El Camino de Santiago recorre en sus múltiples variantes (francés, primitivo, del norte o de la costa, inglés, de Fisterra, ruta del Mar de Arousa, portugués, vía de la Plata, entre otros) buena parte del territorio español, y sus últimos kilómetros atraviesan en mayor o menor medida todas las provincias gallegas hasta converger en Santiago de Compostela.
Tapizados por una cubierta forestal propia del clima atlántico, las sendas se caracterizan por la presencia de formaciones boscosas que conforman las denominadas “fragas”, masas mixtas de frondosas caducifolias, bosque atlántico y oceánico, en fase clímax o de maduración ecológica. Hoy quedan escasos reductos de ellas, aunque es frecuente encontrar formaciones de pino (P. pinaster, P. radiata y P. sylvestris) y otras coníferas, y plantaciones de eucalipto (Eucaliptus spp.).
Evolución de la explotación forestal en Galicia
Desde la época romana, el medio rural gallego se ha caracterizado por un uso predominantemente agroganadero. El bosque es menos representativo.
Hacia mediados del siglo XX, la cubierta forestal ocupaba una cuarta parte de la superficie forestal, gracias a la Ley de Patrimonio Forestal del Estado (1941). A través de un procedimiento de consorcios, esta norma suscribía contratos administrativos para la cesión, por parte de los municipios propietarios, de terrenos de monte para su reforestación.
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A partir de entonces, y favorecida por el desmantelamiento del sector ganadero, la cubierta forestal ha experimentado en Galicia un continuo crecimiento hasta el actual 69 %. Esta cifra constituye unos 2 millones de hectáreas, según datos del IV Inventario Forestal Nacional.
El 97 % de la superficie forestal gallega es privada; 1,4 millones de hectáreas pertenecen a particulares y 664 630 ha a comunidades vecinales en mano común. Representa una importante fuente de riqueza para más de 450 000 propietarios particulares y 3 072 comunidades.
Así, Galicia ostenta un 10 % de la superficie forestal arbolada de España. Además, proporciona el 45 % de la producción nacional de madera en rollo (troncos apeados, desramados y cortados en dimensiones normalizadas), el 43 % de la madera de aserrado, el 35 % de la pasta de papel, el 33 % de tableros y un 8 % de la industria del mueble. Supone el 22 % del valor productivo de la superficie forestal española, el 10 % del valor ambiental y el 7 % del recreativo.
En 2019, el aprovechamiento declarado en montes gallegos alcanzó los 9,4 millones de m³. Su gestión fue privada en un 97,3 %, repartiéndose entre un 62,4 % de frondosas –en su práctica totalidad eucalipto– y un 37,6 % de coníferas (P. radiata y P. pinaster).
Las provincias del norte (A Coruña y Lugo) acaparan algo más del 85 % de las ventas de madera en origen, mientras Pontevedra representa el 11,7 % y Ourense apenas el 3,2 %. Como resultado, el mapa de aprovechamiento forestal está significativamente fragmentado
El eucalipto: alcance e interés
El eucalipto (familia mirtáceas) es una frondosa perennifolia originaria de Australia y Tasmania, que apareció en A Coruña hacia 1850. En 1870 ya era frecuente en varias provincias del litoral español. En España destacan dos especies:
El Eucalyptus globulus. Predominante en zonas costeras y caracterizado por la dispersión natural de sus semillas en corta distancia (15-20 metros) y la preferencia de suelos desnudos o alterados para desarrollarse con éxito.
El Eucalyptus nitens. Abundante en el centro y norte de Galicia, se caracteriza por su resistencia a heladas y plagas y rápido crecimiento en plantaciones, aunque escasa capacidad de regeneración natural, por lo que no se identifica como especie invasora. Su extensión ha ido al alza durante los últimos treinta años, hasta ocupar unas 300 500 ha de formaciones puras, y 121 700 ha mixtas, superando la previsión del Plan Forestal de Galicia de 1992 (alcanzar 245 000 ha hacia 2030).
El incuestionable interés económico de este árbol ha estimulado desde el sector maderero actuaciones de lucha contra plagas y enfermedades, prevención de incendios, certificación forestal e impulso a la I+D para mejorar su adaptación al cambio climático.
Impactos asociados al eucalipto
La discusión relativa a los impactos ambientales de estas especies ha provocado divergencias entre investigadores, académicos y ecologistas. Entre estos efectos, pueden distinguirse los siguientes:
Pérdida de fertilidad edáfica y riesgo de erosión.
Elevado consumo de agua, debido al denso y profundo sistema radicular.
Hidrofobia edáfica, por acumulación de ácidos orgánicos procedentes de las raíces o descomposición de las hojas.
Pérdida de biodiversidad respecto a campiñas y bosques autóctonos.
Especie pirofítica: propaga el fuego por copas y fragmentos de corteza desprendida, mientras las altas temperaturas favorecen la apertura de las cápsulas de semillas.
Modificación del paisaje, debido a la uniformización generada por la estructura geométrica de las repoblaciones.
Plagas y enfermedades: son resistentes a plagas autóctonas, introduciendo sin embargo otras que atacan a la flora del país.
Fijación de CO₂: hay incertidumbre científica respecto a la cifra calculada para estas plantaciones, dado que tanto el tratamiento previo del suelo y aterrazamientos como las cortas forestales generan pérdidas de carbono edáfico, por lo que sería conveniente elaborar una metodología independiente.
La valoración económica de los servicios ambientales del eucalipto realizada por el sector maderero alcanza mejores resultados para las variables productivas (madera y leña, y alimentos) respecto a las correspondientes al control de la erosión o los usos recreativos. Además, asigna a la captura de CO₂ un valor entre el 17 y 19 % del total, aunque, como se ha señalado, sería conveniente elaborar una metodología rigurosa que considere todos los flujos de carbono en estas plantaciones.
Revisión del Plan Forestal de Galicia
Los objetivos de la 1ª revisión del Plan Forestal de Galicia 2021-2040 –adoptada por el Consello de la Xunta el 9 de junio de 2016 y aprobada por Decreto 140/2021, de 30 de septiembre– garantizan la sostenibilidad del monte gallego. Además, promueven un equilibrio entre funciones y servicios económicos, sociales y ambientales, a través del aumento de la superficie gestionada con certificación forestal y una reducción de la del eucalipto en un 5 % respecto a la superficie actual. Esta última medida afecta a masas de baja productividad o en estado de abandono.
Esta revisión, que fomenta la renaturalización, control de los riesgos asociados a los incendios forestales y la recuperación del paisaje forestal, optimiza las condiciones para el uso y disfrute recreativo del monte gallego, como en el caso del Camino de Santiago. No obstante, se enfrenta a la incertidumbre de los propietarios privados que basan sus rentas en la explotación forestal, principalmente de eucalipto.
Habrá que esperar a los informes de seguimiento de la primera revisión forestal gallega para comprobar los avances de la gestión de recursos y ordenación del territorio hacia un adecuado equilibrio ambiental y socioeconómico. En su evolución será determinante que los sectores interesados aproximen posiciones, facilitando la aplicación progresiva de las medidas propuestas, revitalizando alternativas de explotación forestal, y revirtiendo, en fin, el proceso de despoblación rural.
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