Científicos de la Universidad de Barcelona (UB) han descrito por primera vez que las algas poseen una baja capacidad de reproducción y una dinámica de crecimiento muy lenta, similar a la de los árboles terrestres, por lo que corren el riesgo de desaparecer con los cambios medioambientales y la actividad humana.
Cystoseira zosteroides - Copyright POL CAPDEVILA
En una investigación, cuyos resultados publica la revista “Journal of Ecology“, los biólogos de la UB han alertado de que los bosques submarinos del alga marina ‘Cystoseira zosteroides’, una especie vulnerable y endémica del Mediterráneo, pueden desaparecer en poco tiempo por los efectos de episodios meteorológicos extremos.
Según el estudio, los efectos de un temporal intenso cada 25 años podrían hacer desaparecer las poblaciones de esta alga marina, de gran valor ecológico para la biodiversidad marina.
La investigación la han hecho Pol Capdevila y Bernat Hereu, profesores del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), y Joan Lluís Riera y Cristina Linares, del mismo Departamento.
Capdevila ha explicado que “C. zosteroides, un alga marrón, es una especie que forma densos bosques submarinos que generan hábitat, protección y alimento para los organismos marinos”.
A pesar de su valor ecológico, todavía no hay mucha bibliografía científica sobre esta especie de alga, una de las más sensibles a los impactos medioambientales y antropogénicos en el Mediterráneo.
C. zosteroides en el Mediterráneo
“En el Mediterráneo ha habido un declive drástico de las algas formadoras de hábitat -principalmente, las de los géneros Cystoseira y Sargassum- durante los últimos años”, ha avisado Capdevila.
Por ejemplo, “en Francia, se ha reducido drásticamente en algunas áreas marinas, sobre todo por actividades antropogénicas, como la construcción de puertos o la contaminación”, según el biólogo.
“En las islas Medes (Girona) hay una población de Cystoseira que aún se está recuperando de los efectos del temporal del 26 de diciembre de 2008, un episodio extremo con vientos de fuerza inusual, y olas de hasta 14 metros, que causó la mortalidad del 79 % de las comunidades de esta especie”, ha revelado el científico.
Entre 2008 y 2012, el equipo de la UB y el IRBio ha estudiado las comunidades de C. zosteroides en las islas Columbretes, en la costa del Montgrí, en las islas Medes y en el cabo de Creus.
“Todos los estudios científicos sobre algas en el medio marino son difíciles, ya que hay que bucear para llegar a los fondos marinos. El alga ‘Cystoseira zosteroides’, además, vive enambientes muy profundos, y en estas condiciones tenemos poco tiempo de inmersión para estudiar in situ”, ha detallado Capdevila.
Una estrategia de vida diferente
Según la investigación, las algas adoptan estrategias de vida muy diferentes en los hábitats marinos. Algunas se comportan como las plantas herbáceas (viven pocos años y se reproducen mucho), mientras que otras se parecen a los árboles (viven muchos años, crecen lentamente y se reproducen poco).
Según Capdevila, “los árboles terrestres y C. zosteroides invierten muchos recursos en biomasa estructural (crecimiento del tronco de un árbol); por ello, tienen una alta tasa de supervivencia y viven muchos años, más de cincuenta en el caso del alga”.
Esta estrategia, sin embargo, dificulta la capacidad del alga para adaptarse a las perturbaciones externas al medio marino.
“El alga vive en ambientes profundos y muy estables, donde los recursos, sobre todo la luz y los nutrientes, son limitados. Como ha evolucionado en un ambiente muy tranquilo, le es muy difícil reaccionar a los cambios en poco tiempo”, alerta el investigador.
Impactos locales como las artes de pesca abandonadas (redes, trasmallo, hilos), la contaminación o la turbiedad, y otros más globales (calentamiento y acidificación oceánica), son los factores que más amenazan las poblaciones de algas en el Mediterráneo.
Según los autores, el alga puede compensar las perturbaciones a través de la llegada de nuevos individuos, pero, la dinámica lenta de las poblaciones de algas hace que necesiten muchos años para recuperarse, incluso décadas.
Además, los biólogos alertan que, como es una especie formadora de hábitat, su desaparición conlleva la pérdida de las especies asociadas al entorno marino, y también tiene un papel importante en la producción primaria de los ecosistemas marinos, y por tanto, en la aportación de carbono al sistema.
Capdevila también ha lamentado que, en general, las algas son especies que generan poco interés y es difícil adquirir recursos económicos para estudiarlas. EFE
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