Los arrecifes de coral que rodean la isla de Puerto Rico se encuentran en muy mal estado debido al calentamiento global y la acción humana, lo que ha llevado a expertos a denunciar el peligro que corre ese ecosistema.
El ecólogo de arrecifes de coral Edwin Hernández y el científico marino Ernesto Díaz, director del Programa de zona Costera del Departamento de Recurso Naturales y Ambientales (DRNA), son dos de los peritos que reclaman la defensa del coral, según señalaron hoy a Efe.
Hernández, quien próximamente dirigirá una investigación para conocer en qué estado se encuentran los arrecifes de coral de la costa puertorriqueña, dijo que la importancia de estos ecosistemas reside en que “son un rompeolas gratuito” para cualquier temporal y poseen una riqueza ecológica muy apreciada por el turismo.
Hernández, quien próximamente dirigirá una investigación para conocer en qué estado se encuentran los arrecifes de coral de la costa puertorriqueña, dijo que la importancia de estos ecosistemas reside en que “son un rompeolas gratuito” para cualquier temporal y poseen una riqueza ecológica muy apreciada por el turismo.
En Puerto Rico, el DRNA estimó en 2007 que el valor de los arrecifes de coral del noreste de Puerto Rico era de cerca de 1.800 millones de dólares.
Por ello, su restauración ecológica juega un rol cada vez más relevante para la recuperación de la pesca, la rehabilitación de la biodiversidad y de los paisajes submarinos y como barrera natural de protección de la costa.
Amortiguadores oleaje
Los arrecifes de coral funcionan como amortiguadores del efecto de oleaje, particularmente ante huracanes y en relación al aumento en el nivel del mar, detalló Hernández, quien mencionó que existe evidencia científica de que los primeros de estudios de estos ecosistemas de Puerto Rico se remontan al siglo XIX.
En el caso concreto de Puerto Rico, según Hernández, el nivel de degradación del coral es grave en algunas partes de la isla, principalmente debido a las escorrentías (corrientes de agua) de aguas fecales o en mal estado que se vierten en las zonas costeras.
Las escorrentías vertidas, entre otros efectos, provocan la muerte del coral y aguas turbias, lo que perjudica a los arrecifes, que para su supervivencia necesitan claridad.
En el caso concreto de Puerto Rico, según Hernández, el nivel de degradación del coral es grave en algunas partes de la isla, principalmente debido a las escorrentías (corrientes de agua) de aguas fecales o en mal estado que se vierten en las zonas costeras.
Las escorrentías vertidas, entre otros efectos, provocan la muerte del coral y aguas turbias, lo que perjudica a los arrecifes, que para su supervivencia necesitan claridad.
Díaz, por su parte, añadió que “al igual que en el resto del mundo, los corales más próximos a las costas están bastantes afectados” debido a la práctica del mal uso de terrenos aledaños a las costas, la sedimentación, la sobre pesca, las cargas de nutrientes y el aumento de la temperatura en la altura del mar.
Preocupación mundial
“Estamos sumamente preocupados por los corales a nivel mundial y Puerto Rico no se escapa de esa realidad preocupación”, aseguró Díaz, quien relató que en la década de los años noventa fue cuando los científicos notaron “una aceleración de pérdida de coral vivo” alrededor de la isla.
Los arrecifes de coral llanos aparecen mayormente afectados por la sobrepesca, o sea, ya sea por la captura de peces y crustáceos que viven en estas poblaciones para la alimentación, así como cuando embarcaciones lanzan sus anclas contra estos.
En Puerto Rico, sin embargo, no se han descubierto o investigado los arrecifes más profundos, entre los 30 y 100 metros de profundidad, que contienen cantidades de coral exorbitantes y se encuentran en excelentes condiciones, según aseguraron Hernández y Díaz.
Algunos de estos arrecifes de mayor profundidad están en el islote de Mona, al oeste de Puerto Rico, y otra a 140 pies (43 metros) en el sureste de Vieques, isla municipio al este, en un área conocida como “El seco”, con forma de arco con altura de una cordillera y se extiende a la isla de Saint Thomas.
“Esa plataforma es de gran valor y conservación”, afirmó Hernández, tras matizar que al medir el oleaje en su investigación, por medio de la instalación de sensores, se conocerá la situación exacta en la que se encuentran los arrecifes locales, cuya mayoría se encuentran en la zona suroeste de la isla.
Sensores
Y el proceso del estudio que dirigirá Hernández incluirá colocar sensores en los arrecifes de las zonas de estudio para medir el impacto de las olas.
Después se investigará cuál es la condición de esos lugares y qué organismos predominan, además de analizarse la estructura del arrecife y cuál es la capacidad de dicha estructura como amortiguador de las olas.
“Mientras más complejo sea el arrecife, mayor hábitat con muchas cuevas pues le da más espacio para animales”, indicó Hernández.
EFEverde
Después se investigará cuál es la condición de esos lugares y qué organismos predominan, además de analizarse la estructura del arrecife y cuál es la capacidad de dicha estructura como amortiguador de las olas.
“Mientras más complejo sea el arrecife, mayor hábitat con muchas cuevas pues le da más espacio para animales”, indicó Hernández.
EFEverde
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