6 de septiembre de 2023

Corales pálidos: los primeros daños del calentamiento oceánico

 


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Por estrés, los corales duros expulsan sus algas simbióticas.CORTESÍA DE LORENZO ÁLVAREZ FILIP

Con el gesto de quién trae malas noticias, Lorenzo Álvarez cuenta la situación que atraviesan los corales en México. En las últimas semanas, las altas temperaturas de los océanos han amenazado a estos organismos. Lo más preocupante: el peligro ha durado mucho y se espera que continúe. Este panorama no es exclusivo de las costas mexicanas, en Florida, Colombia, Cuba, El Salvador, Costa Rica, Belice y Panamá, la comunidad científica lleva semanas reportando escenarios similares: corales blanqueados debatiéndose entre la vida y la muerte.

El especialista en ecología y conservación de arrecifes explicó en conferencia virtual que los corales reciben su color y energía de unas algas microscópicas que son sus compañeras simbióticas. Cuando los organismos se estresan, como lo hacen con el calor, interrumpen esta relación y expulsan a sus algas, sin ellas, los corales pierden color y quedan indefensos; su riesgo de morir es alto pues además de no recibir nutrientes, una vez blanqueados, están más expuestos a que la luz del Sol los dañe.


Pepino de mar capturado en el Mar de Japón.
Investigadores llevan más de una década diseñando un sistema de cultivo para evitar la aniquilación de la especie. Ya se realizan las primeras pruebas piloto.

Lorenzo Álvarez y Juan Pablo Carricart trabajan en el Laboratorio de Esclerocronología de Corales Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) ubicado en Puerto Morelos, Quintana Roo. Ambos coinciden en que la situación es el daño más grave que el cambio climático ha hecho a los corales mexicanos. “No existe algo tan drástico como lo que estamos viendo hoy, no existe un precedente en los arrecifes de México, sobre todo en los del Caribe mexicano”, dice Carricart.

“Una colonia de cuatro metros de diámetro y cuatro metros de alto tarda varios cientos de años en alcanzar ese tamaño, crecen unos pocos milímetros anualmente, lo que estamos viendo ahora es muy triste porque estos corales pueden llegar a morir en semanas”, agrega Álvarez.

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Sin corales, se pierde el potencial de crear arrecife.

 
CORTESÍA DE LORENZO ÁLVAREZ FILIP

Los científicos no solo exponen su preocupación por estos organismos, apuntan que será necesario estudiar los daños y exigir a los gobiernos medidas para combatir la crisis climática. No es momento de abandonar a los corales a su suerte. “Queremos continuar peleando nuestra batalla desde la trinchera en que estamos”, enfatiza Álvarez.


Bosque marino en Santa Barbara, CA.
Las algas gigantes crean bosques marinos en las costas del noreste del Pacífico, pero en Baja California estos ecosistemas se encuentran amenazados debido a olas de calor y plagas de erizos morados.

Un calor sin precedentes

El mar arde. La Organización Meteorológica Mundial informó que julio fue el período más caliente desde que se tiene registro. Una semana después, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dijo que los efectos del calentamiento global, que alcanza el nivel ebullición global, eran consistentes con las predicciones y advertencias, “la única sorpresa es la velocidad del cambio”.

Los investigadores tienen señales sobre la amenaza inminente. La primera es que debido al cambio climático, las temperaturas actuales de los océanos son anómalas. Esto se observa en datos satelitales generados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), así como en mediciones locales.

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Julio fue el período más caliente desde que se tiene registro humano.

 
NOAA

En algunas regiones esta situación se empalma con el patrón climático de El Niño, que entró en acción este año y su efecto produce un mayor calentamiento del océano Pacífico. La NOAA muestra también alertas de blanqueamiento de coral mediante un monitoreo con imágenes satelitales. Alrededor de México y el Caribe la alarma es constante.

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En México, el nivel de alerta de blanqueamiento es el más alto.

 
NOAA

El estrés térmico preocupa por dos cosas: su intensidad y su duración. “Lo que estamos viendo en las costas de nuestro país es que en algunos lados la temperatura está subiendo mucho, en otros lados un poco menos, pero todas están por encima de lo que deberían estar. Pero lo que más preocupa es el tiempo que está durando caliente, ya van meses y esto puede durar varias semanas más”.

