La firma ha explicado que las bolsas nuevas serán de papel tisú, “un material de pulpa natural proveniente de bosques gestionados de manera sostenible”, y apunta que así “contribuye a una economía circular porque el papel esreciclableuna media de entre cuatro y seis veces”.
Mango ya ha llevado a cabo tres pruebas piloto del proyecto en Marruecos, China y Turquía, y explica que ahora lanzará esta nueva fase en “producciones de proximidad para prenda doblada”, con el objetivo de aplicarlo en todas sus prendas a finales de 2021.
Toni Ruiz, consejero delegado de Mango, afirma que están “muy satisfechos de llevar a cabo este tipo de proyectos que nos ayudan a avanzar hacia una moda más sostenible que nos permite, a su vez, llevar a cabo la transformación sostenible de la compañía”.
La iniciativa se enmarca en los compromisos adquiridos en el “Fashion Pact”, un acuerdo global firmado el pasado 2019 en París por 32 compañías de la industria del textil y de la moda que tiene como objetivo luchar contra el cambio climático, preservar la biodiversidad y proteger los océanos. EFEverde
se levanta con el tiempo justo para llegar a la primera reunión de trabajo del día. Pide un taxi por el móvil mientras toma el último sorbo de café. Tras la jornada de mañana, y aprovechando que hace muy bueno, utiliza un patinete eléctrico para llegar al restaurante donde ha quedado con un amigo. Vuelve a la oficina en bicicleta —no había ningúncarsharinga mano— y, al acabar el día, se decide a regresar a casa con un VTC, que en ese momento está a buen precio por la baja demanda.
Un día cualquiera de una persona cualquiera puede suponer muchas decisiones de movilidad, utilizando varios medios de transporte sin tener la propiedad de ninguno. También es un reguero de intercambio de datos, y en el siglo XXI los datos son muy útiles. Recogidos por sensores, interpretados por máquinas, gestionados en la nube y puestos al servicio de ciudades y ciudadanos, los datos nos prometen mejor movilidad, un aire más limpio, más calidad de vida. Frente a la movilidad clásica, basada en la propiedad de un vehículo, permiten la llamada movilidad como servicio (MaaS, mobility as a service), es decir, elegir entre varias opciones para ir de A a B recurriendo a empresas de todo tipo. Y los datos también impulsan las smart cities, que no solo recogerán mejor la basura y regularán con más eficiencia el alumbrado público: también reducirán las distancias temporales mediante una gestión inteligente de espacios y vehículos.
Y es solo el principio: el despliegue de las redes 5G acercará aún más el desarrollo de los coches autónomos, totalmente conectados a su entorno gracias al Internet de las cosas. No emitirán gases contaminantes, porque el futuro son los motores eléctricos. El desarrollo de las redes inteligentes de distribución eléctrica y de la autogeneración doméstica mediante placas solares los hará mucho más competitivos.
Vivíamos en ese futuro, de oferta creciente de servicios de movilidad, hasta que cambió drásticamente la demanda. La culpa fue de un virus. Nos quedamos encerrados en casa y, muy poco a poco, empezamos a salir. Y descubrimos, de repente, que se podía hacer vida andando, a un kilómetro de casa; que los vehículos privados, casi sin uso semana tras semana, ocupaban demasiado espacio público; que pasar dos horas al día en el coche para ir al trabajo era, en muchísimas ocasiones, innecesario. Sucedieron milagros: llovía y la ciudad olía a tierra, no a dióxido de carbono. Se oían los trinos de los pájaros, no los bocinazos de los coches.
Vivíamos en ese futuro hasta que un virus nos obligó a volver al pasado. Y ahora puede que la demanda de movilidad no sea exactamente como era. Si hace 50 años talábamos árboles y destruíamos bulevares para dejar espacio al coche, el símbolo de modernidad y estatus, ahora queremos aceras más amplias y calzadas peatonalizadas. Y necesitamos más metros cuadrados para las bicicletas y los patinetes eléctricos. Pero no todo son buenas noticias para la calidad del aire: la desconfianza ante las multitudes es una amenaza para el transporte público, imprescindible para combatir la polución; el desafío logístico del auge del comercio electrónico también plantea problemas de sostenibilidad.
