Según expertos, el calentamiento global está intensificando el fenómeno de El Niño, llevando los embalses a niveles alarmantes. ¿Cómo podríamos combatir este alarmante problema?
Tl;dr
- Bogotá inicia racionamiento de agua debido a la sequía.
- La medida afectará a unos 10 millones de personas.
- Los cortes de agua serán rotativos e indefinidos.
- La grave sequía podría derivar en una crisis energética.
Una sequía amenaza a Bogotá
La capital de Colombia, Bogotá, enfrenta una grave sequía que amenaza con desencadenar una crisis energética. Tras el impacto de la crisis hídrica en Montevideo, Bogotá se ve ahora en la mira de la escasez de agua, iniciando un plan de racionamiento este jueves.
Impacto en la población
Esta medida, adoptada ante la disminución alarmante de los niveles de los embalses que proveen agua potable a la ciudad, afectará a cerca de 10 millones de personas que residen en Bogotá y municipios cercanos. Según Manuel Rodríguez Becerra, exministro de Ambiente colombiano, la sequía está causada por el fenómeno de El Niño, exacerbado por el cambio climático.
Un programa de cortes rotativos
Las autoridades han dividido la ciudad en nueve zonas, cada una de las cuales experimentará 24 horas de falta de suministro cada nueve días. La duración de este racionamiento es indefinida, y la Empresa de Agua y Acueducto local advierte que las interrupciones podrían incrementarse en el futuro, considerando incluso la posibilidad de sanciones para evitar el despilfarro.
Una crisis energética en el horizonte
El peligro no termina con la escasez de agua. Rodríguez Becerra alerta que la crisis podría desembocar en una crisis energética, ya que “el 70% de la energía del país la producen hidroeléctricas”. Las precipitaciones esperadas para fines de marzo no llegaron, y si las lluvias no llegan a fines de este mes, la situación podría empeorar.
Opinión editorial
Esta situación refleja la gravedad de los efectos del cambio climático en nuestras vidas. No es simplemente una cuestión de temperaturas más altas, sino de sequías devastadoras y crisis energéticas. Es esencial que los gobiernos y los ciudadanos tomen medidas para reducir su impacto y adaptarse a esta nueva realidad. El futuro de nuestra agua, y en última instancia de nuestra energía, depende de ello.
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