Un biólogo denuncia el estado del pulmón del Mediterráneo después de 25 años de fotos submarinas: "Lo más extremo que he visto es un preservativo en el interior del estomago de un pez"
16 MAYO 2018 08:10
Hay una sección muy guasona en Última Hora Mallorca llamada “Palos y aplausos”. Algo así como gillotina o alabanzas para los malos y buenos de la película. A inicios de este mes, con el pistoletazo de salida de la nueva temporada de playa en las Islas Baleares, el palo era para “las playas llenas de algas”. El texto, publicado en formato papel, decía así: “Los ayuntamientos de las Islas deberían hacer un importante esfuerzo para evitar que las playas se llenen de algas y den esta mala imagen a residentes y visitantes”.
La coletilla final parece sacada del discurso de un político de la ultraderecha más racista: “Las playas deben estar limpias”. Es complicado concentrar tanta incultura en tan pocas palabras. “Ni son algas ni dan mala imagen”, respondía casi al instante el editor de contenidos medioambientales del medio de la competencia, el Diario de Mallorca. Lo de la foto era Posidonia oceanica, las magníficas praderas marinas que crecen únicamente en el Mar Mediterráneo a una media de 18 metros de profundidad en una área de 700 kilómetros cuadrados. Lluís Amengual puntualizaba y disparaba donde más duele: “Precisamente sirve para proteger la arena de las playas. A ver si nos ilustramos un poco”.
Palo merecido para la sección que repartía palos.
Que el diario local, editado en la tierra donde crece la posidonia, no sepa lo que es la posidonia es dantesco. Una contradicción que esconde una realidad preocupante: no conocemos nuestro fondo marino y aún menos que el pulmón del Mar Mediterráneo lleva años anunciando su muerte.
Sólo si los pescadores siguen cuidando la posidonia podrán beneficiarse de su eterna riqueza.
Lo primero que hay que saber es que la Posidonia oceanica no es un alga sino una planta. Una planta que crece en un fondo móvil o arenoso a diferencia de las algas que lo hacen en fondos duros o rocosos. La Posidonia solo existe en el Mar Mediterráneo y más concretamente en el 3% de su extensión. De ahí su importancia y singularidad. Por eso sus magníficas praderas que florecen bajo del mar en otoño fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Como muy bien explican en Mare Nostrum, “su papel en el ecosistema es importantísimo para que muchas especies encuentran sus nutrientes y su morada en la posidonia. Una de las propiedades más interesantes de esta planta es que es capaz de multiplicar la superficie del suelo entre 20 y 50 veces. Esto significa que en un metro cuadrado de suelo, los animales y vegetales disponen de 20 a 50 metros cuadrados para establecerse”.
La Posidonia oceanica es una planta muy sensible a la contaminación. Por eso los científicos creen que es el mejor bio indicador de la calidad de las aguas. Es decir, a más posidonia mejor es la calidad del agua. Aunque nada puede hacer para combatir un agente externo de carne y hueso: “Lo más extremo que he visto es un preservativo en el interior del estómago de un pez", dice Xavier Mas para PlayGround Food. Puede parecer extraño escuchar a en el Forum Gastronómico de Ibiza, pero tiene sentido: “La Posidonia oceanica esconde vida. Los peces anidan y duermen en su interior y los pescadores se aprovechan porque son conocedores de este movimiento de entrada y salida. Sólo si los pescadores siguen cuidando la posidonia podrán beneficiarse de su eterna riqueza”. En pocas palabras, es como un matrimonio de conveniencia: los pescadores necesitan a la posidonia para no llegar con las redes vacías y la posidonia necesita de los pescadores como guardianes de su reino. “Deben cumplir la normativa. No lo pongo en duda porque cada vez están más concienciados. Son los pescadores los que han movido con interés la creación de la reserva natural de Tagomago en Ibiza porque ven que si hay una zona de protección integral, la recuperación de vida marina tiene más posibilidades de éxito y los excedentes de pescado, tarde o temprano, acaban saliendo de la zona de protección para poder pescar”, dice Xavier.
