Por ensuciar, que no quede. Los seres humanos hemos conseguido llevar nuestra basura incluso fuera del planeta Tierra, en forma de todo tipo de restos (desde satélites abandonados hasta etapas gastadas de cohetes pasando por fragmentos y escombros de diversas misiones espaciales) que flotan sobre todo en la órbita terrestre y que están alcanzando un volumen preocupante por la forma en la que pueden terminar afectando a futuros lanzamientos. Hasta la Estación Espacial Internacional ha tenido que ser blindada para disminuir el riesgo de ser severamente dañada por alguno de estos restos.
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