24 de diciembre de 2024

La eólica española pierde fuelle en el liderazgo mundial y europeo

 Durante los últimos años el sector de la energía eólica se ha convertido en un referente a nivel mundial, tanto por al ritmo de instalación y producción en España como por el valor de la industria de componentes en las que el país lleva años ostentando un destacado liderazgo.

Pero ese brillo comenzó a debilitarse en 2023. Según los datos publicados este miércoles por la Asociación Empresarial Eólica, AEA, la patronal del sector, España ha caído de tercer al sexto puesto en el ranking mundial de potencias con más potencia eólica instalada que antes ostentaba tras EEUU y Alemania. La fuerte irrupción de China en este raking colocándose como el primer país del mundo en esta tecnología es uno de los motivos. Pero por delante de España ya están países como la India y Brasil. 

Reino Unido, a punto de superar a España 

En el ámbito europeo, Reino Unido está a punto de a arrebatar a España su segundo puesto tras Alemania. Así lo constata el estudio macroeconómico del impacto del sector eólico en España en 2023, elaborado en colaboración con Deloitte y presentado este miércoles por la presidenta de AEE, Rocío Sicre; el director general de la asociación, Juan Virgilio Márquez; y el director de Consulting - Energía de Deloitte, Enrique Doheijo Lozano.

Pese a esta caída en la comparativa internacional, la energía eólica continúa siendo la renovable más importante en el mix energético del país. En 2023 generó 32,5 gigavatios (GW) con 30,5 gigavatios instalados, el 24% del total en términos de potencia instalada, y cubrió el 25,6% de la demanda eléctrica. cuanto a la contribución total del sector eólico al Producto Interior Bruto (PIB), sumando directa e indirecta, el sector eólico alcanzó los 3.791 millones de euros, un 0,31% del PIB en España. Además, el sector emplea a 35.741 personas (19.421 empleos directos y 16.320 empleos indirectos).

Incremento de un 2% en 2023

Esto significa que el crecimiento de la potencia instalada en 2023 fue apenas de un 2% 0,81 GW. “Es un crecimiento muy escaso”, ha asegurado Juan Virgilio Márquez. Según su opinión, deberíamos duplicar o triplicar para llegar a los objetivos que marca el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) de 62 GW en 2030, incluidos los 3 GW de eólica marina que no todavía ni han arrancado. “España debe acelerar significativamente la implantación de energía eólica. Porque si no no cumple con los objetivos del Pniec y si España no cumple Europa tampoco”.

Entre los motivos que están frenando esta tecnología la patronal del sector apunta la elevada carga fiscal. “Pagamos prácticamente el doble de impuestos y tributos que en costes de personal" han asegurado el director general de la AEE. En concreto el conjunto del sector contribuye a las arcas de Hacienda con 578 millones de euros. La AEE ha manifestado su incomodidad ante la tendencia de las diferentes comunidades autónomas de establecer gravámenes propios sobre las renovables, debido no solo al impacto fiscal en los proyectos sino a la incertidumbre que genera en los posibles inversores interesados. Especial preocupación causa en el sector actuaciones como la de Galicia, la comunidad española con más eólica instalada, donde las nuevas regulaciones van a impactar no solo a los proyectos futuros, también a los ya instalados con la consiguiente “inseguridad regulativa” que generan estas regulaciones.

Ahorro de 4.685 millones de euros

“Es imprescindible trasponer este concepto de la normativa europea a un marco jurídico claro y armonizado a nivel estatal, que permita homogeneizar los criterios autonómicos y desbloquee proyectos eólicos frente a barreras administrativas o cuestionamientos en los territorios”, reclaman desde la asociación.

El otro motivo de preocupación es lo que denominan un nuevo modelo de rechazo social que va más allá de las reivindicaciones clásicas de las poblaciones incomodadas ante los nuevos despliegues de plantas eólicas. “Ahora hay una oposición más estructurada, muy organizada y con mucho talento”, ha asegurado Márquez. Por ello, el sector reclama una campaña al Gobierno con la que transmitir los efectos beneficiosos de esta tecnología. Entre ellos que en un año como 2023 permitió a los españoles ahorar 4.685 millones de euros en costes energéticos. “Solo en importaciones de gas se han ahorrado 3.697 millones de euros o lo que es lo mismo España ha tenido que comprar 151 buques metaneros menos gracias a la energía eólica”, explica Márquez.

