Una costumbre milenaria que tenemos los humanos es la de realizar con el inicio de cada nuevo año una puesta a punto de nuestras cuestiones pendientes y la consiguiente elaboración de una lista de propósitos para alcanzar nuestros deseos y sueños.
Dos de los factores más importantes para poder llevarlos a cabo, y no abandonar a la primera de cambio, son su factibilidad, así como nuestra fuerza de voluntad. Para facilitar ambas razones, la variable sostenibilidad en la elaboración de los propósitos puede ayudar como fuerza impulsora (figura 1), ya que nuestras metas no solo serán buenas para el “yo”, sino también para el planeta, lo que define una componente final de solidaridad con la comunidad.
En julio de 2021 se publicaron los resultados del informe elaborado por el Eurobarómetro sobre la preocupación que los ciudadanos europeos tienen ante diversos problemas mundiales. El “cambio climático” se sitúa como el problema más apremiante, seguido muy de cerca por la “pobreza, hambre y falta de agua” y “la propagación de enfermedades”.
La población española tiene un perfil de comportamiento muy semejante, con dos de estos mismos problemas en el pódium. El triplete español es para “la situación económica”, “pobreza, hambre y falta de agua” y “cambio climático”. Sobre estos dos últimos podemos actuar con pequeños cambios en áreas como la alimentación, el transporte y el consumo de agua y energía en el hogar.
No consuma noticias, entiéndalas.
¿Qué comer?
Una buena alimentación basada en una dieta equilibrada es un aspecto fundamental en nuestra salud, según la Organización Mundial de la Salud. Si además intentamos maximizar los alimentos locales y de temporada, así como evitar el despilfarro alimentario, seremos capaces de ayudar a la salud del planeta.
Así, una familia de cuatro miembros que minimizase el desperdicio de los alimentos más comunes que componen el carrito de la compra, reduciendo a la mitad lo que finalmente se caduca en las alacenas y en la nevera antes de su consumo, podría ahorrar de media anualmente:
Dinero: 125 €.
Agua: 63 m³ (huella hídrica generada por la producción de alimentos desde la tierra o el mar hasta el plato), que equivalen al volumen necesario para llenar una piscina estándar particular.
Emisiones: 68 kg de CO₂eq, que equivalen a la huella de carbono generada por la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) de un coche en el trayecto Santiago de Compostela-Madrid.
¿Cómo desplazarse?
El transporte de personas y mercancías supone aproximadamente un 25 % de las emisiones globales mundiales de GEI. Cambiar el modo de desplazarnos ayuda a todos los ejes de la sostenibilidad: económico (ahorro de combustible), social (ciudades orientadas al ciudadano) y ambiental (menor contaminación y minimización de la emisión de GEI). Podemos optar por diferentes opciones:
Usar la bicicleta y caminar, algo que, además de aumentar el ejercicio físico, significa un ahorro económico y ambiental. Así, una persona que realice unos 11 000 pasos diarios en sus desplazamientos (por ejemplo, evitando el uso de ascensor o trayectos cortos en coche) puede suponer un mínimo de ahorro anual de 180 € y la reducción de emisión de 350 kg de CO₂eq.
Usar transporte público. Para calcular el ahorro económico que supone evitar el uso particular del coche, además del coste del combustible, es necesario evaluar el coste de mantenimiento y estacionamiento. Ambientalmente, la emisión per cápita de GEI se reduce drásticamente al compartir el medio de locomoción y, por tanto, repartir el impacto.
Y si, finalmente, no podemos prescindir del coche porque no existe alternativa, se puede adaptar la forma de conducción para minimizar el consumo de combustible y, por tanto, ahorrar dinero y evitar emisiones de GEI. Por cada litro de gasolina o gasoil que ahorremos se podrá obtener una reducción de entre 1,5 y 2,2 kg de CO₂eq, según el modelo y motorización del vehículo.
¿Cómo ser ecoeficiente en el hogar?
Reducir el consumo de agua en los hogares tiene un impacto económico y ambiental directo. El coste del agua oscila en España entre 1 y 3 €/m³ y la huella de carbono del ciclo del agua(potabilización, distribución, alcantarillado y tratamiento) es de entre 0,15 y 0,50 kg de CO₂eq/m³.
Unas buenas prácticas para ahorrar el consumo innecesario de agua son las siguientes (figura 3):
Evitar el goteo de los grifos, ya que pueden suponer una pérdida de 30 litros diarios.
Realizar un mantenimiento adecuado de las lavadoras y lavavajillas, ya que consumen entre 30 y 70 litros por uso.
Los inodoros gastan unos 10 litros cada vez que tiramos da cisterna, por lo que utilizar sistemas que usen aguas grises o sistemas a vacío reducirán sensiblemente este gasto.
Los electrodomésticos son los grandes responsables del consumo energético en los hogares: suponen aproximadamente un 50 %. Por ello, definir un plan de renovación (muchas autonomías tienen ayudas directas al respecto) de los electrodomésticos, optando por los catalogados como A++ o A+++ según la ecoetiqueta energética europea, significará un ahorro considerable en la factura (de media un 30 %).
Una acción adicional es evitar el consumo fantasma de los electrodomésticos, es decir, cuando no los apagamos completamente y se quedan en “stand by”, ya que están consumiendo energía sin prestar ningún servicio.
