omar conciencia de la importancia de algunas de las cuestiones ambientales que condicionan nuestro futuro depende de la forma en que se transmitan y divulguen términos como la crisis climática, la pérdida de biodiversidad o la transición energética, sin olvidarnos que tienen como trasfondo un elemento ineludible: la credibilidad de su contenido.
Si algo hemos aprendido en este tiempo de pandemia es que resulta crucial tener acceso a fuentes de confianza que nos ayuden a comprender, estos conceptos, algunos complejos y otros que suscitan polémica.
Las cuestiones relativas a la ciencia y al medio ambiente son a menudo difíciles de comunicar, por ello necesitan una atención especial sobre la posible desinformación cuando no se atiende a cuestiones de rigor o de precisión.
Por otro lado, los temas ambientales se enfrentan a una dicotomía muy particular: el interés económicofrente al interés de la protección ambiental.
Este conflicto no siempre se resuelve en favor del público, que generalmente tiene pocas herramientas para protegerse de comunicaciones dudosas, engañosas o en ocasiones claramente falsas que les llegan desde los ámbitos de la publicidad, de los productos de consumo o directamente desde los medios de comunicación.
Así, desde hace relativamente poco tiempo, ha irrumpido en nuestro vocabulario lo que conocemos por fake news, y que afectan en gran medida a las cuestiones medioambientales y de sostenibilidad
El concepto de noticias falsas o fake news se repite de manera recurrente en los medios de comunicación y redes sociales a raíz de que la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos lo popularizara en 2016.
Desde la acusación del político republicano a los medios de línea editorial progresista, las fake news aludían a una supuesta manipulación con intereses ocultos ligados al contenido de la noticia en cuestión.
De esta manera, desde esta candidatura el cambio climático pasó a ser llamado fake news por Trump y algunos de sus seguidores y medios afines.
Expertos en comunicación destacan el problema de la desinformación climática y sus fuentes, sobre todo en un momento en el que se ha señalado el cambio climático como fake news, porque el concepto en la era Trump se ha usado para desacreditar algo que no gusta.
Pero ¿qué se puede considerar fake news? Se puede considerar que el término es un paraguas que abarca 3 principales formas de información incorrecta: la desinformación por negligencia (errores en la información), la desinformación intencionada (para dirigir a la audiencia hacia una línea de pensamiento concreta o para confundirla) y, como categoría separada, la parodia o la sátira.
La publicidad y las relaciones públicas, que se incluirían en el segundo grupo, son una poderosa fuente de desinformación, y por tanto de fake news, en tanto que durante años el negacionismo climático se alimentó de campañas estratégicas organizadas por think tanks conservadores estadounidenses.
Los expertos también consideran que el greenwashing o lavado verde es un tipo de noticia falsa en tanto que nos proporcionan información que no es verdadera, en tanto no nos están dando todo el contexto de la información.
Para combatirla, se considera necesario que los medios de comunicación se esfuercen más en proporcionar ese contexto, principalmente en lo relativo a la información climática.
También es importante incluir el apoyo a la independencia de los medios entre las claves para combatir las fake news, además de huir de las burbujas informativas que se crean en redes sociales o acudir a losverificadores ante la más mínima duda.
Uno de los problemas que vienen aparejados con la todavía escasa cobertura de la crisis climática es que las redes sociales acojan aquellos debates que los medios convencionales no son capaces de abordar.
De las redes sociales, destaca el peligro del efecto cámara de eco que se produce cuando sólo se sigue a perfiles que proyectan una visión similar y a menudo compartida por el que los lee, de modo que se refuerzan las creencias que uno ya tenía y se radicalizan las posturas.
Además, las redes sociales se han convertido en el refugio para este tipo de malas prácticas. Por eso se defiende que, en medio de una crisis ecológica de escala mundial, la sociedad necesita ahora más que nunca tener un periodismo riguroso y de servicio.
A esto se suma la necesidad de disponer de equipos de verificación como una de las herramientasimprescindibles para combatir las fake news, apoyadas en estándares, con unos procesos semiautomatizados y metodologías homogéneas que se emplea a nivel global.
Se ha observado que los bulos o noticias falsas del medio ambiente se suelen concentrar en el negacionismo, habiendo conseguido entrar en el discurso público en ciertos aspectos.
En España un ejemplo fue la borrasca Filomena, cuando se vio que algunas personas pensaban que es fácil rebatir el calentamiento global cuando hay olas de frío histórico, consiguiendo que ese pensamiento permanezca en una parte de la opinión publica.
En el otro extremo, también se puede dar una exageración de los datos para otorgar más dramatismo a la crisis ecológica o a la asociación de fenómenos meteorológicos extremos al cambio climático antes de que se den a conocer los resultados del estudio de atribución correspondiente.
Como conclusión a lo expuesto, se torna imprescindible educar al público tanto en las cuestiones que atañen al clima como en las tácticas que usan los desinformadores, lo que aumentará las posibilidades de que estas noticias falsas no ganen terreno.
Esperamos que esto consiga poner freno a la desinformación y allane el camino para la correcta divulgación y comprensión de todas estas cuestiones que afectan a la sostenibilidad de nuestro estilo de vida.
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