Cuando la movilidad del siglo XXI pugnaba por imponerse al urbanismo del siglo XX, basado en el uso del coche privado, llegó la pandemia a cambiar nuestra mirada. El modelo se está definiendo, y la tecnología ofrece todo tipo de alternativas. Serán las sociedades quienes elijan cómo se ordenan, y de esa decisión depende la movilidad del futuro.
El rey coche se tambalea
Terminaba abril, escaseaban todavía las mascarillas y el ministro de Transportes y Movilidad, José Luis Ábalos, comparecía ante el Congreso para dar detalles de la entonces inminente desescalada. “El coche privado no es una solución sostenible de futuro, pero en este paréntesis y en estas circunstancias es una opción”, decía, provocando el estupor de los ecologistas. Alguna ejecutiva del sector lo recuerda con sorpresa varios meses después. Aunque a Ábalos todavía le persiga la frase, al menos habló de “paréntesis”. No está del todo claro si ese paréntesis por la pandemia está definitivamente cerrado, pero sí que el diseño de la movilidad del futuro, por encima de ideologías y de diferencias entre países, tiene mucho menos espacio reservado para el vehículo privado.
Como el tabaco
La pandemia ha reforzado esa idea de que el coche ya no debe ser el rey. Tanto que Jesús Herrero, secretario general de ATUC, la Asociación de Transportes Públicos Urbanos e Interurbanos, ve incluso paralelismos entre el cambio de percepción hacia el tabaco de décadas pasadas y lo que está ocurriendo ahora con el coche privado. “El modelo actual de movilidad es insostenible”, dice, y no solo por los problemas ambientales: “Tenemos el 85% del espacio público dedicado al coche, cuatro metros cuadrados la mayor parte del tiempo parados en la calzada o, muchas veces, con una sola persona circulando”. Según datos de la Comisión Europea, los vehículos están aparcados el 92% del tiempo, y efectivamente circulando solo el 5%, con una media de ocupación de 1,5 personas por viaje. “La movilidad en automóvil es la opción que más espacio ocupa y más espacio desperdicia, además de la más nociva para el medio ambiente”, resume José Carpio- Pinedo, profesor universitario y consultor especializado en movilidad sostenible.
Para contrarrestar esta tendencia, la industria del motor lleva años persiguiendo dos saltos cualitativos: la electrificación de los motores y la conducción autónoma. El primer fenómeno ya empieza a ser una realidad: según los datos de Anfac, la patronal de los fabricantes de automóvil, en los nueve primeros meses de 2020 las ventas de coches totalmente eléctricos crecieron un 32%, casi lo mismo que cayeron las de vehículos de gasolina y diésel, un 38%. Todavía suponen muy poco para el conjunto del mercado —un 1,67%—, pero el Plan Nacional Integrado para la Energía y el Clima 2021-2030 prevé un parque de cinco millones de vehículos eléctricos para dentro de diez años, lo que supondría alrededor del 15% del total. Las compañías energéticas ya toman posiciones ante la electrificación del automóvil. Les exige una importante adaptación de su red, que se tiene que superponer a las de movilidad, como explica Juan Ríos, director de Planificación y Regulación de Iberdrola i-DE, la antigua Iberdrola Distribución Eléctrica. “Tenemos que ir generando una red pública de recarga de vehículos incluso antes de que exista la demanda. Y ya tenemos centros de control de la movilidad que nos permiten conocer patrones de uso que necesitamos para planificar de forma más eficiente”, cuenta. Pero el gran cambio será la llegada de la conducción autónoma: “No tengo ninguna duda de que será una realidad en 2030”, pronostica Begoña Cristeto, socia responsable de automoción de KPMG España.
