La región de Dakhla vive una crisis agobiante en el sector pesquero, calificada por los profesionales como un "período negro" (antigua Villa Cisneros, en el Sáhara), debido a lo que consideran una mala gestión y una duplicidad en el trato con los distintos actores, en medio de un preocupante silencio oficial, informan medios marroquíes.
Mientras los ciudadanos marroquíes sufren los altos precios de las sardinas, que superan los 20 o 30 dirhams (2,50-3 euros) por kilogramo, más de 37 RSW (barcos de pesca de agua refrigerada) siguen capturando cantidades masivas de sardinas de Dakhla, que oscilan entre 200 y 500 toneladas por día. La mayor parte de ellos se destinan a la industria alimentaria y se exportan a Europa, lo que supone una paradoja impactante respecto del destino de la pesca del país.
Los profesionales de Dajla califican de catastrófica la situación de la pesca marítima. La pesca tradicional se enfrenta a restricciones cada vez mayores, empezando por la confiscación de barcos y la imposición de multas onerosas, mientras que los grandes buques son tratados con sospechosa indulgencia, ya que, según afirman, no están sujetos a ninguna supervisión efectiva.
A pesar de la magnitud de la pérdida registrada, un funcionario gubernamental decidió dirigir la culpa a la pesca tradicional, ignorando lo que los sindicatos describen como la "destrucción real" causada por los barcos pesqueros en alta mar.
"Esta desastrosa realidad plantea cuestiones fundamentales sobre la gestión de los recursos marinos". Según activistas profesionales, también se requiere un debate nacional transparente sobre la distribución de licencias y la explotación de los recursos. Destacan que el objetivo de los recursos pesqueros debe ser lograr la seguridad alimentaria nacional y proteger la dignidad de los pescadores, no simplemente servir a los intereses de los lobbies exportadores.
Mientras Francia y Alemania refuerzan sus alianzas energéticas con unarenovada apuestapor la energía nuclear, dentro del país germano están desarrollando un sistema completamente distinto. El foco está puesto en las profundidades marinas, con el objetivo de redefinir la forma en la que se almacena energía renovable.
Bajo el mar. Un grupo de investigadores el Instituto Fraunhofer de Alemania han creado el proyecto StEnSea (acrónimo de Stored Energy at Sea). Desde el año 2011, el equipo ha trabajado en una solución para reducir el uso del suelo, llegando a la conclusión de hundir esferas enormes de hormigón en el fondo marino para almacenar energía.
El funcionamiento. Estas esferas se hunden a 600 y 800 metros de profundidad, donde la presión del agua es tan alta que puede hacer girar turbinas con gran eficiencia. Cada una mide unos 9 metros de diámetro y pesa cerca de 400 toneladas. La idea es que funcionen como baterías gigantes: al dejar entrar el agua del mar, esta mueve una turbina conectada a un generador. Para recargarla, se bombea el agua hacia afuera, utilizando energía de la red para vencer la presión ambiental.
Un diseño de como sería una planta de StEnSea
Una prueba real. El sistema ya se puso a prueba con éxito en el lago de Constanza, y ahora el siguiente paso está marcado en el calendario para 2026. Se espera instalar un prototipo a escala real e impreso en 3D frente a las costas de Long Beach, en California. Este modelo podrá generar unos 0,5 megavatios y almacenar hasta 0,4 megavatios-hora, lo que bastaría para cubrir el consumo de un hogar medio en Estados Unidos durante unas dos semanas. La idea a futuro es ambiciosa: construir esferas mucho más grandes, de hasta 30 metros de diámetro, capaces de almacenar cantidades mucho mayores de energía. El objetivo es escalar el sistema con esferas de hasta 30 metros de diámetro, que permitirían una capacidad de almacenamiento mucho mayor. Según han detallado los investigadores en NewAtlas, el coste estimado de almacenamiento ronda los 5 céntimos de dólar por kilovatio-hora, una cifra muy competitiva frente a otras soluciones actuales.
Las renovables en Alemania. Aunque parezca contradictorio por su clima, el país ha apostado fuertemente por la energía solar, sobre todo en instalaciones de autoconsumo. Sin embargo, enfrenta un reto importante: la producción intermitente, o Dunkelflaute. Por ese motivo, proyectos como StEnSea pueden actuar como amortiguador del sistema eléctrico, porque almacena el exceso de energía renovable y lo libera cuando más se necesita.
