En el año 2050 la población mundial superará los 9 000 millones de habitantes y exigirá un 60 % más de alimentos. Poder cubrir esa demanda será clave en los próximos años. Por ello, se impone el desarrollo de fuentes de alimentos saludables, que no dañen el medio ambiente.
Actualmente el consumo de alimentos ultraprocesados está muy extendido. Son productos baratos que casi no contienen nada del alimento original. Su elevado consumo tiene efectos perjudiciales en la salud humana y del planeta. Vienen preparados para consumir directamente del envase.
Entre sus ingredientes encontramos sustancias poco comunes en nuestras cocinas y en los supermercados (conservantes o aditivos que hacen más apetecible el producto final).
Además, tienen mucha grasa, azúcar y sal, y poca fibra o proteína. Se consideran alimentos poco saludables. Por ejemplo: aperitivos, cereales de desayuno y bollería, embutidos y pizzas.
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Su elevada ingesta está vinculada al aumento de pacientes con enfermedades asociadas al envejecimiento (cáncer, enfermedades cardiovasculares y obesidad).
La fabricación y el envasado de estos productos consumen mucha agua y energía. Esto se suma a la emisión de gases responsables del cambio climático. La industria ganadera también se encuentra entre las más contaminantes.
La Organización de las Naciones Unidas indica que restringir el consumo de carne contribuiría a disminuir el cambio climático. También puede contribuir a rebajar el consumo de alimentos procesados. De esta forma, se pretende evitar su impacto negativo en la salud y en el medio ambiente.
Las microalgas pueden ser la alternativa
El estudio de las algas ha despertado gran interés en las últimas décadas. Estos organismos vegetales pueden adaptarse a los cambios en su entorno. Como no pueden huir se defienden de estos cambios fabricando compuestos químicos. Por ejemplo, cuando se acercan insectos pueden producir sustancias tóxicas que los envenenan o ahuyentan.
Es posible aprovechar esa adaptación a los cambios a través de la biotecnología. Se puede obligar a esos organismos a producir compuestos de interés. Por ejemplo, las microalgas pueden acumular aminoácidos o antioxidantes si les aportamos algún nutriente.
Las microalgas son las algas más pequeñas, formadas por una única célula. Su cultivo y producción tienen ventajas por su bajo coste y porque no dañan el medio ambiente. Constituyen una fuente de antioxidantes, proteínas y ácidos grasos saludables.
Estas sustancias son muy valoradas en la industria cosmética, farmacéutica, alimentaria y en acuicultura.
Alimentos funcionales con microalgas
Actualmente existe un gran interés en mejorar los alimentos usando sustancias naturales. De este modo se han modificado el sabor, el aspecto, la textura y las propiedades nutricionales de algunos alimentos.
Las primeras investigaciones de alimentos con microalgas surgieron en los años 50. Su interés residía principalmente en su contenido en proteínas. Con el tiempo se ha descubierto que poseen muchos otros compuestos beneficiosos para la dieta.
Muchos estudios publicados en revistas científicas relacionan el consumo de alimentos ricos en antioxidantes con la prevención de enfermedades y reducción de mortalidad.
La adición de microalgas a algunos alimentos ha aumentado sus propiedades antioxidantes. Por ejemplo, la adición de una microalga (entre 0,5 y 2,0 % en masa) a sopa de brócoli aumentó la proporción de compuestos con actividad antioxidante.
Se observó un efecto similar en experimentos realizados con galletas. Este producto tiene bajo valor nutricional normalmente. Sin embargo, resultaron más nutritivas y con capacidad antioxidante. Además, la adición de pequeñas cantidades de microalgas (entre un 2 y un 5 %) a la masa de galletas aumentó la fibra y las proteínas.
Las microalgas también contienen más proteínas que muchos alimentos comunes en la dieta. Esas proteínas tienen altos porcentajes de aminoácidos esenciales. Estos son los que deben ser ingeridos porque el cuerpo humano no es capaz de fabricarlos.
Una dieta equilibrada con los aminoácidos adecuados ayuda a tener un sistema inmune fuerte. La adición de microalgas a ciertos alimentos ha aumentado su porcentaje de proteína o aminoácidos.
Para mejorar unos aperitivos, se les añadió pequeñas cantidades (hasta un 2,6 % en peso) de microalgas. Su cantidad de proteínas aumentó un 22,6 %, de lípidos un 28,1 % y de minerales un 46,4 %. Sin embargo su textura y su color no cambiaron, por lo que seguían siendo atractivos para el consumidor.
Lo mismo ocurrió con el pan sin gluten. A 100 gramos de harina se añadieron entre 1 y 3 gramos de dos especies distintas de microalgas. El pan resultante tenía más proteínas, hierro, calcio y ácidos grasos omega 3 y omega 6.
Carne de microalgas
En relación con la carne, el consumo semanal de dos porciones de carne roja o procesada se asocia con un mayor riesgo de muerte por enfermedades asociadas al envejecimiento.
Las proteínas de microalgas son adecuadas para la preparación de productos cárnicos saludables. Unas empanadas de carne a las que se añadió microalgas sufrieron un incremento de los aminoácidos.
Un reto futuro pasa por elaborar análogos de carne basados en microalgas. Los análogos de carne son productos que imitan a la carne, pero sin ser carne. Tienen mayores beneficios para la salud porque no contienen proteína animal. Se podrían utilizar en la alimentación de humanos y de animales de granja.
Los consumidores son cada vez más conscientes de que una dieta poco saludable aumenta el riesgo de enfermedad y mortalidad. La prevención es la vía para evitar las enfermedades asociadas al envejecimiento. Esta prevención consiste en el consumo de una dieta equilibrada rica en antioxidantes naturales.
Las microalgas pueden jugar un papel muy importante en la mejora de la nutrición y de la salud en el futuro. De hecho, se consideran el alimento del futuro por sus compuestos con múltiples funciones y sus bajos costes de producción.
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