Gracias al despliegue de la red 5G y la sensorizaciónomnipresente en las vías públicas, los coches no necesitarán conductor y servicios como el carsharing, cuya rentabilidad actualmente está lastrada por la necesidad de operarios que trasladen eventualmente los vehículos de un punto a otro, se generalizarán aún más. “El vehículo se va a convertir en lo menos valioso de la industria de la movilidad. Los fabricantes lo saben y están preocupados. Si no se sitúan bien, van a ser simplemente los productores de la carcasa. Y tampoco quieren ser los que desplieguen una infraestructura para que luego sean otros los que la rentabilicen, como ha sucedido en otros negocios”, explica Cristeto.
La doble cara del teletrabajo
El coche fue uno de los perdedores del confinamiento: el teletrabajo demostró que no es una herramienta imprescindible en la vida laboral, y cuando empezamos a salir a la calle nos dimos cuenta de todo el espacio que ocupaba, espacio público del que no podíamos disfrutar como peatones o en las terrazas. “El teletrabajo es una buena noticia en cuanto a los transportes más insostenibles medioambientalmente, pero es una mala noticia para los que tienen que ser sostenibles financieramente”, afirma Carpio-Pinedo. A menos viajeros, menos billetes vendidos por el transporte público y más problemas para las arcas públicas, que no van a atravesar tiempos de bonanza.
Una historia de tecnología, movilidad y calles sucias
En agosto de 2013 entró en vigor un nuevo contrato integral para la limpieza y mantenimiento de los espacios públicos de Madrid, con una vigencia de ocho años. El Ayuntamiento de la ciudad, entonces encabezado por Ana Botella (PP), lo presentó como un gran avance, ya que suponía una rebaja de 300 millones de euros para las arcas municipales, gracias, se explicaba, a que el uso de la tecnología permitiría dedicar menos personal a esas tareas. Sin embargo, el empeoramiento de la calidad del servicio se hizo evidente en seguida. Madrid empezó a tener un problema de suciedad en sus calles que, como el contrato, pervive, y el malestar de los trabajadores desembocó en una huelga que plagó de basura la ciudad durante 13 días de aquel noviembre.
Inés Sabanés, ahora diputada en el Congreso de Más País, heredó ese contrato en 2015 cuando Manuela Carmena la nombró delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, con responsabilidad sobre la limpieza urbana. En su opinión, ese contrato es un buen ejemplo de los límites de la tecnología para solucionar los grandes problemas de las ciudades: “Aquello fracasó porque se olvidaron de que es un trabajo intensivo en mano de obra. La tecnología es una herramienta, un complemento. Lo fundamental es tener una estrategia de ciudad”.
“La nostra missió és facilitar un model sostenible a les marques i ciutats, i ajudar-les en una comunicació honesta, viva i transparent.” Afra Quintanas Valls, fundadora d'Afra Quintanas Strategy Consulting.
A què es dedica la teva organització?
Afra Quintanas Strategy Consulting és una consultoria estratègica amb la missió de fomentar la sostenibilitat i la transparència de les marques i de les nostres ciutats. Per a aconseguir-ho ens dediquem a assessorar i acompanyar a empreses i organitzacions cap a un model sostenible tant socialment com ambientalment. També oferim assessorament estratègic i creatiu, i, d’aquesta manera, ajudem a fer una comunicació honesta i viva que emfatitzi el valor amagat de cada producte o empresa. Per altra banda, col·laborem amb Provenance Ltd, una plataforma de transparència que busca analitzar la cadena d'abastiment de les empreses per tal de fer els processos més sostenibles i així informar el consumidor final.
A més a més, a escala de ciutat i de gestió urbanística del territori, treballem amb models de comerç sostenibles i amb la reutilització d’espais buits. També elaborem els que s’anomena Place Branding per nuclis urbans, que aglutina organitzacions que busquin treballar de manera col·laborativa per una identitat conjunta, tant visual com d'experiència i serveis, i orientar-se cap a un model més sostenible.
