Aunque el pescado proveniente de la acuicultura constituye gran parte de nuestra dieta, pocas personas saben cómo se cultivan estos peces y, menos todavía, cómo se mide su bienestar. Según los últimos datos, los españoles consumen una cantidad promedio de 9,6 kg de pescado fresco por persona y año (alrededor de la mitad proviene de la acuicultura, la otra mitad es de pesca extractiva). Esta cifra no dista mucho de nuestro consumo de cerdo fresco (10,9 kg), pero sabemos mucho menos sobre los peces.
Es en parte por este desconocimiento que las empresas productoras de acuicultura se han esforzado en desarrollar marcas de calidad, como Crianza de nuestros mares para explicar los sistemas de producción y qué especies se cultivan en España. Estas son, mayoritariamente, trucha en agua dulce, y dorada, lubina y rodaballo en agua salada.
En los últimos años, científicos en España y Portugal están elaborando guías de buenas prácticas y certificaciones relacionadas con el bienestar de los peces de acuicultura. Por ejemplo, el Grupo de Etología y Bienestar de Peces, asociación con base en Portugal, trabaja desde hace varios años en muchos ámbitos del bienestar en el sector de la acuicultura. En su planteamiento, aplican una sólida formación en acuicultura y etología para abordar el bienestar de los peces. Para ello, utilizan los conocimientos más avanzados sobre el comportamiento de una especie para comprender cómo se ve afectado su bienestar en condiciones de cría y qué podemos hacer para mejorarlo o fomentarlo.
Recientemente han publicado un informe, en respuesta a una solicitud del Consejo Consultivo para la Acuicultura (AAC), sobre la integración del conocimiento científico y las soluciones técnicas existentes, así como propuestas para el futuro del sector, con miras a mejorar el bienestar de los peces de cultivo y, por lo tanto, su producción.
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En esa línea, y en colaboración con algunos autores de este artículo, la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR) ha promovido la publicación de una Guía de Bienestar de los peces en la acuicultura española, y está trabajando en futuras guías de buenas prácticas por especie, comenzando por la dorada y la lubina, donde colaboran diversas empresas, asociaciones e instituciones.
A nivel nacional e internacional, distintas asociaciones, como Aquaculture Stewarship Council y Friends of the Sea han desarrollado certificaciones de bienestar animal para peces. Organizaciones no gubernamentales como Compassion in World Farming y Fish Welfare Iniciative también han elaborado recomendaciones en materia de bienestar de peces para los acuicultores.
A nivel social y científico estamos siendo testigos de un cambio de paradigma sobre cómo apreciamos la vida de los peces. Hace poco más de 15 años descubrimos que los peces son capaces de percibir dolor (tienen nociceptores), y en los últimos 10 años se están demandado cambios legislativos en Europa que ayuden a proteger a los peces que producimos.
Aunque existen directivas europeas que especifican cómo hay que considerar el bienestar de los cerdos, por ejemplo, hay muy poco sobre peces. Por eso, la Comisión Europea está revisando las leyes al respecto, incluyendo a los peces.
Mientras tanto, varias asociaciones, empresas certificadoras y ONG están desarrollando sus propias certificaciones, proporcionando modelos o listas de chequeo para poder certificar el bienestar en, por ejemplo, salmón y trucha.
¿Qué se verifica con estas guías?
Para conocer y evaluar el estado de bienestar de los peces en acuicultura se pueden aplicar diversas metodologías. Por un lado, podemos observar la apariencia externa del pez. Aquellos sometidos a condiciones de estrés causadas por unas condiciones en cautividad deficientes (falta de espacio, mala calidad de agua) o por operaciones rutinarias inadecuadas (durante el manejo, transporte, alimentación), presentarán signos claros en su cuerpo.
Entre estos signos (o indicadores) podemos destacar el estado de la piel o de las aletas, las cuales podrían presentar heridas o infecciones, afectando a su integridad. Así mismo, si los peces no crecen adecuadamente o los niveles de mortalidad son elevados, las condiciones de vida no son las adecuadas.
Por otro lado, podemos utilizar el comportamiento como un buen indicador de cómo se encuentra el pez. Así, los que puedan estar sufriendo alteraciones en su bienestar no mostrarán un comportamiento natural. Es decir, que los peces no tengan apetito, se muestren poco activos, o agresivos, o que no usen todo el espacio que tienen disponible, son claros indicativos de que su bienestar está siendo alterado. El ambiente en el que viven los peces es esencial para asegurar su calidad de vida.
En este sentido, la características físico-químicas del agua (temperatura, salinidad, pH, etc.) deben de ser las más óptimas, atendiendo a las características biológicas y necesidades de cada especie. Del mismo modo, las condiciones lumínicas, el ruido ambiental y la presencia de depredadores son aspectos importantes a tener en cuenta para gestionar y asegurar el bienestar de los peces en acuicultura.
Aumentar el bienestar mejora la calidad
Todos estos indicadores (externos, comportamentales y ambientales) son relativamente fáciles de medir y cuantificar aplicando una metodología adecuada para cada especie y fase de vida, adaptándose a los distintos métodos de producción existentes. Además, todas estas guías y recomendaciones destacan la necesidad de desarrollar unas buenas prácticas que se puedan aplicar en las empresas, así como la importancia de una apropiada formación del personal que trabaja de manera directa e indirecta con los peces en la acuicultura.
Por último, una vez validados científicamente, estos indicadores también pueden traducirse en normas que los piscicultores puedan aplicar y que auditores externos puedan medir. Las etiquetas de certificación tienen, por tanto, el potencial de impulsar el cambio en el bienestar de los peces, incorporando la ciencia del bienestar a sus normas.
El bienestar de los peces en acuicultura es, sin duda, un objetivo común de los científicos y las empresas. Conocer las capacidades de los animales acuáticos que comemos y crear mejores condiciones para su vida es un desafío para todos los interesados, pero los resultados sin duda se traducirán en una mejor calidad del producto y mejores rendimientos, todo comenzando y terminando en una vida mejor para los peces. No faltan datosque demuestran que mejoras en el bienestar de los peces se reflejan en una mejor calidad de producto.
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