El 16 de Septiembre, se celebra el Día de la Capa de Ozono. El seguimiento observacional de la capa de ozono llevado a cabo en los últimos años, ha llegado a la conclusión de que dicha capa atmosférica está considerada seriamente amenazada. Por este mismo motivo, el 16 de Septiembre del año 1987, la Asamblea Nacional General de las Naciones Unidas se reunió para firmar el protocolo de Montreal, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, aunque ya antes, en 1985 se adoptó la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono. Más tarde, en el año 1994, proclamaron el día 16 de Septiembre como el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono o Día Internacional de la Capa de Ozono, celebrando el año 2019, 32 años de recuperación.
No obstante, antes de los años setenta, la comunidad mundial no era consciente de que la capa de ozono estratosférico estaba agotándose, con efectos negativos para la salud humana y el ambiente. Hoy, la importancia de proteger la capa de ozono es reconocida por todos los países, tanto los desarrollados como los en vías de desarrollo. Hasta la fecha, 197 países y la Comunidad Europea, son parte en el Protocolo de Montreal, el cual representa el único tratado ambiental internacional ratificado por todos los países del mundo y que provocó una respuesta inmediata de los políticos y las industrias.
Recordamos que la capa de ozono es una franja frágil de gas que protege la Tierra de los efectos nocivos de los rayos solares, contribuyendo así a preservar la vida en el planeta. Sin embargo, la utilización durante años de ciertos productos químicos, la han ido debilitando y dañando hasta provocarle un agujero, poniendo en peligro nuestra propia existencia y la del resto de seres vivos del planeta.
El protocolo de Montreal tomó dos medidas importantes contra esas sustancias químicas agotadoras de la capa de ozono (SAO): la prohibición del uso de compuestos clorofuorocarbonados (CFC) y la prohibición del uso de halones en extintores, hasta lograr su eliminación. En gran proporción, los CFC fueron sustituidos por hidroclorofluorocarburos (HCFC). Estos últimos no suponen una amenaza para la capa de ozono, pero sí son gases que potencian el efecto invernadero.
Cabe indicar que el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente), tiene la certeza de que si no se hubiese firmado el Protocolo de Montreal, para el 2050 el agujero de la capa de ozono podría haberse multiplicado por 10 respecto al momento en el que fue descubierto.
Desde que el Protocolo de Montreal entró en vigor, las concentraciones atmosféricas de los clorofluorocarbonos más importantes y los hidrocarburos clorinados se han estabilizado o se ha reducido. La concentración de halones ha continuado en aumento a medida que éstos que se encuentran almacenados en los extinguidores de incendio son liberados. Sin embargo, la tasa de aumento ha disminuidoy se espera que comience a declinar su presencia. No obstante, por otro lado, la concentración de los HCFC ha aumentado significativamente, en gran parte debido a los múltiples usos en los que reemplazan a los CFC (por ejemplo, como solventes o refrigerantes). Para respaldar el Protocolo, la Enmienda de Kigali, que entró en vigor en 2019, trabaja para reducir dichos hidrofluorocarbonos (HFC).
Las reducciones de las sustancias agotadoras de la capa de ozono, están logrando que se cierre el agujero de la capa de ozono poco a poco, aunque se está viendo, que la capa de ozono se ha debilitado en latitudes inferiores, donde hay grandes poblaciones humanas. Además, la ONU ha comprobado que el calentamiento global también altera la capa de ozono, lo que a su vez favorece el cambio climático. Por ello, hay que seguir investigando y concienciando sobre este problema ambiental.
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