¿Entonces las hidroeléctricas? A diferencia del almacenamiento por bombeo tradicional —que requiere montañas y grandes reservas de agua dulce—, este sistema no necesita elevaciones ni recursos hídricos limitados. Su diseño modular permite instalarlo en costas de todo el mundo. Además, este sistema ha planteado una ventaja económica ya que permite el arbitraje energético, comprando electricidad cuando es barata y vendiéndola en momentos de alta demanda.
Previsiones. Los investigadores creen que esta tecnología apenas ha mostrado la punta del iceberg. Calculan que, si se desplegara a gran escala, podría alcanzar una capacidad global de almacenamiento de unos 817.000 gigavatios-hora. Traducido a algo más tangible, sería suficiente para abastecer durante todo un año a unos 75 millones de hogares en Europa. Sin embargo, aunque el proyecto se presenta como una solución para evitar el uso intensivo del suelo, no deja de trasladar esa ocupación al fondo marino. Hasta ahora, el enfoque ha sido principalmente técnico, pero cabría esperar que en futuras fases se incluyan evaluaciones ambientales rigurosas que analicen su impacto en los ecosistemas oceánicos.
Ciudad del Vaticano, 25 may (EFE).- León XIV elogió el gran legado de la encíclica 'Laudato Si’ del papa Francisco que cumple 10 años, pues "enseño a escuchar el doble grito de la Tierra y los pobres", durante el rezo dominical del regina coeli por primera vez celebrado desde la ventana del palacio apostólico ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
"El papa Francisco firmó la oportuna encíclica dedicada al cuidado de nuestra casa común. Ha tenido una difusión extraordinaria, inspirando innumerables iniciativas y enseñando a todos a escuchar el doble grito de la tierra y de los pobres", dijo el pontífice estadounidense.
Asimismo animó al movimiento 'Laudato Si' que surgió tras la publicación de la encíclica "y a todos los que llevan adelante este compromiso".
También instó este sábado "a renovar el diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro del planeta", en un mensaje en la red social X.
"Esta encíclica del papa Francisco nos llama a renovar el diálogo sobre cómo estamos construyendo el futuro del planeta, para unirnos en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral y proteger la casa común que Dios nos ha confiado", escribió el papa estadounidense en la red social.
Encuentro en Brasil
El papa ha retomado la preocupación por el medio ambiente de su predecesor como expresó en el vídeomensaje que envió a un encuentro de rectores universitarios de América y la Península Ibérica en Río de Janeiro en el que les emplazó a "trabajar por una justicia ecológica, social y ambiental".
Ese encuentro también tenía por objetivo preparar la cumbre climática COP30, que este tendrá lugar en la ciudad amazónica de Belém y a la que el nuevo papa ha sido invitado por el Gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula Da Silva. EFE ccg
La evolución y el progreso del ser humano no pueden entenderse sin una habilidad clave: la de utilizar energía que proviene de fuera de su propio cuerpo. A lo largo de la historia, ha habido dos grandes hitos relacionados con esta capacidad:el control del fuego, hace aproximadamente 400 000 años, y la invención de la máquina de vapor, hace solo unos 250 años.
Este último avance impulsó un desarrollo económico y una mejora en la calidad de vida sin precedentes, pero fue también el principio del cambio climático, el mayor reto al que se enfrenta actualmente la humanidad.
¿Por qué se produce el cambio climático?
Hasta donde sabemos, la Tierra es un planeta único en el universo. Está rodeada por una estrecha capa de gases, llamada atmósfera, que hace posible la vida.
Cuando la radiación del Sol llega a nuestro planeta, solo una pequeña fracción alcanza su superficie. De esa energía, una parte es utilizada por los organismos que realizan fotosíntesis, y otra es absorbida por la Tierra y luego liberada en forma de calor. Este calor puede escapar al espacio o quedar atrapado por ciertos gases que se encuentran en la parte baja de la atmósfera.
Hablamos de los gases de efecto invernadero, y su función es fundamental, ya que al atrapar el calor ayudan a mantener la temperatura adecuada para que exista vida en la Tierra. Este proceso natural se llama efecto invernadero.
Entre los principales gases de efecto invernadero de origen natural están el vapor de agua (H₂O), el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O). Además, existen gases industriales (principalmente gases fluorados) creados por el ser humano y que también actúan como tales. Cuanto mayor es la concentración de todos esos gases en la atmósfera, más calor se retiene.