Quina creus que és l'aportació que fa Afra Quintanas Strategy Consulting a la ciutat de Barcelona?
La nostra missió és facilitar un model sostenible a les marques i ciutats i ajudar-les en una comunicació honesta, viva i transparent.
Com i quan vau conèixer la xarxa Barcelona + Sostenible (B+S)?
Fa temps que vam conèixer la xarxa però hem esperat a consolidar-nos com a empresa a la ciutat per adherir-nos-hi. Hi participem perquè creiem que és rellevant col·laborar i compartir coneixement per una Barcelona més sostenible.
Què us aporta formar part de la xarxa B+S?
Com que som una empresa nova i molt petita, valorem moltíssim la col·laboració. Per això, Barcelona + Sostenible ens dona aquesta possibilitat de fer xarxa.
A la pràctica, com treballeu per a ser més sostenibles? Quins són els vostres principals eixos de treball en aquest sentit?
Els nostres recursos son mínims i bàsics, treballem per ser una oficina responsable social i ambientalment, tant amb l’equip de treball com amb l’impacte de la petjada de carboni en els nostres moviments i accions. Mantenim un model sostenible en tots els seus aspectes. El que tenim pendent és avaluar l’impacte de les dades i la tecnologia que utilitzem.
Què és el que més t’enorgulleix de la teva feina?
Poder ajudar a construir un món més saludable facilitant informació a les persones consumidores perquè entenguin l’impacte de la seva compra. Donar suport als qui tenen ganes de millorar, augmentar el benestar a la ciutat i el respecte per l’entorn.
Ens podries proposar una acció de millora en el present per arribar a un futur més sostenible?
Reduir la compra de productes de primer necessitat que no ens expliquen ni acrediten, de manera clara, d'on provenen i què contenen. Les persones consumidores han de saber com estan fets i quin impacte tenen per al medi ambient i per a les persones.
Quins tres objectes que t’emportaries a una illa deserta?
No aniria a una illa deserta, m’agraden molt les persones. Imagino que un telèfon per poder-me comunicar amb els amics i la família!
La empresa francotunecinaNetxproteinproduce proteínas en polvo a partir de larvas de mosca destinada a la alimentación animal, principalmente para piensos de mascotas o alimento de peces, una alternativa sostenible frente a otras materias como la soja y la harina de pescado.
El binomio formado por una antigua consultora de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Syrine Chaalala, y su marido e ingeniero químico, Mohamed Gastli, lanzó este proyecto en 2014.
Cuando Syrine viajó a Madagascar en una de sus misiones para la FAO, presenció la invasión de langostas que devoraban los campos de cultivo ante la mirada impotente de sus agricultores.
A partir de ahí, la pareja comenzó a hacer ensayos en el garaje de sus padres, que se transformó en un laboratorio para cultivar moscas en cubetas de plástico.
La elección de esta especie, la mosca “soldado negra“, no se debe al azar: se encuentra en todos los rincones del planeta, no transmite zoonosis (enfermedades transmitidas por animales salvajes) y tiene un periodo de vida muy corto, entre 10 y 18 días.
Una granja sostenible
En esta granja a escala industrial, situada en Grombalia, a cuarenta kilómetros de la capital, todo se reutiliza con el objetivo de producir cero desechos.
Tras la puesta de huevos y su incubación- cada hembra puede poner un mínimo de 1.000 larvas– comienza el proceso de engorde en el permanecen una semana hasta pasar de 2 milímetros a cerca de dos centímetros.
Hordas de moscas alimentadas de forma sostenible
Tropas formadas por millones de larvas ingieren un puré hecho de restos de frutas y verduras sin vender que recuperan los transportistas de la zona.
Una receta realizada por dietistas y celosamente protegida por sus creadores mientras que el equipo de biólogos controlan todos los parámetros del microclima de este criadero: su temperatura, humedad, ventilación y luminosidad.
