Los residuos constituyen un problema de primer orden en nuestra sociedad, se calcula de media que un catalán produce 1,26 kg basura/dia. Abrir nuevas instalaciones de tipo vertedero o incineradora para los residuos producidos no parece ser la solución más adecuada porque conllevan riesgos de contaminación de suelos y emanación de gases y olores. Pero ni la basura desaparece ni sus componentes se vuelven inocuos.
El problema del crecimiento de los residuos municipales se centra en la proliferación de los envases de un sólo uso. Los envoltorios de usar y tirar no mejoran las funciones básicas de todo envase -conservar, proteger e informar del contenido- y también ha aumentado la toxicidad de los desperdicios domésticos debido a su composición química y al material con que se fabrican los envases.
La solución pasa por las 3R: reducción, reutilización y reciclaje. La reducción pretende que los fabricantes disminuyan el uso de materiales y procesos productivos que generan residuos excesivos o peligrosos. La reutilización se refiere a la comercialización de envases que puedan ser utilizados con el mismo fin y el reciclaje transforma el residuo en una mercancía que, como tal, entra de nuevo en el circuito comercial. Pero para que ello sea efectivo, es necesario la firma de convenios y acuerdos que aseguren que lo recogido vuelve a la industria.
En definitiva, devolver a la naturaleza el máximo de elementos que hemos extraído de ella, y hacerlo en las mejores condiciones posibles sería el argumento de fondo de las 3R.
Para ello una herramienta muy útil es la recogida selectiva mediante contenedores específicos ubicados en las aceras, y la construcción de "deixalleries" para los residuos municipales. En términos generales, la composición de la basura doméstica se divide al 50% en materia inorgánica y orgánica (restos de comida, bolsas de infusiones, corchos y vegetales que después de la fermentación se transforman en abono). La mitad de la materia orgánica sirve para crear un compost de calidad para la agricultura, la revegetación de taludes y la regeneración suelos quemados.
De ahí la importancia de la acción ciudadana que puede aportar su influencia con acciones tan sencillas como no comprando envases de usar/tirar, evitar los productos que contenidos en envases de un sólo uso (plásticos, latas de aluminio) o materiales mixtos (tetrabricks), así como ir a la compra con un cesto o un carro y rechazar las bolsas de plástico, que representan un 5% del peso de los residuos, razionalizar el uso de productos de limpieza específicos o adquirir aparatos y juguetes que no necesiten pilas.
Nacho Padró
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