A lo largo de la historia de la Tierra, variaciones naturales en los gases de efecto invernadero han causado periodos de calentamiento y enfriamiento. Sin embargo, esos cambios solían ocurrir a lo largo de miles de años, influidos por fenómenos naturales como erupciones volcánicas o cambios en la vegetación.
Desde la invención de la máquina de vapor y el uso masivo de combustibles fósiles, las actividades humanas han comenzado a liberar grandes cantidades de gases de efecto invernadero en la atmósfera, especialmente CO₂. Y esto ha generado un aumento constante en su concentración.
Graves consecuencias
A medida que la temperatura global aumenta, también lo hace la cantidad de energía en la atmósfera. Esto provoca que los fenómenos meteorológicos extremos –como sequías, lluvias intensas, olas de calor o huracanes– sean más frecuentes e intensos. Además, el calentamiento global altera las corrientes oceánicas, eleva el nivel del mar y modifica la distribución de muchas especies en el planeta.
En el pasado, otros cambios climáticos han tenido un gran impacto sobre la vida en la Tierra, llegando incluso a provocar extinciones masivas. Además, grandes sequías han estado relacionadas con momentos críticos en la historia humana. Por ejemplo, la casi extinción de nuestra especie hace unos 900 000 años o la caída de grandes civilizaciones como el Imperio romano y algunas culturas precolombinas.
El cambio climático actual presenta dos diferencias importantes respecto a los anteriores. En primer lugar, su aceleración está provocada directamente por la actividad del ser humano. Y en segundo lugar, durante el último periodo de cambio climático, allá por la edad de hielo (hace poco más de 12 000 de años), la Tierra estaba habitada por menos de 10 millones de personas.
Ahora somos más de 8 000 millones. Esto significa que su impacto sobre la humanidad será mucho mayor que en cualquier época anterior.
A la caza y captura de CO₂
Una de las primeras acciones fundamentales para mitigar el cambio climático es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y desde los años 90 se han tomado numerosas medidas para ello. Pero no basta: también es necesario disminuir la concentración de esos gases ya presentes en la atmósfera. Dado que eliminar algunos de ellos es muy difícil desde el punto de vista técnico, los esfuerzos actuales se centran en capturar CO₂.
Existen varias estrategias para lograrlo. Por ejemplo, la captura en el lugar de emisión, como en plantas térmicas, fábricas de cemento o instalaciones industriales, entre otras. También es posible “cazarlos” en el aire mediante distintas tecnologías que extraen directamente CO₂ de la atmósfera. Sin embargo, ambos métodos son aún caros y deben solventar problemas tecnológicos importantes.
Una vez capturado, el CO₂ puede almacenarse de forma permanente en formaciones geológicas profundas, como antiguos yacimientos de gas o petróleo, o también inyectarse en aguas oceánicas también profundas.
Otra posibilidad es utilizar ese gas para fabricar productos donde permanezca atrapado a largo plazo. En este sentido, un estudio reciente propone una técnica innovadora: aprisionarlo en materiales de construcción, especialmente en cemento y hormigón. Esta ingeniosa técnica podría llegar a capturar hasta la mitad de las emisiones anuales de CO₂ a nivel global.
Con ayuda de la naturaleza
Además de las tecnologías de captura, existen las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”. Éstas se inspiran en la fotosíntesis, que permite a los organismos captar CO₂ atmosférico y transformarlo en materia orgánica. Es importante tener en mente que los combustibles fósiles no son más que CO₂ atmosférico capturado hace millones de años de la atmósfera a través de ese proceso.
Concretamente, las soluciones basadas en la naturaleza aprovechan la capacidad de los ecosistemas naturales para absorber y conservar carbono durante largos periodos de tiempo. Existen dos tipos principales: el carbono verde, capturado por ecosistemas terrestres como bosques tropicales, templados o boreales; y el carbono azul, capturado por ecosistemas marinos como manglares, marismas y praderas de plantas marinas.
Pradera de plantas marinas, un ecosistema capaz de captar y almacenar CO₂ durante largos periodos de tiempo.Fernando G. Brun
Conservar esos ecosistemas, expandir sus áreas y mejorar su capacidad de almacenar carbono (en su biomasa y en el suelo) es clave para aumentar la eliminación de CO₂ de la atmósfera a largo plazo. Además, estas soluciones evitan la emisión de otros gases de efecto invernadero (principalmente metano y óxido nitroso).
Y por si fuera poco, brindan múltiples beneficios directos e indirectos para el ser humano –conocidos como servicios ecosistémicos–, que incluyen desde la regulación del clima hasta la provisión de agua y alimentos