Pero es también una nueva actividad económica para los vecinos de la región, asegura Gastli, en una economía fuertemente dependiente del sector turístico y cuya tasa de paro alcanza actualmente el 18%. Además de una solución para los agricultures, que hasta ahora no sabían cómo deshacerse de los desperdicios.
Metanización
“Los residuos orgánicos se utilizan en el proceso de metanización (producción de energía) o vuelven a enterrarse a modo de abono, pero pocos habían pensado en reintroducirlos de nuevo en la cadena alimenticia”, afirma el emprendedor.
Una vez alcanzado el tamaño ideal, se pasa por el tamiz para recuperar los excrementos de moscas y los residuos orgánicos que serán utilizados como fertilizante bio mientras las larvas son transformadas en aceite y harina gracias a una maquinaria inédita, creada a medida.
Entre las ventajas, enumera Chaalala, la agricultura en vertical, en la que las cubetas se posicionan una encima de otra para maximizar el espacio; su corto ciclo de vida permite recolectar los huevos diariamente mientras que la recolecta de soja- la proteína vegetal más utilizada en la alimentación- es una o dos veces al año; y, por último, un ambiente controlado frente a las inclemencias del tiempo.
Según sus cálculos, una instalación de insectos de 100 metros cuadrados es capaz de producir la misma cantidad de proteínas que 100 hectáreas de un terreno de soja.
Entomofagia
La entomofagia (consumo de insectos) se considera todavía una práctica exótica de destinos remotos, aunque un informe de la FAO publicado en 2013 defendió su consumo como una dieta nutritiva y rica en proteínas además de un posible sustitutivo de la carne y el pescado.
Existen en total cerca de 2.000 especies comestibles- escarabajos, hormigas y saltamontesentre las favoritas- aunque, como apunta Chaalala, Occidente todavía no está preparado para ello pese a que la mitad del planeta los come diariamente.
Esta pareja en la cuarentena forma parte de la Plataforma de Insectos para Alimentos y Piensos (IPIFF), un lobby del sector en la Unión Europea que busca aprobar una legislación comunitaria para comercializar insectos de consumo humano.
Desde 2017, la Comisión Europea permite el uso de harinas hechas a partir de insectos para las piscifactorías. Este mercado, formado por tan sólo una decena de compañías en el mundo, produce anualmente mil millones de toneladas.
“Nuestras moscas saben a pipas”, dice Chaalala con una sonrisa. EFEverde
Karmele Llano Sánchez es directora del programa de conservación de orangutanes de la Fundación International Animal Rescue (IAR) en Borneo, galardonada con el Premio a la Conservación de la Biodiversidad de la Fundación BBVA en su XV edición.
Conservación de los orangutanes
Un orangután con la boca llena de batatas en Kalimatan (parte Indonesia de la isla de Borneo). EFE/Barbara Walton/ARCHIVO
El jurado ha reconocido a la Fundación IAR en la categoría Actuaciones en el Mundo por “abordar con un enfoque integral e innovador” la protección de la biodiversidad del Parque Nacional Bukit Baka Bukit Raya en Borneo y de “sus especies emblemáticas”.
Karmele Llano, nació en Bilbao en 1978, y se radicó en Borneo hace 17 años, donde llegó para hacer unas prácticas sobre orangutanes, tras estudiar veterinaria en León y un máster en Australia sobre veterinaria de conservación.
Llano explica en entrevista con EFEverde que en los últimos años “han disminuido el número de rescates de orangutanes”, algo que “es un orgullo decir que los esfuerzos que hemos hecho en los últimos diez años están dando fruto”.
Sin embargo, durante la época de incendios forestales “el número de rescates se disparan”, porque los orangutanes “se quedan sin su hábitat, están en peligro de quemarse y de quedarse sin alimento”.
Y la búsqueda de alimento conlleva “un incremento en el conflicto entre humanos y orangutanes que causan destrozos en los cultivos y son perseguidos por los agricultores, ya que es su medio de vida. Un problema que se ha acentuado” con el incremento de los incendios.
