ada europeo desperdicia una media de 180 kilos de alimentos al año. Una estadística alarmante, sin duda, frente a la que, por suerte, podemos actuar de forma decisiva. Entre otras razones, porque los hogares son responsables de buena parte de este despilfarro.
Unas cifras que asustan, si bien, en efecto, podrían verse reducidas poniendo más de nuestra parte. Sin grandes esfuerzos, pero sí estando atentos a diferentes cuestiones hasta llegar a rutinizarlas.
No en vano, reducir el desperdicio de alimentos implica estar pendientes de un sinfín de aspectos cotidianos, como no pasarnos con las raciones y comernos todo lo que hay en el plato, vigilar las fechas de caducidad o, por ejemplo, cumplir unos mínimos requisitos para su correcto almacenaje.
En este post vamos a repasar 5 gestos sencillos que podemos aplicar en el día a día para evitar el despilfarro de comida, con la ventaja añadida de que ayudar a salvar el planeta sale a cuenta.
Primar la frescura no siempre es buena idea
Los alimentos frescos constituyen una opción excelente, qué duda cabe, sobre todo cuando además proceden de la economía local y, aún mejor, además son de productos ecológicos.
Los huevos, el pescado, la carne, la fruta, hortalizas, verduras o, entre otros posibles ejemplos, la leche, son productos cuya frescura se aprecia a nivel nutricional y también de sabor. Pero como opción a largo plazo pueden ser una pésima opción.
Tanto por su corta vida como por el estilo de vida actual, en el que comprar cada día no suele ser una opción habitual. Por lo tanto, si compramos cada varios días, una vez por semana o cada quincena, pongamos por caso, estemos atentos a la vida útil de los alimentos.
Bien de cara a elegir la cantidad a comprar, su consumo óptimo y un almacenaje que garantice su durabilidad como para optar por opciones más duraderas, siempre buscando los métodos de conservación y transformación más naturales. O, lo que viene a ser lo mismo, aquellos menos artificiales, prefiriendo lo ecológico.
Entre otras posibilidades, encontraremos una alternativa interesante a los productos frescos en los vegetales deshidratados, las conservas, el envasado al vacío, etc. Asimismo, sería interesante sacar el máximo partido a la congelación de los productos.
Todo ordenado y bien a la vista
El orden no solo significa tenerlo todo bien colocadito. Además de dar sensación de limpieza, una buena ordenación que mantenga los alimentos bien a la vista es una ayuda para no despilfarrar alimentos.
Ser ordenados significa desde guardar las sobras limpias (no las que se han tocado con la cuchara y el tenedor o se han mordido aunque sea levemente, como es obvio) en envases transparentes hasta situarlos de forma que no haya varias filas de alimentos o recipientes tapándolos.
Y lo mismo cabe decir de los alimentos en general. El objetivo es abrir la nevera, alhacena o cajón, tanto se da, y poder hacernos una idea rápida de lo que hay, idealmente usando etiquetas que informen de fecha de caducidad y/o del contenido, según interese.
Mejor si son raciones justas
No todos tenemos el mismo apetito, ni las mismas necesidades nutricionales, por lo que utilizar platos del mismo tamaño, sobre todo cuando son especialmente grandes, acaba siendo sinónimo de tirar comida.
Pero no solo conviene ajustar el tamaño de los platos porque se tire más o menos, sino por reducir el consumo y, por lo tanto, de forma indirecta evitamos tirar comida.
Hasta la última gota
De igual manera, hagamos por acabar los productos hasta el final, sin que quede ni una gota o cucharada, pongamos por caso, es también una buena costumbre si apostamos por la sostenibilidad.
Los trucos para hacerlo sin que resulte una odisea pasan, por ejemplo, por echar un chorrito de agua y agitar para emulsionar los restos de ketchup u otra salsa, pongamos por caso.
También se puede utilizar un bote de mermelada en el que queda solo como coctelera improvisada para un poco de leche. De este modo, conseguiremos endulzarla de un modo original, sin tener que tirar a la basura la mermelada que sobra.
También está "permitido" rebañar los envases cuando apenas queda cantidad. Se trata, en suma, de buscarnos la vida para que los envases que van a la basura lo hagan sin restos de alimento. Un grano que no hace granero pero, qué duda cabe, ayuda al compañero y, sobre todo, supone un gesto que ayuda a estar más concienciado sobre una cuestión realmente grave a nivel ambiental.
Frutas y verduras, revisión diaria
Las frutas y verduras pueden conservarse de forma prolongada en buenos frigoríficos, pero también es cierto que la mayoría de ellas aguantan bien a temperatura ambiente si podemos almacenarlas en un lugar seco, fresco y bien ventilado.
Sea como fuere, tengamos en cuenta que son alimentos de vida efímera, con lo que hay que realizar una inspección diaria de su estado para evitar tener que tirar comida. Aunque no solo hemos de revisarlos a menudo, sino informarnos sobre las condiciones de almacenamiento idóneas para cada tipo de vegetal.
Llevando a rajatabla su control conseguiremos maximizar su uso, y así nos cundirá más cada gramo comprado. Es decir, aprovecharemos hasta el último euro pagado por los vegetales, facilitándonos la compra de los de tipo orgánico, normalmente bastante más caros.
O, rizando el rizo, si tenemos a mano vegetales plantados en nuestro propio mini huerto para su cosecha escalonada, será más fácil todavía ir consumiendo conforme vayamos cosechándolos.
Anna Isan
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