El sector, que desde los albores de esta tecnología ha estado liderando la manufactura y el desarrollo de piezas y que ostenta el tercer puesto en Europa por número de patentes, teme que la falta de inversión de España en I+D y la competencia de países como China, Brasil o India puedan poner en peligro una industria puntera para el país.

La vida de los plásticos no se acaba cuando los desechamos: así podemos convertirlos en combustibles y otros materiales

 ¿Alguna vez ha pensado dónde va la enorme cantidad de plásticos que consumimos en nuestra vida cotidiana? A la mayoría nos resultan familiares las imágenes de vertederos, mares y costas repletas de residuos plásticos. Cada habitante de la Unión Europea (UE) generó cerca de 36,1 kilos de residuos de envases de plástico de media durante el año 2021. De ellos, únicamente se recicló el 40,7 %. Alarmante, ¿verdad?

Además de la baja tasa de reciclaje, resulta preocupante el incremento constante de la producción mundial de residuos plásticos. Características como su durabilidad, su baja densidad y un coste asequible han facilitado el empleo de los plásticos en multitud de aplicaciones como son la fabricación de embalajes, piezas de automóviles y aparatos electrónicos; la construcción, la medicina y el almacenamiento de energía.






















Millones de toneladas de residuos plásticos producidos (azul oscuro) y reciclados (azul claro) en la Unión Europea para los años 2011 a 2021. Parlamento europeo

Desgraciadamente, la gestión del fin de vida de los residuos plásticos no ha avanzado lo suficiente como para poder evitar los impactos ambientales negativos derivados de su uso y desecho. Entre ellos, cabe destacar la contaminación de ecosistemas, la generación de microplásticos y la emisión de gases de efecto invernadero durante esa gestión. 

Por lo tanto, es necesario desarrollar nuevos procesos para su tratamiento y aprovechamiento. Estos avances deben ir acompañados de un cambio de comportamiento por parte de la ciudadanía en lo que respecta al uso y desecho de los plásticos, de modo que la academia, la administración, el sector privado y la sociedad civil podamos contribuir conjuntamente a un mundo con menos residuos plásticos

De plásticos derivados del petróleo a plásticos biobasados

Los plásticos están compuestos por largas moléculas unidas entre sí. La mayoría de los materiales plásticos utilizados son derivados de compuestos basados en el petróleo. Únicamente una pequeña fracción es derivada de fuentes renovables (1 % del volumen total de producción de polímeros de origen fósil durante 2018, según datos de nova-Institut).

Debido a su carácter recalcitrante y pobre biodegradilidad, los plásticos tardan cientos de años en degradarse y se acumulan en la naturaleza. A ello hay que añadir la creciente contaminación global y la emergencia climática generada como consecuencia del uso de recursos derivados de fuentes fósiles. En 2023 se alcanzaron emisiones fósiles totales de 36 800 millones de toneladas métricas de CO₂

Una posible solución para minimizar estos problemas consiste en fomentar el desarrollo de los plásticos biobasados, que además de ser renovables, pueden degradarse en subproductos no tóxicos al final de su vida útil.

Hacia una economía circular de los plásticos

La producción y consumo de plásticos actual puede definirse como lineal: los plásticos se sintetizan, se utilizan y se desechan una vez han cumplido su función. Este modelo lineal es particularmente problemático en productos con una corta vida útil, como son los plásticos de un solo uso. Por ello, en España la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular regula la producción y uso de este tipo de plásticos. 

Desde el 1 de enero de 2023, se establece una serie de objetivos específicos para las botellas de plástico a fin de avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. La Ley 7/2022 también introduce medidas fiscales con el objetivo de incentivar la economía circular, desarrolla en mayor profundidad la responsabilidad ampliada del productor e introduce nuevas medidas de prevención de generación de residuos. Un ejemplo es la meta 12.5, centrada en la reducción de la generación de desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y reutilización.

