Recordando la Cumbre de Líderes en Economía Circular (I)
El planeta se muere. Mejor, lo estamos matando. Y sin planeta, no habría vida. En los últimos años, incluso meses, nos llueven noticias sobre cómo la acción del hombre está afectando de forma decisiva a la Tierra. La devolución a la atmósfera de millones de toneladas de CO2, absorbidas por la naturaleza durante millones de años, en apenas un siglo, ha sido el foco de atención de las políticas mundiales sobre sostenibilidad y ha dado lugar al despegue definitivo de las energías renovables como principal fuente de abastecimiento energético.
Pero otros hechos, como el uso indiscriminado de plásticos de un solo uso están afectando a los ecosistemas y su biodiversidad. La mala gestión que tanto ciudadanos como estados han hecho de estos residuos ha llevado a la formación del denominado “séptimo continente”, una gran masa de plástico flotando en el Pacífico con una extensión de entre tres y siete veces la superficie de España. El plástico existente en nuestros mares supone una preocupación para todos, de ahí que empiece estar presente en las agendas políticas sobre sostenibilidad en todo el mundo y muchos estados están empezando a limitar su uso.
En este marco, la Advanced Lidearship Foundation, fundación norteamericana ligada al presidente Obama, de la mano de la Fundación INCYDE (iniciativa de las Cámaras de Comercio) organizó el verano pasado en Madrid una Cumbre sobre Economía Circular e Innovación, a la que invitaron una selección de 300 influencers que trabajan en pro de una mayor sostenibilidad en nuestros hábitos y procesos y entre los que tengo el honor de estar.
Mucho podríamos hablar del concepto de economía circular, pero su complejidad e importancia exige un capítulo exclusivo que los lectores tendrán ocasión de disfrutar en una próxima entrega. En esta ocasión, quiero darle el protagonismo a Bernardo Kliksberg, un pensador de nuestra época que, además, es asesor de las Naciones Unidas.
El Sr. Kliksberg habla con la vehemencia que da la sabiduría de la edad y centra su discurso en los principales macro-desafíos a los que se enfrenta nuestro planeta:
La revolución tecnológica que estamos presenciando supone la mayor aceleración que se ha vivido en la historia de la humanidad, y en tan sólo una década. No olvidemos que los smart phones nacieron hace tan sólo diez años. Y las tecnologías emergentes que verán la luz durante la próxima década supondrán un cambio disruptivo en nuestra forma de vivir, haciendo el futuro próximo muy distinto a lo que conocemos en la actualidad (¿seguiremos conduciendo nuestro coche dentro de diez años o serán ellos lo que nos lleven de manera autónoma?). Será fundamental utilizar esta nueva revolución en beneficio de todos. La tecnología no puede servir para enfrentar a los seres humanos, ni para intensificar sus diferencias, sino para unir, contribuir a un planeta más habitable y más sostenible.
En opinión de Kliksberg la crisis de valores se ha postulado como una de las causas principales de la tremenda crisis económica que hemos vivido. Los jóvenes están desencantados del mundo. Con la corrupción y todo lo que se ha mentido, ya no saben a quién creer. La especulación financiera salvaje, sin ética, hace que las nuevas generaciones tengan una manera de pensar muy distinta a la de nuestra época, en la que la prioridad ya no es tener una solvencia económica para poder tener cosas (coche, casa, etc).
Y estos jóvenes serán quienes gobiernen el planeta en un momento ciertamente crítico. Necesitamos valorar su visión sobre el futuro e incorporarlos como actores indispensables en la toma de decisiones. Ellos tienen mucho que ver con los nuevos modelos de empresa que están surgiendo a nivel mundial. La economía basada en el impacto: impacto social, ambiental, sobre los trabajadores, etc. El emprendimiento social constituye un cambio de paradigma en la responsabilidad las empresas. Fundaciones altruistas como la de Bill Gates buscan esos modelos empresariales en los que su principal objetivo no sea generar beneficio económico, sino la retención del talento y producir un impacto global, en el que se incluye también un beneficio ambiental, para los trabajadores o para la sociedad en general.
Por otro lado, según Kliksberg vivimos una época en la que la coexistencia de la riqueza y la pobreza es una realidad consolidada. Ambas crecen muy rápidamente y las diferencias se acentúan. Producimos un 40% más de los alimentos necesarios para nutrir el planeta. Sin embargo, el hambre mata más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. La economía circular contribuirá decididamente a la racionalización del uso de los alimentos y deberá ayudar de forma definitiva a terminar con el hambre y a reducir la distancia entre riqueza y pobreza.
Otro desafío importantísimo lo encontramos en la mujer. Se está viviendo una evolución imparable en aspectos relacionados con la igualdad entre hombres y mujeres. Pero la ONU dice que hasta dentro de 150 años no se espera la igualdad plena a nivel mundial.
Y qué decir de la ecología. Cada año mueren por culpa del calentamiento global un millón de pájaros y cien mil peces marinos. Consumimos pescado que contiene plástico en sus entrañas. Nos estamos intoxicando. Urge cuidar la naturaleza y su biodiversidad. Es crucial para la pervivencia de nuestro planeta y por ende, de la especie humana.
Concluyó el Sr. Kliksberg parafraseando al Papa Francisco, primer Papa que ha publicado una encíclica sobre la responsabilidad de los hombres en el cuidado del planeta: “Los seres humanos tienen que escuchar el grito de los pobres”. El amor, la solidaridad y la lucha por un mundo mejor constituye el undécimo mandamiento de Dios: tikún olam (mejorar el mundo). “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
José Pedro DElgado
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