Trabajo de campo con las comunidades locales
Un problema que están logrando atajar con los equipos de campo que trabajan con las comunidades locales utilizando “técnicas de mitigación de conflictos y evitando la muerte de orangutanes”.
“Esto nos está ayudando a disminuir el número de crías de orangután que recibimos en el centro, donde actualmente tenemos 99 ejemplares”, dice la veterinaria bilbaína quien vive en Kalimantan, la parte indonesia en la isla de Borneo compartida con Malasia y Brunei.
Sin embargo, alerta, “el problema es que las poblaciones se están perdiendo demasiado rápido para que se puedan recuperar”.
“Estamos viviendo unos momentos críticos para poder asegurar que los orangutanes no se extingan y puedan tener suficiente hábitat para sobrevivir”. Por ello, la labor de la Fundación IAR es la “conservación in situ”, es decir la “recuperación en su hábitat”.
Rescate para la vida en la selva
La veterinaria Karmele Llano Sánchez camina por un bosque quemado en la isla indonesia de Borneo. EFE/ARCHIVO
La misión principal de la Fundación IAR es trabajar “al cien por cien para que las poblaciones salvajes se puedan proteger”, porque “los orangutanes que nos llegan y son rescatados vuelven a su medioambiente para que puedan seguir reproduciéndose en la selva, no en cautividad”.
Explica que los cultivos de palma, otro de los problemas para la desaparición de los orangutanes, “no se han incrementado más en los últimos años”, en parte gracias a “la presión de Europa”, lo que supone un respiro para parar la expansión de la frontera agrícola en Borneo, una zona donde “quedan entre 35.000 y 37.000 orangutanes”.
Aunque “es muy complicado hacer un recuento exacto” de la población de orangutanes, sostiene, y asegura que, no obstante, no es una cifra halagüeña porque “el ciclo de reproducción de esta especie es muy lento”.
Deforestación e incendios
La deforestación para los cultivos de aceite de palma y, en menor medida, para la industria papelera y la minera, han causado entre 1999 y 2015 la desaparición de más de 100.000 orangutanes en Indonesia, según un estudio publicado en la revista Current Biology en febrero de 2018.
Aunque fue un problema en crecimiento en Borneo durante muchos años, actualmente “la mayor amenaza para la biodiversidad en Borneo, al igual que sucede en la Amazonía, son los incendios forestales, porque afectan a los hábitats y a las especies que viven en estos ecosistemas”.
En concreto, al ecosistema de “bosques de turberas, que es muy frágil y con gran riqueza en biodiversidad” y cuando “se secan y son altamente inflamables”.
Este factor unido a fenómenos climáticos como la sequía, con “periodos más largos y extremos”, facilitan la “propagación de los incendios forestales” que entre 2015 y 2019 han afectado a los “hábitats de los orangutanes y de todas las especies”.
Agradece la Fundación BBVA por el reconocimiento y tras 17 años de trabajo, dice recordar especialmente el de Jojo (Yoyo), el primer orangután que rescataron después de encontrarle encadenado a un poste y sin protección.
“Conseguimos traerle al centro donde ahora está mucho mejor”, y donde le están construyendo un espacio con árboles y un habitáculo para que pueda “vivir en semilibertad, casi como en la selva”.
Son animales que han sobrevivido gracias a la labor de Llano y las 270 personas que trabajan conjuntamente en el centro, donde se pretende mantener el instinto salvaje de los orangutanes o “si lo han perdido devolvérselo”. Por ello, es muy importante evitar el “apego al humano”, a no ser por motivos de atención veterinaria, concluye.
Se estima en 71.640 la población de orangutanes en las islas de Sumatra y Borneo, según un estudio del Gobierno indonesio de 2017. EFEverde
Este 17 de octubre de 2020 se cumplen cien años del nacimiento deMiguel Delibes, un momento idóneo para hacer un balance de su obra y de su significado. El escritor vallisoletano escribió veinte novelas a lo largo de cincuenta años (1948-1998).
