22 de abril de 2019

Extractores de CO2 atmosférico

En cierto sentido llegamos muy tarde. Aunque consiguiéramos detener súbitamente las emisiones excesivas de dióxido de carbono, no podríamos mitigar los efectos de los gases de efecto invernadero. El calentamiento global es un hecho, así que solo nos queda adaptarnos o buscar soluciones más... creativas.
¿Y si además de reducir lo que lanzamos al aire nos dedicamos a capturar y convertir ese dióxido de carbono en otra cosa? Podríamos ir eliminándolo de la atmósfera poco a poco. Eso significa mitigar parte de su impacto, ¿no? Pues ya hay quien está haciéndolo. Esta tecnología podría ser una de las más importantes en los años que están por venir.

Aunque redujéramos la emisión, estamos condenados

Según el "Informe Especial sobre el Calentamiento Global de 1,5ºC", lanzado por el panel de expertos sobre el cambio climático (el IPCC), para reducir el impacto no vale solo con detener y controlar las emisiones actuales. Sería necesario retirar de la atmósfera un billón de toneladas de CO2 correspondientes a casi 200 años de emisiones.
Si no, el calentamiento global, aunque podría reducir su progresión, seguirá aumentando durante miles de años, con todas las consecuencias. El dióxido de carbono es el gas que más preocupa actualmente a los expertos en cambio climático debido a su gran cantidad procedente de la acción humana.
Mientras mantengamos los niveles de concentración actuales, se estima que no se podrá mantener el límite de temperatura por debajo de los 2ºC, tal y como se determinó en el Sexto Informe de Evaluación (el IE6), y mucho menos por debajo de los 1,5ºC necesarios para minimizar el impacto.
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Así que, visto el problema, hace ya tiempo que diversos equipos andan tratando de buscar una solución al respecto. ¿Y cuál podría ser? Actualmente existen varias empresas y proyectos científicos con un objetivo en mente: capturar el dióxido de carbono "sobrante" de la atmósfera a toda costa.

Capturar CO2 de la atmósfera, ¿cómo es posible?

La tecnología está avanzando muchísimo en este campo. Tanto es así que el mismísimo Bill Gates declaró para el magazine tecnológico del MIT, a principios de este año, que la captura de dióxido de carbono será uno de los mayores avances del mundo. El magnate, aunque no es experto en climatología ni en química, es uno de los mayores filántropos e inversoresen tecnología útil del mundo.
De hecho, Gates es famoso por haber hablado en más de una ocasión sobre el cambio climático y la importancia de luchar contra él. Pero, volviendo a la captura de hidrógeno, el creador de Windows hablaba con interés de un proyecto particular dirigido por un investigador canadiense: David Keith.
Capturar CO2 a partir de la atmósfera es costoso e ineficiente, pero posible. Lo único que hace falta es pasar el aire atmosférico por una planta de procesado especial que, mediante unos circuitos de recirculación y unos filtros especiales, capturan el dióxido de carbono y lo convierten en otra sustancia.
Dicho así, parece muy sencillo, pero no lo es. El CO2 supone solo un 0,04% de la composición atmosférica (gracias al cielo, o si no moriríamos asfixiados). Suficiente para provocar un enorme cambio climático, pero muy complicado para poder extraerlo del aire. También supone procesar grandísimas cantidades de aire, con un gasto energético tremendo.
Sin embargo, en una reciente investigación, el equipo de Keith ha demostrado que puede obtenerse una tonelada de CO2 a partir del airecon un coste de entre 94 y 232 dólares. Esto supondría un ahorro drástico, la pieza que faltaba en la aplicación de este procedimiento y, también, la razón por la que el propio Bill Gates loa esta tecnología.

Capturar el CO2, no es la primera vez

En realidad, el concepto de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés) no es nuevo. Como mínimo, los primeros estudios serios se remontan al año  2000, probablemente antes. La captura y almacenamiento se ideó, en un primer momento, como una forma de capturar el CO2 emitido por la industria generando una reserva geológica (que podría convertirse en hidrocarburos u otra fuente energética).
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Las necesidades actuales, sin embargo, han acelerado el interés por este tipo de tecnologías, que ya no se plantean el almacenar bajo tierra, en capas estratigráficas, el dióxido (una práctica que puede resultar peligrosa, por sus escapes). 
Por ejemplo, Covestro, antes Bayer Material Sciences, presentó en 2016 uno de los resultados de la captura de CO2 proveniente de la industria: polímeros especiales para formar pavimentos deportivos. Con esta aplicación, la empresa alemana ponía de manifiesto la posibilidad de usar este contaminante como materia prima.
Aun así, no es suficiente: los métodos de Covestro y otras similares sirven para mitigar la producción de CO2. Sin embargo, como decíamos antes, lo que necesitamos es reducir la cantidad existente en la atmósfera. Y para eso, el problema técnico es mucho mayor.