El uso del plástico debe basarse en un modelo circular. La economía circular de los plásticos busca minimizar el impacto ambiental mediante su reutilización, reparación, reciclaje y recuperación. A la par, resulta esencial modificar los modelos de consumo para reducir la generación de estos residuos.

El upcycling o supravalorizado de plásticos

Una vez reducida la masa de residuos plásticos y tras su separación, el reciclaje resulta técnica y económicamente atractivo. Entre los métodos de reciclaje existentes para gestionar los residuos plásticos, una opción muy prometedora es el supravalorizado o upcycling.

El upcycling de plásticos se basa en el uso de residuos para la obtención de productos de gran valor añadido, como nuevas moléculas, polímeros o materiales. Este proceso es complementario al reciclaje mecánico, donde los plásticos son fundidos y reprocesados, o el químico, donde los residuos plásticos se descomponen en sus componentes básicos. 

De entre las diferentes opciones de supravalorizado de plásticos, la carbonización hidrotérmica resulta de gran valor tanto para materiales basados en el petróleo como polímeros naturales tipo celulosa. Se trata de una tecnología potencialmente limpia, donde los procesos se llevan a cabo a temperaturas bajas (160-220 °C) y presiones saturadas (2-10 megapascales). 

Esta técnica permite obtener materiales carbonosos como los carbon dots, nanopartículas compuestas por carbono cuyo tamaño es inferior a 10 nanómetros, o el más conocido grafeno. Estas sustancias pueden ser utilizados en la producción de supercondensadores

La despolimerización –proceso por el que un plástico sufre cortes y se transforma en moléculas más sencillas llamadas monómeros– de los plásticos facilita la formación de estos materiales carbonosos durante la carbonización hidrotérmica. Mientras que algunos plásticos biobasados, como los que se usan para fabricar bolsas de supermercado biodegradables, resultan fáciles de despolimerizar, la mayoría de los plásticos basados en el petróleo presentarán mayores desafíos y requerirán técnicas más complejas.

Entre los productos de valor añadido obtenidos, caben destacar los combustibles derivados de residuos plásticos (aceites de pirólisis, gasóleo), los materiales carbonáceos como el negro de carbón (usado como pigmento o refuerzo en gomas y plásticos) y los precursores de otros materiales (etilenglicol y ácido tereftálico cuando se valoriza el PET). 

Una vez obtenidos estos compuestos, se pueden aplicar en dispositivos de almacenamiento de energía como baterías y supercondensadores, tan necesarios para la transición energética.

El camino hacia la reducción de residuos plásticos

Los residuos plásticos representan uno de los principales problemas ambientales del siglo XXI. La conversión de estos residuos en productos útiles y de gran valor añadido mediante supravalorizado supondría un gran avance, tanto en términos económicos como de sostenibilidad y circularidad. 

Existen numerosos tipos de plásticos diferentes, y es necesario analizar los procesos para despolimerizar y supravalorizar cada uno de ellos. Además, se debe tener en cuenta que en los residuos se acumulan distintos tipos de plástico, por lo que resulta necesario estudiar el comportamiento de mezclas a la hora de realizar su upcycling

Otra opción es la sustitución de los plásticos basados en el petróleo por materiales de origen renovable como la celulosa, la lignina y la quitina. Estos materiales, mayoritariamente obtenidos de biomasa forestal o marina, presentan buenas propiedades funcionales, pueden ser reciclados y son biodegradables, lo que puede ayudar a incrementar la circularidad de los materiales mientras se reducen las emisiones de carbono fósil a la atmósfera. 


Leer más: El envase alimentario ideal no es una utopía


Finalmente, como sociedad, resulta necesario que tomemos consciencia del daño que causan los residuos generados y nos esforcemos en disminuirlos mediante la reducción y la reutilización. Como sabemos, no existe un “planeta B” y, por lo tanto, debemos cuidar y valorar al máximo el mundo en el que vivimos para que las generaciones venideras puedan disfrutar de él.

