Lourdes Uquillas.- Es «urgente» que se restauren los ecosistemas degradados, para detener la erosión y la degradación de los suelos causada por los diversos usos antropogénicos, de lo contrario, está en peligro la supervivencia de los ecosistemas y del ser humano, señala la presidenta de Ipbes, Ana María Hernández Salgar.
Así lo afirma la presidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) en entrevista con EFE en el marco del Día Internacional de la Diversidad Biológica que se celebra este domingo, poniendo énfasis en la Década de la Restauración establecida por Naciones Unidas (2021-2030).
Detener la erosión y la desertificación
Durante estos años, el proyecto de Restauración de Naciones Unidas pretende «no solo apoyar los procesos para retornar la funcionalidad y la dinámica de los ecosistemas para recuperar biodiversidad y servicios ecosistémicos, sino también apoyar la reducción de grandes problemas como la degradación de los suelos y los efectos del cambio climático».
Según Hernández Salgar, así lo confirma además el informe sobre desertificación presentado hace unas semanas por la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) y que ha cerrado este viernes su Conferencia de las Partes (COP15) reunida en Abiyán (Costa de Marfil).
El informe sobre desertificación reafirmar «la necesidad urgente de detener la erosión y degradación de los suelos» que es causada por los diversos usos que le da el hombre, y debido a ellos, «no solo los servicios ecosistémicos están en peligro, sino también la supervivencia del ser humano, porque sin un buen suelo y ecosistemas funcionales no tenemos los servicios esenciales para una buena agricultura, no tenemos ciclos de agua o de aire».
Además, todo esto aporta a la regulación de los ciclos que «minimiza los impactos que existen en los océanos».
Lucha contra la sequía
Se puede lograr revertir la sequía «de la misma forma que se está haciendo y se está tendiendo a revertir los procesos de cambio climático y pérdida de biodiversidad», asegura, y resalta el trabajo de la Convención de Desertificación que «está siendo muy activa, tomando muy buenas decisiones basadas en la ciencia para revestir la erosión y degradación de suelos y combatir la sequía, pero todavía hace falta que sean procesos más globales».
Todos estos cambios sólo se lograrán «con un cambio» de patrones de producción, de consumo, de modelos económicos y sociales que fomentan «la inequidad», y no combaten la pobreza, el hambre o las necesidades humanas en términos de bienestar para la población, que «son los motores que generan los impactos como tala de bosques, deforestación, pérdida de biodiversidad, gases de efecto invernadero o desertificación».
La restauración es fundamental
Por todo ello, el tema de la restauración «es fundamental», como uno de los ejes de recuperación en términos de las problemáticas ambientales globales, que se podrían solucionar afrontando la situación planteada por UNCCD, que asegura que por cada dólar invertido en la restauración de tierras puede generar entre 7 y 30 dólares de beneficios.
Hernández Salgar sostiene que hay empresas con grandes impactos en el medio ambiente que están trabajando en procesos de responsabilidad social, empresarial y ambiental (RSC) y parte de esa compensación está encaminada a la restauración de ecosistemas.
No obstante, señala, no todos los sectores están involucrados, aún el «tema de restauración es visto como un ejercicio simbólico, yo siembro un árbol y apoyo al planeta», pero es un proceso que «va mucho más allá de eso», es un ejercicio «permanente, de trabajo transdisciplinar, comunitario e intersectorial, porque es un proceso de recuperación».
Sostiene la presidenta de Ipbes que en la evaluación de 2018 de la entidad se señaló que «es más efectivo prevenir que llevar a cabo todo el proceso de restauración», porque el problema es que los ciudadanos perciben la degradación a mediano y largo plazo y a veces «no nos damos cuenta del mal que se está haciendo en los ecosistemas, y cuando se inicia un proceso de recuperación, en algunas ocasiones, «el daño ya es bastante grande, y hay que hacer grandes inversiones sin estar seguros que esos procesos de restauración sean exitosos.
«Para el éxito de un proceso de restauración se necesita paciencia, monitoreo e inversión», incide.
Intervención del sector privado
Señala que en este proceso de restauración el sector privado es «una parte muy importante», porque «tienen también una gran capacidad de trabajar comunitariamente, de apoyar procesos en los territorios».
Además, asegura, en los procesos de conservación y restauración, «debe haber una vinculación entre todos los actores involucrados en ellos, tanto los que cuidan como los que descuidan», e incide «es mejor la prevención mejor que la recuperación».