Sacar el CO2, esta vez del aire

¿Qué tiene de especial el método propuesto por David Keith? Este investigador desarrolló durante 2009, en colaboración con las universidades de Calgary y Carnegie Mellon, el concepto para obtener dióxido de carbono a partir del aire, de una manera económicamente viable y con intención comercial.
Como resultado, en 2015 la empresa Carbon Engineering, surgida a partir de sus estudios, comenzó con una planta piloto que empezó la producción de combustibles a partir del CO2 en 2017. Hasta la fecha, su método es el más económico para usar el dióxido de carbono atmosférico como sustrato. 
Un reciente paperpublicado durante el verano pasado, explicaba los pormenores químico-físicos para reducir el coste de conversión de una tonelada de CO2 hasta apenas 94 dólares en el mejor de los casos (232 dólares en el peor). Esto, tal y como comentan, es un avance increíble para la aplicación de sistemas de captura de carbono comerciales y a nivel industrial.
¿Cómo funciona? La planta diseñada utiliza como adsorbente una mezcla acuosa de hidróxido de potasio acoplado a un proceso cíclico con calcio cáustico. Sin entrar en más detalles técnicos, este proceso permite recircular el aire una y otra vez en dos ciclos emparejados de manera que se va extrayendo el dióxido de carbono atmosférico y se devuelve el aire con una concentración mucho menor.
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El CO2, en el segundo ciclo, es secuestrado para formar carbonato de calcio (CaCO3), el cual se calienta para soltar el CO2 y purificarlo. Finalmente, este CO2 purificado se emplea para sintetizar combustibles, aunque se podría utilizar para cualquier otro uso en el que hiciese falta dióxido de carbono. El proceso en sí mismo es relativamente sencillo, termodinámicamente aceptable y utiliza sustancias baratas. 
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Es aquí donde radica su secreto. Eso sí, un secreto que han tardado varios años en descubrir. Los procesos probados por la empresa, hasta el momento, han comprobado que de una concentración de aproximadamente 400 ppm (partes por millón), puede obtenerse un aire con una proporción de 100 ppm, para el mismo volumen. Eso supone retirar hasta un millón de toneladas de dióxido de carbono por año y planta, por unos pocos cientos de dólares por tonelada.
Para poder retirar el billón de toneladas antes de 2080, como sería necesario, según el IPCCharían falta unas 20.000 plantas similares con el mismo rendimiento y el coste que supone. Sin embargo, no es una misión imposible. Este proceso está todavía en sus comienzos, pero ahora, al menos, tenemos una manera posible de retirar el peligroso CO2 de nuestra atmósfera.
Imágenes | Unsplash, Wikimedia, Carbon Engineering

Estudio diagnóstico de la educación ambiental guiará a estrategia nacional

Estudio diagnóstico de la educación ambiental guiará a estrategia nacionalEstudiantes en una clase . EFE/ Marc Arcas/ARCHIVO
Un informe sobre educación ambiental elaborado por expertos será presentado la próxima semana con el fin de exponer un diagnóstico de la situación medioambiental actual y para la creación de una estrategia que fomente el cambio de hábitos a la economía circular y sostenible en todos los ámbitos.
El informe “La educación ambiental en España. Reflexiones y propuestas” será presentado el próximo 9 de abril conjuntamente por la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS) y una treintena de expertos que han participado en la elaboración del documento.

