El Romanticismo, suavizó el paradigma
de “dominación” para poner de relieve
la hermosura de esa naturaleza que nos
“apasiona y enamora”, evolucionando
hacia una nueva mitificación, de nuevo
en clave de género femenino, pero esta
vez desde el perfil de la “amante”, co-mo objeto de deseo del hombre.
Llegados a este punto, el carácter «irra-
cional, inestable, voluble e impredeci-
ble de esa naturaleza....» –rasgos atribuidos al género femenino– acaban
motivando la necesaria acción racional
de la ciencia y de la técnica, esta vez sí,
bajo claros perfiles de género masculino, con el fin de dominarla y ponerla al
servicio del hombre.
1.1. La quiebra del medio natural
Bajo esta lógica, y desde una confianza ciega en el desarrollo científico-técnico, se han conseguido importantes conquis- tas, que nadie cuestiona. Sin embargo, también se han provocado quiebras en el orden natural que han derivado en costosas facturas, especialmente para los más pobres y para las generaciones futuras.
1.1. La quiebra del medio natural
Bajo esta lógica, y desde una confianza ciega en el desarrollo científico-técnico, se han conseguido importantes conquis- tas, que nadie cuestiona. Sin embargo, también se han provocado quiebras en el orden natural que han derivado en costosas facturas, especialmente para los más pobres y para las generaciones futuras.
El hecho de que más de 1.200 millones de personas no tengan acceso ga- rantizado al agua potable conlleva más de 10.000 muertes diarias, en su mayo- ría niños. La falta de saneamiento y el vertido directo de retornos urbanos e in- dustriales al medio natural están detrás de esta tragedia. En muchos casos, la contaminación por metales pesados y otros tóxicos (por ejemplo, los produci- dos por la minería a cielo abierto) desencadenan procesos progresivos de intoxicación, enfermedad e incluso muerte que no se registran en las esti- maciones estadísticas antes citadas so- bre los impactos sobre la salud y los fallecimientos por ingesta de aguas contaminadas. La crisis global del agua en el mun- do no radica tanto en problemas propia- mente de escasez, sino de calidad de las aguas disponibles. De hecho, todas las comunidades se han asentado en las proximidades de un río, de una fuente natural o de un lago, o bien en lugares donde las aguas subterráneas son accesibles a través de pozos. El problema es que, desde nuestra insaciable e irres- ponsable ambición desarrollista, hemos degradado esos ecosistemas y acuíferos, produciendo graves problemas de salud en la población. Desgraciadamente, la falta de demo- cracia y la irresponsabilidad de muchos gobiernos, junto con la lógica de desre- gulación, impuesta por la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), bajo el argumento de promover la “libre competencia”, vienen posibilitando e incluso favore- ciendo procesos de contaminación y sobreexplotación de ríos y acuíferos, sin control alguno, en los países empobrecidos o en desarrollo. Se viene induciendo así lo que se conoce como “dum- ping2 ambiental” (más allá del “dumping social”), como una práctica habitual, amparada en nombre del “libre mercado”, aunque implique para- dójicamente una práctica de competen- cia desleal, además de injusta e inmoral.
Las causas de esta quiebra ecológica son múltiples:
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1.2. La contaminación, problema
clave
Aunque, sin duda, una de las claves esenciales de esta quiebra ecológica es- tá en la sistemática y masiva contami- nación de los ríos, lagos y acuíferos. Se trata de una contaminación orgánica y biológica, procedente, fundamental- mente, de vertidos urbanos y agrogana- deros; y de carácter tóxico, procedente de actividades industriales, agrarias y mineras. El vertido directo al medio natural de aguas residuales domésticas, así co- mo la filtración a los acuíferos de efluentes procedentes de fosas sépticas y pozos negros, son frecuentemente la causa de graves problemas de insalubri- dad en las aguas. La diarrea provocada por beber agua contaminada por este tipo de vertidos es hoy la segunda causa de mortalidad infantil. Se estima en unos 5.000 los niños y niñas menores de cinco años que mueren diariamente por esta razón, en su mayoría en países y co- munidades pobres: cinco veces más que los que mueren por el SIDA. Por otro lado, la contaminación di- fusa de la agricultura es cada vez más grave. El uso masivo de abonos quími- cos y pesticidas está llevando a que, en muchos lugares, la agricultura pase a ser la primera fuente de contaminación. Una contaminación muy difícil de controlar, dado su carácter difuso que, jun- to a los vertidos urbanos, producen pro- cesos de eutrofización que acaban colapsando, por exceso de nutrientes, la vida en el medio hídrico. La creciente desregulación y libera- lización de los mercados agrarios está quebrando la viabilidad económica de formas de producción tradicional que, desde el punto de vista ambiental y social, merecerían ser consideradas como buenas prácticas a proteger. Con ello, se está provocando la destrucción del tejido rural y acelerando la migración masiva hacia los cinturones de miseria de las grandes ciudades.
En el ámbito industrial y minero, la
ausencia de medidas reguladoras inter-
nacionales, junto a la falta de leyes, o la
laxitud en su cumplimiento, cuando
existen, e incluso los problemas de
corrupción, llevan a que en la mayoría
de los países empobrecidos y en desa-
rrollo se permitan vertidos y técnicas
productivas obsoletas, contaminantes y
peligrosas para la salud pública.
Técnicas que, sin embargo, son “rentables” para las empresas que, en muchos
casos, intentan dar una imagen de res-
ponsabilidad social corporativa y de respeto al medio ambiente, ante la opinión
pública en los países desarrollados de
los que proceden.
Es particularmente grave la prolife- ración de actividades mineras a cielo abierto, que contaminan cabeceras flu- viales con lixiviados y vertidos porta- dores de metales pesados, cianuros y otros tóxicos.
"Crisis Global del Agua" Pedro Arrojo Agudo Cuadernos de Cristianismo y Justicia nº 168 |
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