El proyecto, en el que han participado biólogos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, ha configurado un sistema de seguimiento y vigilancia sanitaria de las playas mediterráneas como medida de protección de la salud.
Presencia de algas tóxicas
Sin embargo, según los expertos del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, que han utilizando modelos proporcionados por la iniciativa Med-CORDEX basados en proyecciones climáticas, en los próximos años, las proliferaciones de estas microalgas aparecerán antes y tendrán mayor duración, extendiéndose desde la primavera hasta el otoño.
El trabajo CoCliME, que durante los últimos tres años ha descifrado las tendencias futuras de crecimiento y los impactos de las proliferaciones del género Ostreopsis, indica, sin embargo, que en el futuro la presencia de estas algas será menos intensa en verano porque las temperaturas serán demasiado cálidas (entre 25,5 y 28ºC), aunque los investigadores no descartan que la microalga pueda adaptarse en un futuro a condiciones aún más cálidas.
De hecho, el calentamiento progresivo de las aguas parece estar facilitando la expansión de este género en el Atlántico, desde el Golfo de Vizcaya hasta Bretaña, ha explicado Elisa Berdalet (ICM-CSIC).
La alga Ostreopsis tiene un color marrón-rojizo debido a sus pigmentos fotosintéticos y por eso, cuando se reproduce intensamente, la gran cantidad de células en el agua en zonas poco profundas confieren este color al mar.
Según los biólogos, estas células producen diferentes sustancias nocivas que causan mortandades de algunos organismos como los erizos de mar.
“Las toxinas de Ostreopsis pueden afectar tanto a la flora como a la fauna marinas -el marisco´- y se encuentran en el agua durante las proliferaciones”, según Berdalet, que admite que en el Mediterráneo no se conoce ningún caso de intoxicación alimentaria atribuida a estas toxinas.
Efectos en la salud
“En el Mediterráneo, los principales efectos de las proliferaciones tóxicas de Ostreopsis en la salud humana están asociados a la exposición directa al agua de mar cuando las concentraciones son altas. De todos modos, los compuestos tóxicos se producen únicamente en determinadas circunstancias durante las proliferaciones”, ha puntualizado la también bióloga del ICM-CSIC Magda Vila.
Según los colaboradores de CoCliME Rafael Abós-Herràndiz y Luc de Haro, “los síntomas agudos de esta exposición son oftalmológicos, digestivos, respiratorios y dermatológicos”, aunque advierten que no se conocen aún los efectos de la exposición crónica a las toxinas que produce Ostreopsis.
En este sentido, dentro del proyecto CoCliME, se realizó un estudio epidemiológico que reveló que las personas podían experimentar síntomas relacionados con Ostreopsis durante unos pocos días a lo largo de la proliferación, principalmente en julio (teniendo en cuenta las condiciones climáticas actuales).
Los biólogos advierten que actualmente los impactos en la salud humana y el ecosistema causados por las proliferaciones de Ostreopsis son poco conocidos, por lo cual estos episodios no se perciben como un riesgo socioeconómico.
Sin embargo, dada la recurrencia y futura persistencia de las proliferaciones de Ostreopsis en las zonas turísticas del Mediterráneo, avisan que estos episodios pueden convertirse en un problema socioeconómico importante en el futuro si comportan, por ejemplo, la interrupción o la reducción de la frecuentación de las playas por parte de turistas y residentes. EFEverde
Imagen de la floración de Ostreopsis que cubre el fondo marino. CSIC/Cecile Jauzein
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