Si Delibes no hubiera acertado en la invención de originales historias, si no hubiera logrado la perfecta adecuación de la técnica narrativa a la historia, si no hubiera mostrado un personalísimo estilo, marcado por la concisión y la precisión; en suma, si Delibes no hubiera sido un buen escritor, no habría obtenido el gran éxito de público y de crítica del que goza.
Pero lo que ha hecho al novelista verdaderamente grande y universal es, más allá de sus logros estéticos, el fondo ético y social que subyace en toda su obra.
Una obra universal que remueve conciencias
Concebida la novela como “un intento de exploración en el corazón humano”, su función no puede ser otra que la de inquietar al lector. Delibes no pretende imponer su criterio, sino hacer pensar. No argumenta, porque no trata de convencer. Por el contrario, mueve los ánimos y agita las conciencias de sus lectores.
No consuma noticias, entiéndalas.
Escritor sumamente arraigado en su tierra, son los valores humanos de sus textos los que han hecho de él un escritor universal. Su fondo humanista ha calado en su obra, prevaleciendo la preocupación por el hombre; la defensa del individuo en armonía con la naturaleza; la condena de los convencionalismos sociales, de la intolerancia, de la incomunicación…
Delibes es el “pintor de Castilla”, según aspiración propia. En una antología editada en 1972, decía conformarse “desde un punto de vista estrictamente literario” con que en su epitafio pudiera escribirse: “Acertó a pintar Castilla”.
Desde luego, logró su objetivo. A través de su obra, traducida a más de veinte lenguas distintas, los paisajes de su tierra y los paisanos que la habitan han logrado visibilidad en el mundo entero. Castilla es hoy un referente para cientos de miles de sus lectores (y espectadores, a través de las versiones cinematográficas que se han hecho de sus novelas).
Amor por la naturaleza, la tierra y sus gentes
Pero lo mejor del caso es que Delibes trasciende el localismo. El amor y la preocupación por su tierra derivan en amor por la naturaleza, en general: preocupación por su degradación y abandono, por la gente sencilla que la puebla, por sus problemas, por las amenazas que se ciernen sobre ellos, por el perjuicio general que supone la pérdida de la cultura tradicional…
Son muchas las novelas en las que Delibes deja entrever su visión crítica de un progreso que solo atiende a lo material y que está propiciando el abandono del campo y la degradación de la naturaleza.
Encontramos estas preocupaciones en El Camino (1950), Diario de un cazador (1955), Las ratas (1962), Viejas historias de Castilla la Vieja(1964) o El disputado voto del señor Cayo (1978). En esta última novela se pone de relieve el contraste entre la vida rural y la urbana y cómo el progreso se está desarrollando a costa del campo y de los lugareños.
El joven político que visita el pueblo del señor Cayo, después de conocer la sabiduría que encierra la gente del campo, concluye: “Hay que asomarse al pueblo; ahí es donde está la verdad de la vida”. Poco después, se lamenta: “No hay derecho a esto (…) A que hayamos dejado morir una cultura sin mover un dedo”.
Un visionario de los problemas actuales
Se ha dicho que el escritor vallisoletano se adelantó varias décadas a planteamientos que hoy tienen, lamentablemente, plena actualidad. En los tiempos que vivimos, preocupados por el cambio climático, por la España vaciada, por los escándalos políticos y los abusos de los poderes políticos y económicos, la lectura de las obras de Delibes lo convierte casi en un visionario.
Hay que recordar que, cuando en 1975 leyó su discurso de entrada en la Real Academia Española de la Lengua, titulado El sentido del progreso desde mi obra, muchos lo tildaron de retrógrado, de oponerse al progreso, de coartar las aspiraciones de la gente del pueblo.
En su discurso Delibes alerta sobre el peligro de un progreso incontrolado, que atentaba contra el equilibrio de la naturaleza, y de la infravaloración del individuo, acosado por los poderes políticos y económicos.
