15 de julio de 2017

Las abejas de Isaak Babel

“Me dan lástima las abejas. Los ejércitos enemigos las aniquilaron. En Volinia no queda una abeja.
Hemos destruido enjambres de un valor incalculable. Los hemos ahumado con azufre y volado con pólvora. La humareda de los restos despedía un olor horrible en la sagrada república de las abejas. Al morir, su vuelo era lento y su zumbido apenas perceptible. Como no teníamos pan, nos procurábamos miel con el sable. En Volinia no queda una abeja.
La crónica de los crímenes diarios me atormenta incesantemente como una enfermedad del corazón. Ayer fue el primer combate en Brody. Nos habíamos extraviado sobre la tierra azul, pero ni yo ni mi amigo Afonka Bida lo presentíamos. Los caballos recibieron el pienso temprano. La cebada estaba alta, el sol brillaba magníficamente y el alma, que no había merecido aquel cielo radiante y vagaroso, estaba ávida de tormentos prolongados. Por eso obligué a inclinarse ante mi dolor a los labios inmóviles de Afonka.
—Las mujeres en los pueblos hablan de las abejas y de su espíritu —contestó mi amigo el comandante del escuadrón—. Hablan mucho sobre ello”.

Pasaje de: Babel, Isaak. “Caballería Roja.” ePubLibre, 1926-01-01

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