El plástico ha estado asociado a cientos de miles de muertes durante décadas

 Una revisión de la literatura científica basada en más de 1,700 estudios realizados en 38 países ha estimado las muertes y los casos de enfermedades cardiovasculares que se han asociado en el pasado reciente con la exposición a determinadas sustancias químicas liberadas por los plásticos comunes. La buena noticia es que las normativas más estrictas que se aplican en la actualidad parecen ser eficaces y ya han aportado beneficios (y costos, claro) a la salud pública.

Los plásticos y su toxicidad

Como escriben Maureen Cropper, de la Universidad de Maryland, en EE UU, y sus colegas en las páginas de la revista Pnas, hay más de 16,000 sustancias químicas en los plásticos que les confieren diversas propiedades, como el color, la flexibilidad y la durabilidad. Sin embargo, algunas de estas sustancias pueden liberarse con el tiempo, por lo que conviene vigilar los efectos de la exposición. Tanto es así que algunos países, como Estados Unidos, Corea del Sur y Canadá, también han creado bases de datos públicas para controlar los niveles de determinadas sustancias en muestras de sangre y orina.

En su análisis, que incluyó más de 1,700 estudios realizados en 38 países (que representan aproximadamente un tercio de la población mundial), los investigadores se centraron en particular en tres sustancias que en muchas ocasiones se han asociado a la toxicidad humana: el bisfenol A (BPA), el di(2-etilhexil) ftalato (DEHP) y los polibromodifeniléteres (PBDE). Los dos primeros se utilizan en envases de plástico para alimentos, mientras que los últimos son retardantes de llama y también se emplean en muebles y componentes electrónicos.

Los cálculos, basados en una combinación de datos de registros médicos e informes toxicológicos, mostraron que en 2015, alrededor de 5.4 millones de casos de enfermedad coronaria y 346 mil accidentes cerebrovasculares se asociaron con la exposición al BPA, y que alrededor de 164 mil muertes en personas de 55 a 64 años pueden haberse debido al DEHP. Por otra parte, se habrían "perdido" 11.7 millones de puntos de cociente intelectual (CI) debido a la exposición materna a BPA. Los costos para la salud pública ascenderían aproximadamente a 1.5 billones de dólares.

Beneficios de la nueva normativa

Afortunadamente, parece que las nuevas normativas más estrictas introducidas en la primera década del nuevo milenio han tenido el efecto deseado: la exposición ha disminuido y, con ella, los daños para la salud y los costes sanitarios asociados. Los investigadores estiman, por ejemplo, que si la exposición a BPA y DEHP se hubiera mantenido en los niveles de 2015 en EE UU desde 2003, se habrían producido unas 515,000 muertes menos en ese período de tiempo; además, si los niveles de PBDE en las madres se hubieran mantenido en los niveles de 2015 desde 2005, se habrían "ahorrado" más de 42 millones de puntos CI.

Hay que recordar, sin embargo, que se trata de estimaciones, aproximaciones y, como señalan los propios autores del trabajo, la falta de datos precisos para todos los países es una limitación. Solo mediante la introducción de sistemas de control de la exposición más eficaces podría obtenerse una comprensión más clara del fenómeno.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



Aumenta la "ecoansiedad" entre los adolescentes por la crisis climática

 La ecoansiedad es un tipo de ansiedad relacionada con la preocupación por el estado del medio ambiente y el futuro del planeta. Las personas que la experimentan sienten una profunda angustia ante los efectos negativos del cambio climático, como el aumento de las temperaturas, los desastres naturales, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Para muchos jóvenes, la ecoansiedad se convierte en un sentimiento constante de miedo y desesperanza acerca del futuro, lo que afecta su bienestar emocional.

¿Por qué la ecoansiedad afecta a los jóvenes?

Los jóvenes son particularmente vulnerables por varias razones. Primero, por su consciencia sobre el cambio climático. Las generaciones más jóvenes están más informadas sobre los problemas ambientales y las amenazas que representa el cambio climático. El acceso a internet y las redes sociales les permite conocer de forma inmediata los efectos devastadores del calentamiento global. Según un estudio realizado por The Lancet en 2021, el 59% de los jóvenes de entre 16 y 25 años expresaron estar muy preocupados por el cambio climático y sienten que este afectará su futuro, lo que refleja la magnitud del miedo generado por este fenómeno.