El que, en un momento de reconocimiento de su obra, en la casa de las Letras españolas por excelencia, eligiera un discurso que podía tacharse de “poco literario” viene a demostrar lo importante que era para Delibes el mensaje que pretendía comunicar con su obra.
La esencia de lo humano
Hoy, lamentablemente, vemos que sus temores tenían un fundamento y la amenaza la sentimos cada vez más real y acuciante. No era un mero visionario. Era un hombre con valores firmes, agudeza en sus análisis y valentía para encarar la denuncia y la reivindicación.
Delibes representa el valor del individuo en sí mismo, el ideal de vida del hombre en armonía con la naturaleza y con los otros hombres, el amor por el pueblo y por la cultura tradicional, la tolerancia y la libertad de conciencia…
La lectura de Delibes nos hace reflexionar y agita nuestras conciencias, sin caer en una escritura propagandista. Y lo consigue por esa virtud suya de interpretar estéticamente la realidad escarbando profundamente hasta llegar a la esencia de lo humano:
“He buscado en el campo y en los hombres que lo pueblan la esencia de lo humano”.
Así ha logrado ser un escritor universal y tan actual como atemporal.
La campaña, cuyo resultado ha sido calificado por las dos entidades como “muy positivo”, demuestra que la concienciación ciudadana hacia el reciclaje “parece no haberse visto afectada” por la actual crisis sanitaria y la reducción forzada en la movilidad de las personas.
Para desarrollar este programa, Ecopilas repartió cientos de recopiladores domésticos e instaló contenedores en cada uno de los centros adheridos al programa de educación medioambiental ‘Grímpola Ecomar’, dirigido a niños de entre 7 y 14 años y que complementa la formación deportiva con talleres de sensibilización y respeto al medioambiente.
El mensaje ambiental impulsado por estas dos fundaciones “está calando entre los jóvenes” que se ha convertido en “grandes embajadores del cuidado de nuestro planeta”, ha afirmado la presidenta de la Fundación Ecomar, Theresa Zabell.
El presidente de Ecopilas, José Pérez, ha destacado “la labor pedagógica entre los más pequeños”, así como de información y acercamiento de los contenedores a la ciudadanía, en iniciativas como ésta.
Las dos fundaciones premian con material deportivo para la práctica náutica a los tres clubes que recogen más pilas durante la campaña y, por segundo año consecutivo, en 2020 el primer premio ha sido para el ‘Club do mar Cariño’ de La Coruña, con 460 kilogramos.
En segundo lugar, quedó el ‘Actividades Náuticas’ de Tenerife, que, con 239 kilos recogidos este año, asciende un puesto en la clasificación final ya que el año pasado quedó en tercera posición.
La tercera plaza en la actual edición fue para ‘Cataventos Escola de Vela’ de Muxía (La Coruña), con 160 kilos de residuos recogidos.
Además de promover el hábito de reciclaje de este tipo de basura electrónica, desde 2015, esta iniciativa ha conseguido reciclar 7,7 toneladas de pilas. EFEverde
El documental, producido por la Brave Blue World Foundation con la participación de la compañía hídrica Xylem, ofrece un augurio sombrío para el futuro ya que advierte de que “en 2040, la mayor parte de la población no tendrá acceso al agua”.
Este elemento es el eje central de una grabación en la que intervienen científicos, catedráticos y activistas como los actores Matt Damon y Jaden Smith y que, de acuerdo con los cálculos de la propia Netflix, alcanzará a una audiencia de 193 millones de personas en 29 idiomas diferentes.
Narrado con la voz del también actor Liam Neeson, “Un mundo azul es una gran película que todos debemos ver” porque “hace que el agua sea un problema cercano, algo a lo que muchos de nosotros no prestamos atención”.
Neeson ha añadido que este documental guarda “una estrecha relación” con el cambio climático y ha sugerido que debería “proyectarse en todos los centros educativos”.
Despertar las conciencias sobre la crisis global del agua y agilizar la puesta en marcha de soluciones es el objetivo de este documental, según su productor ejecutivo, Paul O’Callaghan. EFEVerde