El crecimiento económico y demográfico mundial está generando cantidades cada vez mayores deresiduos, esperándose que para 2050 la generación mundial de residuos sólidos aumente un 70%.
Como vimos anteriormente cuando repasamos la creciente urbanización de nuestro entorno, los patrones de producción y consumo ineficientes e insostenibles están creando problemas de desperdicios en todos los países, en particular en los países menos desarrollados.
Las poblaciones de los países de renta más baja gastan una media de un 20% de sus presupuestos en la gestión de los residuos, al tiempo que más del 90% de los residuos todavía se vierten o se queman de manera indiscriminada.
La financiación de los sistemas de gestión de los residuos sólidos constituye un desafío importante
En los países de renta alta, los costes de explotación relacionados con la gestión integrada de los residuos suelen superar los 100 dólares por tonelada. Los países de renta baja gastan alrededor de 35 dólares por tonelada y a veces más, pero tienen muchas más dificultades para recuperar los costes.
La gestión de las aguas residuales presenta un desafío similar, ya que en 2015 en todo el mundo 4.500 millones de personas carecían de servicios de saneamiento seguros y el 80% de las aguas residuales volvían al medio ambiente sin ser objeto de tratamiento o reutilización.
Por otra parte, el comercio internacional de residuos ha aumentado considerablemente y, en las últimas décadas, los mercados de algunos flujos de residuos se han globalizado cada vez más.
En 2016, se comercializaron más de 200 millones de toneladas de residuos a través de las fronteras internacionales, 4 veces más que la cantidad comercializada en 1992. En términos de valor, esto representa alrededor de 100 000 millones de dólares.
Como exponente del mundo desarrollado, la UE desempeña un papel importante en el mercado mundial de residuos, estimándose que en 2016 la UE exportó 40 millones de toneladas de residuos a terceros países, es decir, alrededor del 20% de la exportación mundial de residuos.
Al mismo tiempo, la UE importó aproximadamente 13 millones de toneladas de residuos, cantidad susceptible de incrementarse debido a los flujos de residuos que están surgiendo como consecuencia de nuevas tecnologías, como puede ser el caso de los paneles solares, las baterías o las palas y turbinas de aerogeneradores.
Así, la cooperación con los países industrializados debe reforzarse para evitar los vertederos y reducir el impacto del ciclo de vida de estas nuevas tecnologías.
El comercio ilícito de residuos también constituye un asunto de interés mundial, ya que representa una de las formas más graves de ecocidio, una fuente importante de beneficios para las organizaciones delictivas y un grave riesgo para la seguridad pública.
Esto es particularmente importante en el caso de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos y los residuos plásticos que se trasladan ilegalmente de Europa y otros países industrializados a África y Asia Sudoriental.
Por consiguiente, garantizar que los países más desarrollados no exporten sus residuos a terceros países y que éstos se gestionen y comercialicen de forma que no dañe el medio ambiente es un importante desafíomundial desde el punto de vista de todas las vertientes de la sostenibilidad.
Como ejemplo podemos citar el caso del reciclado de buques, que en un gran porcentaje se realiza en Asia Meridional, muy habitualmente en condiciones perjudiciales para la salud de los trabajadores y del medio ambiente.
En ese contexto, la Unión Europea sigue aplicando una política ambiciosa para que esta actividad de reciclado de buques sea más ecológica y segura, exigiéndose desde 2019 que los buques con pabellón de la UE solo se puedan desmantelar en instalaciones incluidas en una lista aprobada por la Unión.
Es evidente que la gestión de residuos se beneficia de la estrategia multierre y desempeña un papel crucial en la economía circular, siendo un paso importante para los países en desarrollo iniciar la transición desde el modelo lineal imperante.
La reducción de la cantidad de residuos generados (incluso mediante el diseño sostenible, la reutilización y la reparación de los productos), el favorecimiento del reciclado (incluso mediante la recogida selectiva) y, cuando sea posible, la conversión de los residuos en recursos exigirá inversiones en infraestructuras de prevención, reutilización, recogida y reciclado de residuos.
Estas inversiones también deben servir para garantizar en la medida de lo posible que el tratamiento de los residuos no produzca impactos negativos en términos de sostenibilidad y que los materiales reciclados sean seguros y de buena calidad.
Muchos de los países en vías de desarrollo carecen de la capacidad, los marcos y los sistemas necesarios para lograrlo, por lo es necesario una intensa colaboración para ayudarlos a mejorar sus políticas, normas y prácticas de prevención y gestión de residuos para contribuir a hacer frente a esos desafíos, en consonancia con enfoques ecointeligentes.
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