Incertidumbre sobre el futuro: Los jóvenes sienten que las generaciones anteriores no han hecho lo suficiente para frenar el cambio climático, lo que genera un sentimiento de desamparo y ansiedad sobre el futuro. La preocupación por un mundo inhabitable genera una presión emocional significativa. Según José Luis García Ortega, psicólogo especializado en temas ambientales, “el cambio climático genera un impacto psicológico en los jóvenes porque perciben que no son responsables de la crisis, pero sí los más afectados por sus consecuencias”.

Activismo y movilización social. Muchos jóvenes están comprometidos con causas ambientales, participando en protestas y movimientos para exigir acciones concretas contra el cambio climático. Aunque esto les da un propósito, también puede intensificar la ansiedad si sienten que sus esfuerzos no están siendo suficientes. La activista Greta Thunberg ha sido un ejemplo global de cómo los jóvenes toman las riendas de la lucha contra el cambio climático, aunque también ha señalado cómo el activismo puede llevar a experimentar ansiedad y agotamiento.

La naturaleza global del problema: El cambio climático es un problema global que no afecta solo a una región, sino a todo el planeta. Esto crea una sensación de urgencia constante, ya que los jóvenes perciben que el impacto es global y que cada acción cuenta. Este enfoque global también puede hacer que se sientan abrumados, ya que el desafío parece ser demasiado grande para ser resuelto a nivel individual.

¿Cómo se manifiesta la ecoansiedad en los jóvenes?

La ecoansiedad puede manifestarse de diversas formas en los jóvenes. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  1. Preocupación constante: Los jóvenes pueden pensar continuamente sobre los efectos del cambio climático y sus repercusiones en el futuro, afectando su capacidad para concentrarse en otras áreas de la vida cotidiana.

  2. Sentimientos de desesperanza y fatalismo: La sensación de que el futuro está fuera de su control puede generar pensamientos de desesperanza y la creencia de que poco se puede hacer para cambiar la situación.

  3. Estrés físico y emocional: La ecoansiedad puede generar síntomas físicos como insomnio, dolores de cabeza, fatiga, tensión muscular y malestar digestivo. A nivel emocional, puede generar angustia, tristeza, miedo o incluso culpa.

  4. Inquietud por el bienestar de los demás: Además de la preocupación personal, los jóvenes pueden sentirse ansiosos por el futuro de las generaciones venideras, incluyendo sus familiares, amigos y seres queridos. Esto puede generar un sentido de responsabilidad compartida.

  5. Conductas de evitación: Algunos jóvenes pueden evitar hablar sobre el cambio climático o mirar noticias relacionadas con el medio ambiente, ya que la información negativa puede aumentar su ansiedad.

Estrategias para gestionar la ecoansiedad

Aunque la ecoansiedad es una respuesta natural frente a los problemas globales, hay formas efectivas de gestionarla. Aquí te presentamos algunas estrategias para afrontar este desafío emocional:

  1. Informarse de manera equilibrada: La clave está en informarse sobre el cambio climático de manera responsable, buscando fuentes confiables y evitando la sobreexposición a noticias sensacionalistas que pueden intensificar la ansiedad. Opta por fuentes que también ofrezcan soluciones y acciones positivas.

  2. Actuar localmente: Involucrarse en iniciativas ambientales a nivel local puede ser una forma poderosa de reducir la sensación de impotencia. Participar en proyectos de reciclaje, plantación de árboles, limpieza de playas o promover el consumo responsable son formas de contribuir al bienestar del planeta y sentir que se está marcando la diferencia.

  3. Hablar y compartir sentimientos: Hablar con amigos, familiares o incluso profesionales de la salud mental puede ayudar a procesar los sentimientos y preocupaciones. El apoyo social es fundamental para aliviar la carga emocional que la ecoansiedad genera.

  4. Practicar mindfulness y técnicas de relajación: La meditación, la respiración profunda y otras prácticas de mindfulness pueden ser muy útiles para reducir los niveles de estrés y ansiedad. Estas técnicas ayudan a mantener la calma y a centrarse en el presente, evitando la preocupación constante por el futuro.