En definitiva, unos buenos propósitos sostenibles deberían asemejar nuestro hogar a la Estación Espacial Internacional para optimizar el consumo de agua y energía, buscando el máximo ahorro al adecuar el consumo a los recursos disponibles.Una costumbre milenaria que tenemos los humanos es la de realizar con el inicio de cada nuevo año una puesta a punto de nuestras cuestiones pendientes y la consiguiente elaboración de una lista de propósitos para alcanzar nuestros deseos y sueños.
Dos de los factores más importantes para poder llevarlos a cabo, y no abandonar a la primera de cambio, son su factibilidad, así como nuestra fuerza de voluntad. Para facilitar ambas razones, la variable sostenibilidad en la elaboración de los propósitos puede ayudar como fuerza impulsora (figura 1), ya que nuestras metas no solo serán buenas para el “yo”, sino también para el planeta, lo que define una componente final de solidaridad con la comunidad.
En julio de 2021 se publicaron los resultados del informe elaborado por el Eurobarómetro sobre la preocupación que los ciudadanos europeos tienen ante diversos problemas mundiales. El “cambio climático” se sitúa como el problema más apremiante, seguido muy de cerca por la “pobreza, hambre y falta de agua” y “la propagación de enfermedades”.
La población española tiene un perfil de comportamiento muy semejante, con dos de estos mismos problemas en el pódium. El triplete español es para “la situación económica”, “pobreza, hambre y falta de agua” y “cambio climático”. Sobre estos dos últimos podemos actuar con pequeños cambios en áreas como la alimentación, el transporte y el consumo de agua y energía en el hogar.
No consuma noticias, entiéndalas.
¿Qué comer?
Una buena alimentación basada en una dieta equilibrada es un aspecto fundamental en nuestra salud, según la Organización Mundial de la Salud. Si además intentamos maximizar los alimentos locales y de temporada, así como evitar el despilfarro alimentario, seremos capaces de ayudar a la salud del planeta.
Así, una familia de cuatro miembros que minimizase el desperdicio de los alimentos más comunes que componen el carrito de la compra, reduciendo a la mitad lo que finalmente se caduca en las alacenas y en la nevera antes de su consumo, podría ahorrar de media anualmente:
Dinero: 125 €.
Agua: 63 m³ (huella hídrica generada por la producción de alimentos desde la tierra o el mar hasta el plato), que equivalen al volumen necesario para llenar una piscina estándar particular.
Emisiones: 68 kg de CO₂eq, que equivalen a la huella de carbono generada por la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) de un coche en el trayecto Santiago de Compostela-Madrid.
¿Cómo desplazarse?
El transporte de personas y mercancías supone aproximadamente un 25 % de las emisiones globales mundiales de GEI. Cambiar el modo de desplazarnos ayuda a todos los ejes de la sostenibilidad: económico (ahorro de combustible), social (ciudades orientadas al ciudadano) y ambiental (menor contaminación y minimización de la emisión de GEI). Podemos optar por diferentes opciones:
Usar la bicicleta y caminar, algo que, además de aumentar el ejercicio físico, significa un ahorro económico y ambiental. Así, una persona que realice unos 11 000 pasos diarios en sus desplazamientos (por ejemplo, evitando el uso de ascensor o trayectos cortos en coche) puede suponer un mínimo de ahorro anual de 180 € y la reducción de emisión de 350 kg de CO₂eq.
Usar transporte público. Para calcular el ahorro económico que supone evitar el uso particular del coche, además del coste del combustible, es necesario evaluar el coste de mantenimiento y estacionamiento. Ambientalmente, la emisión per cápita de GEI se reduce drásticamente al compartir el medio de locomoción y, por tanto, repartir el impacto.
Y si, finalmente, no podemos prescindir del coche porque no existe alternativa, se puede adaptar la forma de conducción para minimizar el consumo de combustible y, por tanto, ahorrar dinero y evitar emisiones de GEI. Por cada litro de gasolina o gasoil que ahorremos se podrá obtener una reducción de entre 1,5 y 2,2 kg de CO₂eq, según el modelo y motorización del vehículo.
¿Cómo ser ecoeficiente en el hogar?
Reducir el consumo de agua en los hogares tiene un impacto económico y ambiental directo. El coste del agua oscila en España entre 1 y 3 €/m³ y la huella de carbono del ciclo del agua(potabilización, distribución, alcantarillado y tratamiento) es de entre 0,15 y 0,50 kg de CO₂eq/m³.
Unas buenas prácticas para ahorrar el consumo innecesario de agua son las siguientes (figura 3):
Evitar el goteo de los grifos, ya que pueden suponer una pérdida de 30 litros diarios.
Realizar un mantenimiento adecuado de las lavadoras y lavavajillas, ya que consumen entre 30 y 70 litros por uso.
Los inodoros gastan unos 10 litros cada vez que tiramos da cisterna, por lo que utilizar sistemas que usen aguas grises o sistemas a vacío reducirán sensiblemente este gasto.
Los electrodomésticos son los grandes responsables del consumo energético en los hogares: suponen aproximadamente un 50 %. Por ello, definir un plan de renovación (muchas autonomías tienen ayudas directas al respecto) de los electrodomésticos, optando por los catalogados como A++ o A+++ según la ecoetiqueta energética europea, significará un ahorro considerable en la factura (de media un 30 %).
Una acción adicional es evitar el consumo fantasma de los electrodomésticos, es decir, cuando no los apagamos completamente y se quedan en “stand by”, ya que están consumiendo energía sin prestar ningún servicio.
En definitiva, unos buenos propósitos sostenibles deberían asemejar nuestro hogar a la Estación Espacial Internacional para optimizar el consumo de agua y energía, buscando el máximo ahorro al adecuar el consumo a los recursos disponibles.
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