Escarabajos picudos capturados con una trampa de feromonas, en el parque de la Trinitat, en Barcelona. /
En zonas ajardinadas de la periferia de Barcelona, distribuidas como si fueran una trinchera protectora, el Ayuntamiento de Barcelona mantiene unas trampas con feromonas cuyo objetivo es frenar la progresión del escarabajo picudo o 'Rhynchophorus ferrugineus', plaga responsable de la muerte en la última década de miles de palmeras en todo el litoral catalán. El insecto llega atraído por el olor, entra en la trampa con forma de cono y ya no puede volver a salir.
Durante una demostración del sistema en el parque de la Trinitat, Joan Guitart, responsable municipal de Gestión del Arbolado, señala la bandeja donde han acabado ahogados seis ejemplares. "Gracias a estos métodos biológicos [sin plaguicidas sintéticos] estamos logrando frenar la plaga", declara satisfecho. Las trampas se colocan en las cercanías de las palmeras, pero no justo al lado. "Hemos de evitar que el picudo, que tiene una gran capacidad para volar, llegue a los troncos", prosigue Guitart. El especialista explica que el número de palmeras afectadas se ha reducido drásticamente desde que en el año 2015 se empezaron a emplear estrategias de este tipo.
El objetivo del ayuntamiento, como explica el comisionado de Ecología, Frederic Ximeno, es reducir progresivamente el uso de pesticidas en la gestión de parques y jardines debido a sus posibles efectos perjudiciales sobre el medio y las personas. Un caso paradigmático es el glifosato, un herbicida hasta hace poco omnipresente, que ha desaparecido por completo de los jardines barceloneses tras un acuerdo municipal.
TRABAJO DE ORFEBRE
Para que ello sea posible se están aplicando diversas estrategias que incluyen, además de las trampas con feromonas, tratatamientos biológicos -organismos vivos que combaten las plagas- y físicos, como regar a presión zonas muy afectadas por pulgón. También se está dando prioridad a las especies arbóreas mejor adaptadas al ambiente urbano barcelonés y se está empleando abono fitofortificante en los plátanos, muy afectados en Barcelona por diversas plagas. Además, salvo excepciones, solo se permiten fungicidas aceptados en la agricultura ecológica, como el oxicloruro de cobre. Es un trabajo casi de orfebre cuyo desarrollo se va ajustando a las necesidades, resume Guitart.
El uso de fauna o microorganismos antagonistas se emplea para el control de ocho plagas diferentes. "Aunque no las erradique en su totalidad -asume Guitart-, es una gran ayuda". Un ejemplo es 'Anthocoris 'nemoralis', una especie de mariquita que depreda sobre el psila, otro insecto chupóptero que daña las acacias de Constantinopla y los árboles del amor. Lo que se hace en estos casos, prosigue el municipal de Gestión del Arbolado. es colocarlas en cajitas que se cuelgan de los árboles. Algo parecido se hace con otras mariquitas, 'Adalia bipuncata', que se comen los pulgones de las robinias y de las jacarandas.
La procesionaria, el chinche del plátano y otras plagas excepcionales
En Barcelona se han detectado 106 plagas diferentes, de las cuales 11 pueden ocasionar afectaciones al confort de las personas, entre ellas el tigre del plátano, el chinche del plátano y el pulgón del tulípero, y dos que suponen un riesgo para la seguridad y la salud de las personas: el picudo de las palmeras, que puede acabar matando el ejemplar y rompiendo el tronco, y la procesionaria del pino, conocida por sus orugas urticantes. Debido a los riesgos y a la gran resistencia de los parásitos, el ayuntamiento reconoce que en estos últimos casos aún se deben emplear plaguicidas sintéticos. Se trata, en cualquier caso, de productos fitosanitarios autorizados por el Ministerio de Agricultura. “Solo es en cinco de las 116 plagas inventariadas”, insiste Guitart.
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