Diagnóstico de la educación ambiental

El estudio “busca hacer una reflexión para ver el grado de cumplimiento” tras cuarenta años de la primera referencia a la educación ambiental y tras veinte de la publicación del Libro Blanco en España, ha explicado a EFE el catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, Javier Benayas.
Con el resultado del análisis se planteará la elaboración de una Estrategia Nacional de Educación para la Sostenibilidad, que “ahora mismo es más necesario que nunca”, según Benayas, coordinador del informe junto a Carmelo Marcén, investigador asociado al Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza.
El origen del concepto de educación ambiental, “la forma correcta de referirse a ella”, según Benayas, fue en 1977 con la Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental organizada por la UNESCO en cooperación con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) celebrada en Tiflis (Georgia).
En España, la primera reunión al respecto se realizó en 1983 en Sitges (Cataluña), posteriormente en 1987 en Valsaín (Segovia) y en la tercera en 1998, en Pamplona, “salió el Libro Blanco de la Educación Ambiental”.

Análisis fundamental 

El análisis ahora mismo es “fundamental”, ha explicado el experto, primero por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, que enmarca un plan de acción en el que “la educación ambiental se tiene que contextualizar, y porque la situación de insostenibilidad se ha agravado”.
“Es fundamental desarrollar sistemas más sostenibles, además de tener una nueva visión de desarrollo”, ha asegurado, y ha añadido que no hay “puntos más importantes” en este diagnóstico, cada ámbito tiene los suyos. 

El Planeta y España “están enfermos de insostenibilidad”

El “Planeta está enfermo, y España también, de insostenibilidad”, por lo que hay que “someterles a tratamiento”. 
Esta primera fase y a lo largo de 14 capítulos los autores han hecho su valoración de estas décadas desde ámbitos de la administración local, regional, estatal, las empresas, las onegés, los establecimientos de educación ambiental o las redes sociales.
Se analiza las valoraciones de cada uno de los sectores y de cada uno se hacen propuestas con miras al futuro, según el catedrático de UAM.

Elaboración de la estrategia nacional

El documento dará paso a la segunda fase de elaboración de la estrategia, para lo que se pretende que se formen grupos de trabajo con distintos actores para que “tomando como referencia el Libro Blanco se puedan incorporar propuestas de acción de cara al futuro”.

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Planta de recuperación de neumáticos que la empresa Valoriza Servicios Ambientales tiene en Chiloeches (Guadalajara).- EFE/JJ Guillén
Benayas ha asegurado que la transición a otro tipo de sociedad y modelo económico “son inevitables”, hay que plantear las alternativas sobre la economía circular, las energías renovables y un transporte sostenible.
Todos los modelos van buscando que la gestión de los recursos sea más sostenible, “como a finales de los años cincuenta en España, cuando el 70 % de los recursos que se consumían eran renovables, hoy en día no más del 20 %”.
En ese proceso todos los actores son importantes, pero uno fundamental es la universidad, donde se forjan los “líderes de las futuras sociedades, los que van a tomar las decisiones en entidades públicas y privadas que van a influir en la salud del planeta”.

Formación en sostenibilidad

Si esos alumnos tienen una “formación en sostenibilidad, sus decisiones generarán un impacto decisivo”, ha señalado el catedrático, quien ha añadido que por ello, es importante que la universidad forme a los alumnos en conceptos de sostenibilidad y en la Agenda 2030.
El Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM) es una de las entidades que lidera el estudio, que cuenta con la colaboración de Ecoembes. EFEverde