En relación a las altas temperaturas, los científicos pueden prever daños a los corales contando las semanas de estrés acumulado. Esto funciona así: Álvarez explica que el blanqueamiento empieza luego de cuatro semanas de estrés por temperaturas superiores al máximo promedio, con el doble de tiempo, se espera que empiecen a morir. La circunstancia actual es alarmante porque en el Caribe mexicano nunca se había rebasado las nueve semanas. “Estamos alcanzando las 20 seguidas”.


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El bioartista Gilberto Esparza experimenta a través de criaturas simbióticas posibles soluciones a los impactos de la huella humana sobre el planeta Tierra.

En el Pacífico mexicano, específicamente en las costas de Huatulco, en el Estado de Oaxaca, los daños son evidentes. Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana y de la Universidad del Mar indicaron en junio que los corales se empezaron a estresar; en julio observaron grandes extensiones de arrecife blancas. En agosto han registrado muertes masiva de corales.

En Jalisco, Guerrero, Veracruz y Quintana Roo también detectaron blanqueamiento en dichos organismos. En la ciudad de Puerto Morelos, en Quintana Roo, el problema alcanzó a corales que habían reforestado como parte de los esfuerzos para recuperar algunas zonas. Y aunque en general la curva de mortandad no se ha disparado, pues esto toma tiempo, ya observan pérdidas del 20% en las poblaciones de coral.

En el contexto histórico, explica el investigador, en el Caribe se han perdido muchos corales por el desmedido desarrollo costero y la contaminación, así como por eventos de estrés térmico previos y enfermedades que han mermando la salud de los ecosistemas.

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El blanqueamiento de los corales es un problema mundial.

 
CORTESÍA DE LORENZO ÁLVAREZ FILIP

El investigador Álvarez Filip, en entrevista para WIRED, menciona que los corales son como los ladrillos del arrecife. De modo que si estos organismos mueren, se pierde el potencial de construcción. “Como una casa abandonada, el proceso que domina es la destrucción”. Álvarez cuenta que ver estos escenarios es devastador. En su experiencia (lleva 15 años estudiando y cuidado corales) uno de los peores eventos que afrontó fue la enfermedad del síndrome blanco. En esa ocasión, "se contaron decenas de miles de cadáveres”.


Barcos en el mar con Ocean Cleanup
Los parches de plástico flotante están repletos de vida, y las empresas de limpieza que se encargan de retirar la basura del agua corren el riesgo de destruir un hábitat marino.

El primer blanqueamiento masivo ocurrió en 1998 y mató al 8% de los corales del mundo. Luego, entre 2014 y 2016, hubo un nuevo reporte: una de las regiones más dañadas fue la Gran Barrera de Coral, donde el 90% de los corales quedaron blanqueados y el 20% murió. A nivel global se ha identificado que de 2010 a 2020 los registros de blanqueamiento aumentaron en frecuencia e intensidad, y la tendencia va en incremento.

¿Hay algo que podamos hacer?

Según el informe Estado de los arrecifes de coral del mundo: 2020, los arrecifes de coral albergan el 25% de las especies marinas y brindan “protección costera, bienestar, alimentación y seguridad económica de cientos de millones de personas”.

“En el caso del Caribe mexicano son billones de dólares que se generan directa o indirectamente y una gran cantidad de personas, depende directa o indirectamente de sus servicios”, señala el investigador.

La Red Global de Monitoreo de Arrecifes de Coral (GCRMN, por sus siglas en inglés) señala que en la región Pacífico tropical oriental, que incluye nueve países latinos, entre ellos México, hay 780 kilómetros cuadrados de arrecifes de coral. “Billones de corales vivos están bajo un severo riesgo”.

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El aumento de la temperatura y la contaminación estresan a los corales.

 
CORTESÍA DE LORENZO ÁLVAREZ FILIP

Dado que el cambio climático es la causa de la situación actual. Álvarez considera que habrá que empezar por aceptar responsabilidades. Desde el punto de vista de política pública, indica, corresponde demandar que cualquier proyecto dentro de la administración pública o dentro del sector privado no pase por alto el evitar amenazas que aporten al cambio climático.