  5. Fomentar el autocuidado: Es importante que los jóvenes no se olviden de cuidar su bienestar físico y emocional. Mantener hábitos saludables como una dieta equilibrada, ejercicio regular y descanso adecuado puede fortalecer la resiliencia frente a situaciones estresantes.

  6. Enfocarse en soluciones positivas: En lugar de concentrarse únicamente en los problemas, es útil buscar e involucrarse en iniciativas que promuevan soluciones al cambio climático, como el uso de energías renovables, la protección de la biodiversidad y la transición hacia una economía sostenible. Ver los avances y logros en la lucha por el medio ambiente puede brindar esperanza.

  7. Buscar ayuda profesional si es necesario: Si la ecoansiedad se vuelve abrumadora y afecta gravemente el bienestar, es recomendable buscar el apoyo de un profesional de la salud mental. Un terapeuta o psicólogo puede ayudar a los jóvenes a manejar su ansiedad y desarrollar estrategias para afrontar sus preocupaciones de manera saludable.

Guardianas de las abejas urbanas: 'No se matan, se rescatan'

 Nadie sospecharía al ver a Adriana Véliz, médico veterinaria, metida durante horas en un entretecho lleno de abejas, que esta mujer pasó su infancia con miedo a estos insectos. “Pensé que las abejas me odiaban... ¡Me picaban demasiado!”, confiesa Véliz entre bromas. Pero con la madurez, ese miedo se transformó en una admiración profunda por estos seres. “Es una especie muy importante, no sólo por lo que hacen por nosotros, sino también por su organización. Me enamoré de ellas, de su complejidad y su perfección”, explica.

Ese amor y admiración serían la semilla de Abeja Negra SOS, una organización mexicana especializada en el rescate, rehabilitación y protección de abejas urbanas. “Las abejas no se matan, se rescatan”, repite Véliz como uno de los lemas fundamentales del proyecto que cofundó en 2018.

EL NACIMIENTO DE LAS 'GUARDIANAS DE LAS ABEJAS'

En Ciudad de México, antes de Abeja Negra SOS, la respuesta institucional ante la presencia de una colmena en zonas urbanas solía ser la eliminación. "Los casos eran canalizados a bomberos, protección civil o directamente a empresas de fumigación", cuenta Véliz. El problema se agravó tras la llegada de la abeja africana: aunque inicialmente se formó un comité para manejar la situación, con el tiempo la responsabilidad recayó en equipos sin formación adecuada -ni tiempo suficiente- para rescatar abejas.

Adriana Véliz, coordinó el programa de control de la abeja africana, trabajando en gobernanza; pero sentía que el trabajo se limitaba a la eliminación sistemática de colmenas. “No quería seguir matando abejas. Hice una propuesta para implementar rescates y, aunque el programa no duró mucho, pude sentar las bases para un protocolo de trabajo”, recuerda.

Al salir del organismo público, decidió actuar y, junto con una colega, formalizó un servicio de rescate de abejas. Su idea fue pionera en Ciudad de México y pronto captó la atención de los bomberos y otros organismos, que comenzaron a canalizarles casos. “Hoy es difícil que los bomberos no nos recomienden. Hemos construido una red de confianza”, celebra Véliz.

RESCATES, REHABILITACIÓN Y REDISTRIBUCIÓN

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ARCHIVO DE ABEJA NEGRA SOS

Lucy millan y Adriana Véliz en un día de revisión del apiario, en la alcaldía Xochimilco. 

Desde su fundación, Abeja Negra SOS ha realizado 639 rescates, de los cuales 420 colmenas han sido rehabilitadas con éxito. El proceso comienza cuando alguien contacta a la organización por la presencia de abejas en su hogar o entorno. “Nos envían evidencia, hacemos una entrevista para evaluar la situación y procedemos al rescate”, explica Adriana. Estos rescates pueden implicar largas horas de trabajo en condiciones extremas: alturas, espacios reducidos e incluso labores nocturnas.

Una vez rescatadas, las abejas son trasladadas a un apiario donde inicia su rehabilitación. Este proceso dura al menos seis meses y requiere alimentación constante, atención a enfermedades y un entorno adecuado para que la colmena pueda prosperar. Pasado este periodo, las colmenas pueden ser donadas a apicultores locales o mantenerse bajo el cuidado de Abeja Negra SOS.