Los microplásticos también han llegado a las montañas

Hasta aquí arriba llegan los microplásticos. Vista de los alrededores de la estación de Bernadouze.
Hasta aquí arriba llegan los microplásticos. Vista de los alrededores de la estación de Bernadouze. GAËL LE ROUX
Ni las grandes montañas se libran del plástico. Un estudio ha hallado en lo más recóndito del Pirineo una concentración de microplásticos similar a la que se pueda encontrar en una capital como París o las industriosas ciudades chinas. Llevadas hasta allí por el viento, las partículas plásticas pueden recorrer muchos kilómetros hasta caer arrastradas por la lluvia o la nieve. En las cordilleras, valles y otros ambientes naturales podría estar el plástico que falta en las estadísticas.
De los 335 millones de toneladas de plásticos creadas en 2016, unos sesenta millones se hicieron en Europa, según datos del sector del plástico. Ese mismo año, llegaron a las plantas de reciclaje y basureros 27,1 toneladas. Aunque muchos materiales plásticos están diseñados para durar años o décadas (como los del salpicadero de un coche o los aislantes de muchos edificios), diversos estudios han estimado que un buen porcentaje acaba en el mar, los más optimistas hablan del 10% de la producción anual. ¿Dónde está el resto?
En la estación meteorológica de Bernadouze, en la parte francesa de los Pirineos, miden la temperatura del aire, la velocidad del viento y su dirección, la lluvia o la altura de la nieve si la hay. Pero durante cinco meses entre 2017 y 2018 también registró la cantidad de plástico que caía del suelo. Los resultados, publicados ahora en Nature Geoscience, muestran que hasta esta estación, situada a 1.425 metros de altura y alejada veinticinco kilómetros del primer pueblo digno de tal nombre, llega una media de 365 partículas por metro cuadrado y día.
"La cantidad de partículas de microplásticos encontradas al estudiar los remotos Pirineos está dentro del rango de la cantidad hallada en una megaciudad como París", dice la investigadora del Laboratorio de Ecología Funcional y Medio Ambiente (EcoLab, con sede en Toulouse, Francia) y coautora del estudio Deonie Allen. En efecto, dos recientes estudios realizados en la capital francesa (aquí y aquí) recogieron un número de fibras de plástico comparativamente similar. También, la cifra supera la parte superior de la horquilla obtenida en Dongguan, una populosa ciudad china de más de 8 millones de habitantes, donde se está realizando un amplio estudio sobre la presencia de microplásticos en el aire que ha estimado un rango de entre 175 y 313 partículas por metro cuadrado y día.
Este nuevo trabajo encontró plásticos de casi todo tipo, fragmentos, fibras y filme, el usado en las bolsas de plástico. Identificaron algunos esféricos, pero su desgaste les impidió confirmar que fueran microesferas, que aún usan algunos cosméticos. En cuanto al tamaño, la mayoría de los fragmentos tenían un diámetro menor de 50 micras (milésima parte de un milímetro) y casi todas las fibras y filme no superaban las 100 micras de largo. Los plásticos más abundantes son el poliestireno y el polietileno. Ambos se usan para hacer bolsas y envases y, en teoría, son reciclables. Otra gran categoría, con el 18%, son las fibras de polipropileno, habituales en la industria textil.
La mayoría de los plásticos recogidos en el Pirineo son invisibles al ojo humano.
La mayoría de los plásticos recogidos en el Pirineo son invisibles al ojo humano. 
El profesor de la Universidad de Tecnología de Guangdong, Jinping Peng, lleva años estudiando la contaminación atmosférica por microplásticos. Aunque no ha intervenido en el estudio de los Pirineos, recuerda que, en sus trabajos monitoreando las deposiciones en Dongguan y distritos de alrededor, la cantidad de microplásticos estaba relacionada con la densidad de población. "Pero puede haber otras razones que afecten a la abundancia de microplásticos, como la velocidad y dirección del viento que pueda explicar que haya una concentración similar de microplásticos en los Pirineos", dice.
Dado que no hay grandes centros urbanos cerca que expliquen tal concentración, solo el transporte aéreo puede explicar que hayan llegado hasta allí. Estudios anteriores ya habían demostrado que las bacterias pueden viajar miles kilómetros hasta llegar a montañas como las de Sierra Nevada y las incursiones de polvo sahariano hasta el centro de Europa son bien conocidas. Los fragmentos de plástico pueden ser aún más pequeños que un grano de arena y las fibras y film aún tiene una mayor capacidad para flotar. Así que la respuesta estaría en el viento.
"Lo que podemos demostrar de manera inequívoca es que están siendo transportadas allí por el viento", dice en una nota el investigador de la Universidad Strathclyde (Reino Unido) y coautor del estudio, Steve Allen. Usando un modelo alimentado con las velocidades y trayectoria de los vientos y los datos de deposición, pudieron estimar que las micropartículas llegaban hasta las montañas desde al menos 95 kilómetros de distancia. Pero Toulouse, Zaragoza o Barcelona están aún más lejos de esa distancia y con las dos segundas el plástico aún tendría que superar mucha más montaña. Es lo siguiente que quieren investigar, cuánto puede viajar el microplástico por el aire.
En Dongguan, una ciudad industrial china de 8 millones de habitantes, la concentración de microplásticos era menor que la hallada en el Pirineo
Para el investigador de la Universidad París-Est Rachid Dris, especializado en el estudio de los microplásticos en entornos urbanos, "estos pueden llegar a cualquier parte, como se ha comprobado en todos los hábitat, incluidos los más lejanos, como los lagos remotos o el Ártico, por lo tanto, ya se consideraba al aire como una importante ruta de transporte para microplásticos"·. No relacionado con este estudio, a Dris no le sorprende que ahora los hayan encontrado en los Pirineos. "Es evidente que las condiciones meteorológicas desempeñan un papel: los microplásticos probablemente sean transportados en los momentos de mayor viento y caen cuando aminora. Además, la nieve y la lluvia pueden provocar un arrastre que aumente la deposición de estos microplásticos", añade.
Queda por saber cómo afectan los microplásticos a la salud humana. Encontrados ya en el intestino humano, todos los investigadores mencionados en este artículo creen obligado y urgente determinar el impacto de una bocanada de aire repleto de plásticos.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project

