Si te interesa este concepto, también te resultará interesante:

Aquí os dejamos una presentación que ayuda a resumir lo que es la huella ecológica:

 

¿Qué es la huella ecológica? de Canva Presentations

Para dar más pistas sobre este concepto indispensable, la huella ecológica, os dejamos este vídeo:

¡Términos y definiciones indispensables para avanzar en un estilo de vida sostenible!

¿En qué consiste la jerarquía multi-R?

 

La jerarquía multi-R tiene su papel en la economía circular
Quizás te suene a nuevo, pero está con nosotros desde hace algún tiempo, y puedes encontrar que se alude a él como regla multierre o regla de las erres¿Sabes ya de lo que hablamos? Seguro que si 🙂
Si partimos de la famosa Regla de las tres erres de la ecología, con su Reducir, Reciclar y Reutilizar, conforme avanzamos en nuestro estilo de vida sosteniblese nos van uniendo más erres a nuestro punto de partida inicial.
A éstas, Bea Johnson y su Zero Waste Home le añaden otras 2 erres: en primer lugar, se incorpora Rechazar, y en última instancia, Compostar (Rot, en inglés).
Si además incorporamos lo que nos puede aportar la economía colaborativa en nuestra búsqueda de la sostenibilidad, vamos a incorporar otras 2 erres. ¡Y ya son 7 las erres que tenemos!
La primera erre que queremos añadir es la de Reparar, que la identificamos con el Hazlo tú mismo (Do It Yourself, DIY) y alentada por diversos movimientos ciudadanos que ya hemos tratado como pueden ser los Makers.
La impresión 3D viene a revolucionar la producción y la logística
Esta erre incorpora el placer por fabricar nuestros propios objetos, o arreglarlos para rebelarnos así contra la obsolescencia programada, alargando la vida de los productos, ahorrando dinero y, de paso, beneficiando al medio ambiente.
Y la segunda erre que añadimos es de Redistribuir, donde pasamos los productos y bienes que ya no usamos a alguien que le puedan ser de utilidad.
Uno de los tipos de consumo colaborativo es el mercado de redistribución, que básicamente se trata de hacer llegar bienes usados de donde ya no se necesitan hacia algún lugar o persona que sí los necesita.

Internet ha conseguido que sea muy fácil vender, hacer trueques o regalar lo que ya no nos sirve

Algunos ejemplos pueden ser gratuitos (NoLoTiro.org), en otros se intercambian (Grownies.com, para ropa de niños) o se venden (eBay o Wallapop).
Para los más puristas, estas 2 erres que incorporamos son variantes de la erre de Reutilizar o son actividades incluidas en la misma.
Bien, puede ser, pero con esta inclusión queremos destacar el papel que va a tener la economía colaborativa en la consecución de un estilo de vida plenamente sostenible.
El trueque de enseres es parte de la economía colaborativa
Y es que más que nunca, el consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo. En palabras de Rachel Bostman, autora del libro What´s Mine is Yourses una fuerza que reinventa no sólo lo que consumimos, sino la forma en que consumimos.

Este nuevo paradigma de consumo es, sin duda, todo un reto para tanto para el consumidor como para el productor

¿Cómo quedaría nuestra Regla de las siete erres?

  1. Rechaza lo que no necesites,
  2. Reduce de lo que necesitas,
  3. Reutiliza lo que consumes,
  4. Repara lo que no se pueda reutilizar,
  5. Redistribuye lo que no necesitas,
  6. Recicla lo que no puedes rechazar, reducir, reutilizar, reparar o redistribuir
  7. Composta el resto (ya sabes, en inglés empieza por R 🙂

La primera y la segunda erres se ocupan de la prevenir la generación de desperdiciosla tercera, cuarta y quinta erres nos animan a ejercer un consumo responsable y colaborativo, y la sexta y séptima erres tratan como procesar lo que ya no nos sirve.

¡Y como ya hemos comentado, emplea siempre las Rs en este orden!

Así que, cuando oigas hablar de la jerarquía multi-R ya sabes que están hablando de este montón de erres y del orden de aplicación que hemos comentado.
¿Te animas a practicar las erres?

30 de abril de 2021

Jornades “Emergència climàtica. La ciència respon”

 El 31 de maig i l'1 de juny s’organitzen aquestes jornades que tenen per objectiu posar els coneixements científics a l’abast de la ciutadania i treballar conjuntament per donar resposta a l’emergència climàtica.


Les jornades “Emergència climàtica. La ciència respon” volen ser una oportunitat per reunir la comunitat científica que dedica la seva recerca al canvi climàtic amb personal tècnic, gestor i polític que treballa per elaborar plans i polítiques públiques i el jovent (alumnat d’instituts i universitats) que són qui ha de liderar el futur de la nostra ciutat.  

Després d’aprovar el Pla Clima i la Declaració d’Emergència climàticala ciutat treballa per transformar i canviar el model de grans polítiques com l’urbanisme, la salut, l’alimentació o la mobilitat. Però també cal un canvi de model cultural i educatiu per incorporar els reptes de la sostenibilitat i l’emergència climàtica en el debat cultural i treballar conjuntament amb diferents col·lectius com ara personal investigador, alumnat universitari, personal tècnic municipal, entitats i organitzacions, etc.  

Per això els objectius de les jornades són: 

  1. Compartir la recerca que universitats i centres de recerca estan duent a terme.  

  2. Crear un espai de debat entre l’acadèmia i l’Ajuntament on compartir reptes, projectes, fer sinergies i identificar quina recerca pot ser la més útil per la ciutat. 

  3. Donar a conèixer la visió dels joves sobre l’emergència climàtica i les seves demandes.

  4. Enfortir la presència de totes les disciplines implicades, així com dels estudiants i col·lectius de ciència ciutadana.

  5. Explorar conjuntament quines són les necessitats de recerca per avançar en aspectes de governança conjunta.

  6. Posar a l’abast de la ciutadania els avenços i l’evolució del coneixement climàtic amb informació de qualitat i adequada per a persones no científiques. 

 
Les jornades tindran lloc al pati de l’Institut d’Estudis Catalans. L’aforament d’aquest espai és de 80 persones. Properament s’obriran les inscripcions de l’acte, que també es podrà seguir en format online. 
   

Jornades "Emergència climàtica. La ciència respon. Debats científics per a adults i joves" 
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