En su momento hablamos de la huella ecológica como indicador ambiental del impacto que ejerce una comunidad humana sobre su entorno, considerando tanto los recursos necesarios como los residuos generados para el mantenimiento del modelo de producción y consumo de la comunidad.
Otro indicador que ilustra el uso de los recursos es el que conocemos como mochila ecológica. Lo definimos como la cantidad de materiales utilizados en la elaboración de un producto a lo largo de todo su ciclo de vida: extracción de las materias primas, fabricación, envasado, transporte y tratamiento de los residuos que genera.
Tiene como objetivo concienciar a los consumidores al mostrarles la cantidad de energía y recursos naturales reales en la producción de un kilo de materia prima. Este indicador se concibió en 1994 y es obra del investigador del Instituto Wuppertal, Friedrich Schmidt-Bleek. Este experto señala que es un indicador de la Intensidad de Materiales por Unidad de Servicio (IMPS) y se apoya en el análisis de productos cradle to grave (de la cuna a la tumba). Ya sabéis que lo que nos gusta en ecointeligencia es el cradle to cradle :-)
Podemos decir que los productos que consumimos a diario son como un iceberg: lo que no se ve, lo invisible, pesa mucho más que lo que se ve, el producto. Encontramos los objetos en las tiendas y aparentemente nuestro consumo comienza cuando los compramos y termina cuando tiramos a la basura lo que queda tras nuestro uso. Sin embargo, todo el proceso que a partir de las materias primas ha llevado a que el producto esté en la tienda ha exigido un gasto de materiales, recursos naturales y energía.
La mochila ecológica conciencia a los consumidores del gran peso oculto de los productos en el medio ambiente
Algunos ejemplos:
- Para fabricar una tonelada de papel se requiere talar 14 árboles de 25 metros de altura y 20 centímetros de diámetro y en el proceso se gastan 100.000 litros de agua limpia.
- Un campo de golf necesita diariamente de agua, equivalente al consumo de 15.000 habitantes. tantos litros de agua como una población de 9.000 habitantes.
- Un avión quema sólo al despegar, la misma cantidad de oxígeno que respira una familia durante todo un año.
Este tipo cuestiones poco visibles nos lleva a estimar el peso de la mochila ecológica de algunos objetos cotidianos de la siguiente manera:
- Un cepillo de dientes: 1,5 kg.
- Una cafetera: 298 Kg.
- Un teléfono móvil: 75 kg.
- Un ordenador: 1.500 kg.
- Un reloj: 20 kg.
- Un anillo de plata: 50 kg.
- Un anillo de oro: 2.000 kg.
¿Sorprendido?
La mochila ecológica pretende evidenciar que el actual modelo de desarrollo no es sostenible, porque se producen bienes sin incluir sus costes medioambientales o sanitarios. El consumo de energía y de materias primas es cada vez mayor y la cantidad de residuos generados crece sin freno.
Pero ¿qué podemos hacer para reducir la mochila ecológica?
Podemos empezar por cambiar el modelo de desarrollo: el sistema de producción debería asumir la sostenibilidad como prioridad. Conceptos como usar y tirar o la obsolescencia programada deberían desaparecer, al tiempo que se potencia el upcycling (supraciclaje).
En nuestra mano como consumidores está el premiar con nuestra fidelidad a aquellos productos que incluyan en su etiquetado el dato de su mochila ecológica, de manera que podamos elegir los menos pesados para la misma función.
Y podemos seguir la regla de las siete Rs: nosotros como consumidores deberíamos reflexionar, rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, redistribuir y reclamar para que mochila ecológica de los productos sea cada vez menor.
Consume de manera ecointeligente para que tu mochila sea ligera !!
REs para Ecointeligencia.com
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