Los investigadores apuntan que es elemental planear a futuro y diversificar acciones, “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Por eso, hacen un llamado a que quienes invierten en soluciones a que no opten por ideas estridentes que prometan resolver problemas en poco tiempo, con poco trabajo.


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Es el segundo agujero azul más grande del mundo. Se llama Taam Ja’ y está en la bahía de Chetumal, en la península de Yucatán. Tiene una profundidad de 274,4 metros y parte del agua que contiene podría ser de antes de las glaciaciones

“Un esfuerzo grande”, puntualiza Álvarez. Que requiere, en un inicio, personal que documente el número de corales afectados y su grado de impacto. Algo que ya hacen en Puerto Morelos, entre brigadas ciudadanas, la UNAM, personal del parque y la Comisión Nacional de Áreas Protegidas. Sin embargo, en otras zonas afectadas del país falta hacer esto. Algo que esperan identificar es si hay organismos que resistan más que otros y por qué. Pues ese tipo de conocimientos les permitirá diseñar estrategias a futuro.

La guerra en Ucrania y la transición a la sostenibilidad: algunas verdades, pero no toda la verdad

 La guerra en Ucrania está recibiendo, en los países de la Unión Europea, una intensa atención mediática que parece estar logrando una aceptación ciudadana mayoritaria de las medidas de apoyo al Gobierno de Kiev para que logre la victoria, expulse al ejército ruso y ejerza su derecho a integrarse en la Unión Europea y en la OTAN. 

También la opinión ciudadana rusa parece apoyar mayoritariamente las acciones militares emprendidas por el Gobierno ruso. En ambos bandos, los responsables políticos defienden la necesidad de la victoria, apoyándose en hechos que parecen bien documentados.

Sin embargo, ¿en qué medida los relatos de apoyo a la guerra proporcionan un conocimiento veraz, basado en hechos ciertos? ¿Estamos condenados a apoyar esta guerra “hasta la victoria”, aunque ello esté provocando muertes, destrucción y obligue ya a posponer las medidas para hacer frente al cambio climático y demás problemas que configuran la actual situación de emergencia planetaria y amenazan nuestra supervivencia?

Algunos hechos preocupantes bien conocidos

Desde el inicio de la invasión el 24 de febrero de 2022, millones de ciudadanos ucranianos se han visto obligados a emigrar a otros países. Buena parte de las infraestructuras del país han sido destruidas. Ha habido torturas, violaciones y ejecuciones, acreditadas por comisiones de observación independientes. Y más de doscientos mil soldados y civiles ya han muerto o han sido heridos gravemente

Todos estos hechos están bien documentados y han sido ampliamente difundidos por medios de comunicación, politólogos y responsables políticos. Parece lógico, pues, que los gobiernos y la ciudadanía de los países europeos se muestren mayoritariamente a favor de apoyar a Ucrania, con armas y ayuda económica “hasta la victoria” sobre sus invasores; y que se rechace la búsqueda de una paz que suponga negociación con “los culpables”, en vez de su condena. 

Todo parece claro: esta guerra ha estallado por la voluntad agresiva del Gobierno ruso y exige un apoyo incondicional a Ucrania, cuya victoria adquiere una prioridad que obliga a posponer otros objetivos que se consideraban imprescindibles y urgentes, como la transición energética para luchar contra el cambio climático. 

De acuerdo con ello, para dejar de utilizar el gas y el petróleo ruso, se ha vuelto a autorizar el uso del carbón o la técnica del fracking, que contribuyen más gravemente al incremento del efecto invernadero y a la contaminación ambiental. 

Y se aumentan los presupuestos militares a expensas de la lucha contra el hambre y demás Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ello parece inevitable como respuesta al hecho cierto de una agresión militar de muy graves consecuencias, de la que se nos informa prolijamente. Sin embargo…

Otros hechos preocupantes que no deben ignorarse

Conviene recordar que el gobierno provisional ucraniano formado tras la revolución naranja dedicó su primera medida oficial, en febrero de 2014, a cambiar la ley de idiomas vigente, que reconocía la cooficialidad, junto al ucraniano, de las lenguas maternas de la población de diferentes regiones (húngaro, polaco y, muy particularmente, ruso), pasando a dejar el ucraniano como único idioma oficial. 

