Por José Luis Fernández-Checa
Madrid, 12 de febrero.- Las señales de alerta, cada vez más acuciantes, se acumulan día a día: Doñana está en peligro. El cambio climático y la acción humana presionan este espacio natural emblemático, hasta el punto de plantearse su supervivencia.
Los últimos datos conocidos se refieren a la extracción y gestión de agua de sus acuíferos: un equipo científico, compuesto por 22 investigadores de distintos centros, liderado por la Estación Biológica de Doñana y el Instituto Geológico Minero, ambos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha analizado más de setenta estudios relacionados con el agua subterránea y el estado de conservación del espacio natural en los últimos 50 años.
Su principal conclusión es que los estudios han puesto de manifiesto que la excesiva extracción de agua causa "graves impactos" pero también que esa información científica no ha tenido mucho impacto: "Desde los años 70 las diferentes voces científicas y técnicas han denunciado y denuncian que la extracción sin control de aguas subterráneas tendría consecuencias gravísimas para Doñana; sin embargo, es inevitable tener la sensación de que los gestores del agua y el territorio implicados en esta zona a todas las escalas no han escuchado estas denuncias, o si las han escuchado, no han logrado tomar acciones efectivas", ha señalado Carolina Guardiola Albert, investigadora del IGME-CSIC.
El CSIC ha apuntado en un comunicado que los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) demuestran un descenso general de los niveles freáticos en todo el espacio a lo largo de las tres últimas décadas y, especialmente, en las áreas más cercanas a las zonas de extracción de agua para uso agrícola y consumo urbano.
Junto a ello, numerosos estudios han registrado impactos sobre los hábitats acuáticos y terrestres de Doñana y sobre la calidad de sus aguas.
Tres años difíciles
Este estudio se conoce poco después de la difusión de otra investigación, realizad por la Universidad Pablo de Olavide (UPO) fruto de un convenio con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), en la que se afirma que los datos de nivel del agua y temperatura registrados en las lagunas de Doñana durante los últimos tres años han sido los peores desde que se tienen registros y que los resultados previstos para el futuro son la desaparición de muchas de las lagunas temporales y la transformación de lagunas permanentes a lagunas estacionales-temporales.
El responsable de la investigación, Miguel Rodríguez, profesor del Área de Geodinámica Externa de la UPO, explicó en la presentación de los resultados que el cambio climático, los riegos agrícolas y el abastecimiento para el turismo como los tres factores clave que influyen negativamente en el mantenimiento de estos ecosistemas: “Este estudio evidencia la alteración del régimen hídrico de las lagunas peridunares de Doñana y su impacto en las propiedades fisicoquímicas del agua, resaltando la importancia de la gestión sostenible del acuífero de Doñana en el contexto actual de cambio climático”.
El estudio muestra cómo el hidroperiodo y el grado de inundación de dichas lagunas de Doñana se ha reducido significativamente, y subraya que las lagunas son ecosistemas muy sensibles a pequeños cambios en la distribución anual de las precipitaciones. “Por ejemplo, hemos visto que en el año 2022/2023 llovió aproximadamente la misma cantidad que el año 2021/2022 (en torno a 375 mm/año). Sin embargo, la distribución de las precipitaciones fue diferente, lo cual provocó que las lagunas permaneciesen secas durante más tiempo”, explicó Rodríguez.
Por otra parte, se registraron temperaturas del aire extremadamente altas, de 19,6 °C frente a la media histórica para esta zona (16,9 °C), mientras la temperatura del agua aumentó también notablemente en las lagunas durante el periodo de estudio, aunque en los piezómetros profundos se observó una tendencia ligeramente descendente.
El conocimiento detallado del modo de llenado y vaciado de las lagunas ha permitido calibrar modelos hidrológicos y predecir el comportamiento futuro de estos ecosistemas, ha indicado la UPO.
Según las predicciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), para los escenarios RCP 4.5 y RCP 8.5 (trayectorias de la concentración de gases de efecto invernadero), la laguna de Santa Olalla, la mayor de las lagunas peridunares de Doñana, entre los años 2030-2060 cambiará su hidroperiodo de permanente a temporal-estacional.
Declive de flora y fauna
También recientemente, el pasado 5 de febrero, SEO/BirdLife denunció que los datos de seguimiento de biodiversidad en el Parque Nacional de Doñana hasta enero de 2024 muestran "un declive sin precedentes en fauna y flora" con la invernada de aves acuáticas más escasa desde que hay registros.
La organización conservacionista se remitía a la memoria anual correspondiente a 2023 elaborada por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), que muestra "el alarmante estado de la biodiversidad en el espacio protegido", con detalles como el hecho de que la laguna de Santa Olalla se haya secado por segundo año consecutivo, "algo inédito hasta hoy".
De acuerdo con las observaciones de los científicos, "el matorral decae, gran cantidad de pinos y alcornoques centenarios se han perdido" y además ha disminuido la cantidad de peces, anfibios y reptiles, mientras que el conejo "una pieza básica de la cadena trófica, vital para la recuperación del águila imperial y el lince ibérico" mantiene una densidad "muy baja".
En cuanto a la situación de la avifauna, SEO/BirdLife la define directamente como "catastrófica" pues según la EBD-CSIC en los últimos diez años las poblaciones de aves acuáticas "se han desplomado" y el 79 % de las especies reproductoras para las que existe información muestran una tendencia regresiva".
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