Cómo reciclar cápsulas Nespresso para ahorrar y proteger el planeta

ómo reciclar cápsulas Nespresso para que ni tu bolsillo ni el medioambiente sufran

Afortunadamente, puedes reciclar o incluso reutilizar tus cápsulas Nespresso. La empresa, con sede en Suiza, tiene incluso su propio programa que facilita a los clientes el reciclaje de sus productos usados. Cuando Nespresso recibe las cápsulas recicladas, separa el aluminio del café molido. Los posos del café se utilizan para crear compost o tierra vegetal, mientras que el aluminio sirve para fabricar nuevos productos.

CÓMO RECICLAR TUS CÁPSULAS NESPRESSO

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Reciclar tus cápsulas Nespresso requiere un pequeño esfuerzo por tu parte, pero no es algo demasiado complicado. No es necesario vaciar los granos de café ni enjuagarlos. Simplemente tienes que introducir el reciclaje de las cápsulas en tu rutina.
En el sitio web de Nespresso, puedes pedir una bolsa de reciclaje gratuita y que te la envíen directamente a tu casa. Nespresso también te incluirá una bolsa de reciclaje gratuita en los pedidos realizados a través de su tienda online. Cada bolsa puede contener hasta 200 cápsulas de la línea original o 100 de la Vertuo.
Una vez que hayas llenado tu bolsa de reciclaje, puedes dejarla en tu tienda Nespresso más cercana, en un centro de recogida de residuos o punto limpio o en una tienda asociada. La compañía dice que el 90 por ciento de los clientes tienen una alternativa de reciclaje cerca de su residencia, ya que Nespresso tiene más de 122.000 puntos de recogida en todo el mundo. Puedes consultar el sitio web de Nespresso para encontrar un punto de recogida local. También puedes entregar la bolsa al mensajero cuando te entregue tu próximo pedido de Nespresso o llevarla a la tienda UPS más cercana.

CÓMO REUTILIZAR LAS CÁPSULAS DE NESPRESSO

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Si quieres ahorrar algo de dinero, también puedes reutilizar tus cápsulas Nespresso. Algunos usuarios dicen que las usan dos veces. La segunda taza puede tener un sabor ligeramente más débil y estar un poco más aguada que la primera, pero supone un ahorro para el bolsillo y reduce el desperdicio. Otros usuarios las limpian, las rellenan y las vuelven a sellar.
Si guardas tus cápsulas Nespresso usadas, puedes limpiarlas y reutilizarlas. Una vez que limpies la cápsula, llénala con tu marca favorita de café espresso molido. Deja aproximadamente un milímetro de espacio en la parte superior y limpia suavemente alrededor del borde para asegurarte de que no haya café alrededor del borde.
Corta un pedazo de papel de aluminio en un círculo que sea, aproximadamente, un centímetro más grande que el diámetro de la cápsula. Ayuda cortar primero un trozo de papel para luego usarlo como plantilla y recortar con ella los círculos de papel de aluminio. Una vez que tengas un buen círculo de papel de aluminio, colócalo encima de la cápsula llena y envuélvelo cubriendo el borde con firmeza. Usa tus dedos para fijarlo alrededor del borde con el fin de crear un cierre hermético. Al cerrar la cápsula rellenada debe parecerse a una nueva.
Una vez que hayas sellado la cápsula con papel de aluminio, ¡estás listo para prepararte una taza!