“A los apicultores, como requisito, sólo les pedimos que cuenten con el material necesario. Normalmente les entregamos núcleos, que son más fáciles de cuidar. Un núcleo tiene un costo comercial de unos 2.500 pesos, pero nosotros cobramos sólo 100 pesos para cubrir nuestros materiales”, explica Véliz. Además, la organización canaliza a nuevos apicultores y ofrece capacitaciones parafomentar el cambio generacional en la apicultura, una actividad que enfrenta un declive preocupante.

RESCATES EXTREMOS: ENTRE LA FRUSTRACIÓN Y LA RECOMPENSA

El trabajo de Abeja Negra SOS es exigente y, a veces, peligroso. Adriana relata rescates en los que tuvo que subir a alturas extremas o meterse en techos inestables donde las abejas picaban por accidente, debido a que el espacio es tan reducido que, aunque no quieran, te pican. “A veces te quieres rendir, pero al día siguiente te curas y sigues adelante”, confiesa. Otros rescates son mucho más sencillos: “Me he llevado abejas en una gorra de béisbol”, dice entre risas.

 Pero Adriana ha vivido también situaciones trágicas que reflejan, todavía, la falta de conciencia social sobre el manejo de estos insectos. Recuerda con impotencia el caso de un perro que fue atacado por una colmena debido a una tardanza en la alerta. “Si hubiera llegado antes, habría podido rescatar a las abejas y evitar la tragedia”, lamenta.

EL SUEÑO DE UN SANTUARIO

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ARCHIVO DE ABEJA NEGRA SOS

Rescate en un taller mecánico en la alcaldía Gustavo A. Madero. Lucy Millan se está colocando los guantes para poder tomar a las abejas con las manos y colocarlas en un cajón de transporte. 

Uno de los mayores desafíos para Abeja Negra SOS es la falta de un espacio propio donde puedan mantener y rehabilitar colmenas a gran escala. Actualmente, las restricciones urbanas limitan su crecimiento y las condiciones climáticas extremas, como sequías o lluvias prolongadas, dificultan la supervivencia de las abejas.

Soñamos con tener un santuario donde podamos albergar hasta 1.500 colmenas. Un lugar seguro, donde no suframos robos y podamos garantizar la supervivencia de las abejas”, explica Adriana. Sin embargo, las trabas burocráticas y la falta de recursos no se lo ponen fácil. "Cuando vamos a ver un terreno urbano y decimos que queremos poner allí abejas... ¡Te podrás imaginar!", alega Véliz.

NO, NO TODO LO QUE NOS MOLESTA TIENE QUE SER DESTRUIDO

Para Adriana, la clave está en cambiar la percepción que tiene la sociedad sobre las abejas y otros insectos polinizadores. “El ser humano tiene esta idea de que todo lo que le molesta debe ser destruido. Vemos una colmena y lo primero que pensamos es en matarlas, sin entender el impacto que tienen en nuestro entorno”.

Una sola abeja puede polinizar hasta 20 cuadras (manzanas) a la redonda, lo que significa que las abejas urbanas cumplen una función esencial en el ecosistema. Además, el cambio climático está afectando gravemente la disponibilidad de alimento y agua para estas especies.

“Vivimos en un mundo desconectado de la realidad. Tu ropa, tu escritorio, todo depende de las abejas, pero el trabajo que hay detrás se desconoce”, enfatiza Adriana. Su llamado es claro: respetar a las abejas, buscar especialistas y replicar programas de rescate y conservación como este en todo el globo.

PEQUEÑOS CAMBIOS, GRANDES DIFERENCIAS

A pesar de los desafíos, Adriana Véliz y su equipo siguen adelante. Cada rescate, cada colmena rehabilitada y cada apicultor capacitado son un paso más hacia un futuro donde las abejas sean protegidas y valoradas como lo que son: pilares fundamentales de la vida en la Tierra.

“Sí, es frustrante a veces. Pero saber que estamos haciendo un cambio, no sólo para las abejas sino también para las personas, es lo que nos impulsa a seguir. Al final, es un ganar-ganar”, concluye Véliz.