Este cambio legal, que transgredía derechos lingüísticos fundamentales, provocó la repulsa ciudadana y grandes manifestaciones en las regiones de habla mayoritariamente rusa, en las cuales se organizaron referendos en favor, inicialmente, de la autonomía dentro de Ucrania. 

Las autoridades de Kiev reaccionaron de forma violenta, reprimiendo con el ejército estas reivindicaciones. Hubo más de diez mil muertos en las regiones de Donetsk y Lugansk, pero Kiev no logró una victoria total para recuperar su autoridad sobre estas regiones.

También en Crimea se rechazaron las nuevas medidas, aunque en este caso no hubo violencia. En los años 60 del siglo XX, una reorganización de la estructura de la URSS transfirió Crimea a Ucrania por razones de vecindad geográfica, aunque su población de origen ucraniano era muy inferior a la rusa. 

En 2014, como respuesta a la nueva política lingüística y autonómica, las mismas autoridades nombradas por Ucrania organizaron un referéndum que condujo a la independencia de Crimea y a solicitar seguidamente su reintegración en la República Federal Rusa, para contar con el apoyo de Moscú frente a las imposiciones ultranacionalistas del nuevo Gobierno de Kiev. 

Por lo que respecta a las regiones de Donetsk y Lugansk, para poner fin a las muertes y destrucción provocadas por el conflicto entre el ejército de Kiev (asesorado por la OTAN) y el de las autoproclamadas repúblicas autónomas (apoyado por Moscú), tuvieron lugar en Minsk (Bielorrusia) negociaciones entre el Gobierno ucraniano y representantes de las dos repúblicas. Actuaron como garantes Francia y Alemania por parte de Kiev y Rusia por parte de Donetsk y Lugansk. 

En septiembre de 2014 se alcanzaron unos acuerdos que garantizaban la permanencia de ambas repúblicas autónomas como parte de Ucrania, así como la recuperación de los derechos autonómicos que Kiev había arrebatado a sus poblaciones. 

Estos acuerdos, lamentablemente, no fueron respetados: el ejército de Kiev lanzó una nueva ofensiva contra las repúblicas autónomas y fueron necesarias nuevas conversaciones que condujeron a los acuerdos Minsk II, firmados en febrero de 2015 y refrendados por Naciones Unidas. 

Tampoco estos nuevos acuerdos fueron aplicados por Kiev, que se negó a organizar un referéndum para modificar la constitución de Ucrania en un sentido federal. Solo se mantuvo el alto el fuego, aunque con puntuales violaciones por parte de los ultranacionalistas ucranianos, según consta en los informes de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación Europea). Estos hechos son, una vez más, ignorados sistemáticamente.

Hay muchos más hechos importantes que ni han sido mencionados por los medios de difusión ni tomados en consideración por los responsables políticos europeos. Por ejemplo, la Misión de Derechos Humanos de Naciones Unidas para Ucrania ha informado de graves violaciones a las garantías fundamentales por parte de las fuerzas rusas y ucranianas, pero los medios de comunicación sólo han dedicado atención, en general, a las acciones rusas. 

Mención especial en esta historia tiene el comportamiento de EE. UU. y la OTAN, desde que, en 1990, aseguraran al presidente soviético Mikhail Gorbachov que la OTAN no se expandiría hacia sus fronteras, para lograr así que la URSS aceptara la reunificación alemana. Sin embargo, tras la desaparición de la Unión Soviética, la OTAN comenzó a expandirse hacia el este, aproximándose progresivamente a la República Federal Rusa. 

Hechos como los que acabamos de mencionar no justifican, por supuesto, la invasión de Ucrania por el ejército ruso, pero tampoco son justificables, ni pueden ignorarse en el diseño de una paz durable.

¿Cómo poner fin a la guerra?

La respuesta a cómo lograr la paz ha de tener en cuenta que no es posible encontrar solución para un problema si se ignoran u olvidan sus posibles conexiones con otros problemas. 