La posidonia es uno de los ecosistemas más productivos de la Tierra que puede compararse con la selva del Amazonas.
Más allá de los pescadores, es muy complicado convencer a la gente de la importancia de algo que no puede ver con sus propios ojos. Aunque lo que no vean sea tan importante como el gran pulmón del mundo: “La Posidonia oceanica es uno de los ecosistemas más diversos y productivos de la Tierra que se puede comparar con la selva del Amazonas. Lo único parecido a est enivel debajo del mar serían los grandes arrecifes de coral, pero incluso la Posidonia absorbe más cantidades de dióxido de carbono y produce más oxígeno”.
Ante los intentos de recuperación, biólogos, pescadores y activistas se encuentran con una limitación: “Es muy complicado poner cifras a la recuperación porque es muy difícil estudiar el fondo marino. Se necesitan métodos indirectos porque no es como el botánico que pasea por el bosque haciendo un listado de todo lo que observa durante horas. Las investigaciones de un biólogo marino van muy dirigidas a cumplir un único objetivo porque el tiempo de cada inmersión es limitado. Y este sin tener en cuenta los problemas de la descompresión”.
Limitaciones humanas que no esconden tres de los grandes problemas a resolver: "Los fondeos de las embarcaciones con anclas, la contaminación por vertidos y los vertidos de desaladoras . Ya a nivel más global para la salud de las aguas los enemigos son las cremas solares (mata a animales marinos como las colonias de mejillones), los residuos plásticos y la contaminación acústica”. Este último punto merece un comentario especial. Si poca gente habla de la posidonia, aún menos lo hacen de la contaminación acústica marina: “Hay demasiado ruido en el mar. Yo recuerdo de pequeño que escuchaba el ruido de los berberechos cuando removían la arena. Los peces hacen ruido y ahora es imposible escucharlos. Las zonas protegidas tienen los fondos marinos asegurados, pero la superficie es una autopista continua de embarcaciones y de ruido”.
Los enemigos de la buena salud de las aguas son las cremas solares, los residuos plásticos y la contaminación acústica.
Entramos de lleno en el tema tabú: el turismo de masas en las Islas Baleares. Llegan los meses de verano y los turistas sedientos de sol y arena exigen playas limpias donde lucir bañador nuevo y engullir margaritas a 18 euros. Salen del hotel de buena mañana en busca de la primera linea de mar y no quieren milongas. Todo lo que no sea la foto que les ha prometido el folleto promocional de la agencia de viajes será motivo de reclamación. Esa estampa para llenar de likes su cuenta de Instagram. Volvemos al concepto de "Una playa limpia" o lo que supuestamente no ofrece la posidonia.
Ante los ojos de un desinformado, la posidonia solo son escombros putrefactos olvidados por dejadez. Lo que muchos de los turistas (y no turistas) no saben es que pueden tomar el sol en la arena gracias a la posidonia que hace de barrera natural durante todo el año para que las mareas no se lleven la costa mar adentro. Sería algo así como hacer todo el trabajo sucio durante el año y cuando viene el momento de la paga extra te borran del mapa hasta el año siguiente: “Si los turistas miraran con lupa la arena de la playa sabrían que toman el sol encima de esqueletos de animales". Además, la apuesta por un turismo exagerado está dejando las playas y el fondo marino sin recursos suficientes para regenerarse: "Con la masificación del turismo en las islas, las depuradoras se saturan por encima de sus posibilidades y sueltan el agua sin depurar llena de compresas, toallitas, y otros residuos”, dice Xavier.
Si los turistas miraran con lupa la arena de la playa sabrían que toman el sol encima de esqueletos de animales.
Para este biólogo, la mejor manera para entender su importancia es con una comparativa: "Si te vas a un bosque de pinos a nadie le extraña pisar hojarasca y piñas. Pues los restos de posidonia en el mar son lo mismo. Si todos sabemos que tenemos que cuidar los bosques y prevenir los incendios, ¿por qué no hacemos lo mismo con nuestros bosques submarinos?".
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