Las orcas desaparecerán de todos los mares y océanos con excepción de las regiones polares en las próximas décadas, según una investigación internacional presentada hoy en la revista Science. El declive del cetáceo se debe a la toxicidad de contaminantes perjudiciales para su sistema reproductor y su sistema inmunitario, lo que reduce su fertilidad y aumenta su vulnerabilidad a enfermedades.
La investigación se ha centrado en los bifenilos policlorados (PCB), que pertenecen a la categoría de los contaminantes orgánicos persistentes y se acumulan en el tejido graso de las orcas y otros animales. “Hemos visto que más de la mitad de las poblaciones de orcas del mundo están gravemente afectadas por los PCB; es un resultado sorprendente”, declara por correo electrónico Jean-Pierre Desforges, biólogo de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y primer autor del trabajo.
La contaminación por PCB reducen la fertilidad de las orcas y las hace más vulnerables a sufrir infecciones y cáncer
Las orcas son especialmente vulnerables a los PCB porque son animales marinos y estos contaminantes tienden a desaguar en mares y océanos; porque se encuentran en la cúspide de la cadena alimentaria, de manera que recogen los PCB de todas las otras especies marinas; porque pueden vivir más de cincuenta años y van acumulando PCB durante décadas; y porque transmiten los PCB de madres a crías durante la gestación y durante la lactancia, de manera que están expuestas a niveles altos de contaminantes desde la infancia.
En la investigación han participado biólogos de Dinamarca, el Reino Unido, Groenlandia, Islandia, Estados Unidos y Canadá que han analizado las concentraciones de PCB en más de 350 orcas de 19 poblaciones distintas. “Hemos reunido datos de tantos especímentes y de tantas poblaciones como hemos podido. Algunos se han obtenido mediante biopsias de animales vivos y otros de la grasa de animales varados que habían muerto”, informa Desforges.
Los resultados muestran cómo las acumulaciones de PCB varían mucho de unas poblaciones a otras. No llegan a 15 miligramos por kilo (mg/kg) en ninguna de las orcas examinadas junto a la costa de Alaska, en el norte de Canadá, junto a Noruega o en aguas antárticas. Pero superan los 65 mg/kg en todas las que viven en las aguas más cálidas de las Canarias, de Hawai o de Japón. Y superan los 100 mg/kg en las del Estrecho de Gibraltar y de la costa de Brasil, con valores que en algún caso llegan hasta 300 mg/kg. “En estas áreas casi nunca vemos orcas recién nacidas”, declara en un comunicado Ailsa Hall, coautora del estudio, de la Universidad de Saint Andrews en Escocia.
Estudios anteriores han detectado que bastan 50 mg/kg para que aparezcan signos de infertilidad y alteraciones del sistema inmunitario. Los valores detectados en las orcas que viven lejos de las regiones polares, por lo tanto, son suficientes para mermar la capacidad de reproducción de los animales y su resistencia a las infecciones y al cáncer.
Sólo las poblaciones que viven en regiones polares pueden ser viables a largo plazo
Posteriormente, los investigadores han modelizado la evolución de las poblaciones de orcas en los próximos cien años teniendo en cuenta múltiples factores como la estructura de edades de cada grupo, las concentraciones de PCB detectadas, las cantidades que se transmiten a través de la placenta, las que se ingieren con la lactancia o la inmunodeficiencia inducida por los contaminantes.
Los resultados muestran que, de todas las poblaciones de orcas analizadas, sólo las que viven en aguas polares pueden ser viables a largo plazo. Todas las demás están condenadas al declive por los PCB y diez de las diecinueve se extinguirán en un plazo de 30 a 50 años.
“Hubo un tiempo en que las orcas prosperaban en todos los océanos del mundo; hoy sólo aquellas que viven en las aguas menos contaminadas del Ártico y la Antártida parecen poder desarrollarse”, escriben los investigadores en Science.
Los autores del trabajo advierten que los PCB son sólo un tipo de los muchos contaminantes orgánicos persistentes que existen, por lo que los daños sumados de todos ellos serán superiores a los calculados en esta investigación. “Hay una larga lista de contaminantes conocidos, pero aún no cuantificados, en los tejidos de las orcas”, señalan.
Tampoco se han tenido en cuenta otras agresiones que pueden acelerar el declive de la especie como la contaminación acústica que interfiere en su compleja organización social o la sobrepesca que les priva de algunas de sus fuentes principales de alimentos.
Dado que los grandes depredadores desempeñan un papel clave en la regulación de los ecosistemas, la desaparición de las orcas de zonas donde han vivido desde hace siglos afectará al resto de especies. Estudios anteriores realizados en regiones continentales –como en Amazonia– han observado cómo la desaparición de un gran depredador –como el jaguar– tiene un efecto dominó sobre el resto de especies que empobrece los ecosistemas.
En el caso de las orcas, “todavía no se han modelizado las consecuencias que su desaparición tendrá sobre los ecosistemas marinos”, declara por correo electrónico Rune Dietz, director de la investigación, de la Universidad de Aarhus.
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