Esto es algo reiteradamente constatado en cualquier campo científico y, muy particularmente, en el de la problemática socioambiental que ha conducido a la actual situación de emergencia planetaria, marcada por el cambio climático, el agotamiento de recursos esenciales, la pobreza extrema de millones de seres humanos o la acelerada pérdida de biodiversidad y degradación de todos los ecosistemas. 

Ninguno de dichos problemas puede ser resuelto aisladamente, pues están estrechamente vinculados y se potencian mutuamente. Por esta razón, la necesaria transición a sociedades sostenibles exige urgentes acciones coordinadas en el conjunto de los problemas, es decir, avances en todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

De manera similar, la paz en Ucrania no puede lograrse intentando solucionar únicamente el problema de la invasión por las tropas rusas: es necesario contemplar también la recuperación de los derechos lingüísticos y autonómicos de las regiones ucranianas que han sido desprovistas de los mismos; y son necesarios acuerdos que garanticen una seguridad compartida, tanto de Ucrania como de Rusia y del conjunto de los países europeos. 

Estos problemas están vinculados y todos deben ser tomados en consideración conjuntamente. En caso contrario seguirán incrementándose las tensiones, las acciones que violan el derecho internacional y, muy particularmente, las carreras armamentistas. Ello nos remite a otra problemática, en la que conviene detenerse, que se ve afectada por la falta de una información veraz.

¿En qué medida está hoy avanzando la necesaria transición a la sostenibilidad?

El mismo año 2022 en que se inició la invasión rusa, se celebró en Egipto la Conferencia sobre Cambio climático COP27, alcanzándose acuerdos que reafirman el compromiso de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 ℃ por encima de los niveles preindustriales. 

Y también ese mismo año se publicó el Informe anual sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que recoge los avances para alcanzarlos. 

Pero esta aparente continuidad del proyecto de transición a la sostenibilidad se ha visto neutralizada por los efectos de la guerra de Ucrania, que ha exigido crecientes presupuestos militares, a expensas de los recursos necesarios en nutrición, sanidad, educación, cultura… impidiendo abordar, con la necesaria dedicación y urgencia, la solución de los graves problemas planetarios de degradación ambiental y social –como la inaplazable mitigación del cambio climático– e imposibilitando la consecución de los ODS.

Merece la pena, a este respecto, destacar la intervención del relator especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente, David R. Boid, en la Cumbre Estocolmo+50, celebrada con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente 2022. Boid señaló lo siguiente:

“La paz es un requisito previo indispensable para el desarrollo sostenible y el pleno disfrute de los derechos humanos, incluido el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible. Es imprescindible acabar con las guerras, garantizar la paz e iniciar los procesos de saneamiento y restauración tan pronto como sea humanamente posible”. 

Sin embargo, los responsables políticos y los medios de comunicación parecen ignorar este requisito imprescindible y siguen hablando de transición a la sostenibilidad como algo ajeno a la continuidad de la guerra. 

En esta y en todas las guerras, es necesario tomar en consideración toda la verdad, todos los hechos vinculados. Y su solución, una auténtica paz, no pasa por la victoria de una de las partes. Pasa por acuerdos basados en el reconocimiento de los derechos humanos –políticos, económicos, culturales, ambientales, incluido el derecho a la paz y a la seguridad– de las comunidades enfrentadas, sin olvidar a aquellas otras poblaciones afectadas directa o indirectamente, es decir, al conjunto de la humanidad.

En consecuencia, la comunidad científica y los movimientos ciudadanos debemos implicarnos decididamente en la tarea prioritaria de exigir que se tome en consideración toda la verdad. Exigir que se escuchen voces como la de Noam Chomsky(influyente pensador norteamericano de origen ucraniano), Jeffrey Sachs (asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible) y Federico Mayor Zaragoza (exdirector general de UNESCO y actual presidente de la Fundación Cultura de Paz). 

Será posible, así, un alto el fuego que ponga fin a la escalada de muertes, destrucción y discursos belicistas, dando paso a la organización de negociaciones de paz que conduzcan a acuerdos de seguridad compartida, a la reconstrucción de las regiones destruidas y a retomar los esfuerzos para avanzar decidida y urgentemente en la necesaria transición planetaria a la sostenibilidad ambiental y social.