Por ello, hace una invitación al diálogo al «ambientalismo», incitándole a «dar cabida al sector privado», porque en muchas ocasiones «se ve con reticencia la participación de este sector», pero se debe aprender a trabajar entre todos desde los diferentes conocimientos.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), la degradación de los ecosistemas terrestres y marinos afecta el bienestar de 3.200 millones de personas en el mundo y supone la pérdida cercana al 10 % del Producto Interior Bruto (PIB) anual.
Además, de acuerdo a los cálculos de Naciones Unidas, restaurar unos 350 millones de hectáreas de tierras degradadas hasta 2030 supondría la generación de 9 billones de dólares en servicios ecosistémicos y eliminar de la atmósfera entre 13 y 26 gigatoneladas adicionales de gases de efecto invernadero (GEI).
Comunidades y pueblos indígenas
En este trabajo de conservación y restauración según la presidenta de Ipbes, es fundamental el conocimiento y los saberes ancestrales de los pueblos y comunidades indígenas y locales, con las que trabajan desde un inicio en la elaboración de sus informes, concluye Hernández Salgar.
En ese sentido, en julio, durante la novena reunión plenaria de Ipbes en Bonn, se va a aprobar una evaluación metodológica sobre múltiples valores de la biodiversidad, porque «no se puede ver la biodiversidad desde un solo ángulo, y para ello, hay que aprender, escuchar y dialogar», aunque, reconoce, que aún falta un trabajo más enfocado en lo local y en eso Ipbes está trabajando con una red de pueblos indígenas y locales.
Tráfico y aprovechamiento de especies
En relación al tráfico de especies, Hernández Salgar informa que en Bonn también se aprobará una evaluación sobre «uso sostenible de especies silvestres, con información muy específica sobre el tráfico ilegal de especies silvestres».
Sobre el aprovechamiento de las especies de animales y plantas por parte de las farmacéuticas, sostiene que «está regulado por cada país y en muchos casos se está reconociendo el acceso a los recursos genéticos para hacer sus procesos, los permisos de colecta y, en general, están cumpliendo con los procesos de ley».
Explica que hace 20 años empezó a hacer un seguimiento de los problemas de propiedad intelectual sobre los activos vegetales y animales, cuando existían «procesos de biopiratería flagrantes», sin embargo, «eso se ha modificado», asegura, y sostiene que «cada vez se ve más responsabilidad y cumplimiento de los sectores cuando tienen que acceder a los recursos e información genética para la elaboración de sus principales componentes».
No obstante, aún existen «accesos ilegales, pero no son solamente las empresas, sino también de personas sin escrúpulos que quieren vender al mejor postor los componentes de la biodiversidad, con procesos realmente obscuros del tráfico ilegal».
Latinoamérica necesita invertir más en proyectos ambientales
La presidenta de Ipbes, asegura que «Latinoamérica es una de las regiones que más conciencia ambiental tiene», en general, por la riqueza biodiversa, de aguas y cultural que albergan los territorios.
Sin embargo, «sabemos que somos países en desarrollo, reconoce la colombiana Hernández Salgar, y en este proceso, los países «tienden a ser más impactantes en la riqueza natural» para lograr niveles de producción basados en materias primas, «pero se está evolucionando de forma interesante hacia la tecnología, innovación o los servicios».
No obstante, existen procesos complejos en toda Latinoamérica, con «situaciones de desigualdad social e inestabilidad compleja, de actividades ilegales que generan conflictos socio económicos en los territorios y de seguridad, también en temas de control y liderazgo ambientales».
En proyectos e implementación de proyectos de conservación «estamos bastante bien», asegura, pero aún falta «algo fundamental», que los países latinoamericanos «inviertan más en procesos ambientales, porque mucho depende de cooperación internacional, y si esta se cortara básicamente se cortaría una gran cantidad de cosas que se están haciendo».
Recuerda, finalmente, que del 3 al 9 de julio, en la reunión plenaria de Ipbes en Bonn se aprobarán dos evaluaciones: una de los múltiples valores de la biodiversidad y otra de usos sostenibles de especies silvestres, «un trabajo basado en el futuro de las nuevas generaciones y en el conocimiento y de entrega de información está guiado por el afán de tener un mejor planeta donde vivir», concluye. EFEverde
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