Así lo argumentan varios expertos consultados por Efe en el Día Internacional para la Conservación de los Anfibios, que recalcan la importancia de conocer a especies como el ferreret (también llamdo sapillo balear) o el tritón de Montseny -los dos anfibios más amenazados de España- para evitar su declive poblacional.
«Los anfibios son el tipo de vertebrado más amenazado del mundo», recuerda Antoni Alarcón, director del Zoológico de Barcelona -entidad que participa en proyectos de conservación tanto del ferreret como del tritón del Montseny-, quien apunta que, aún así, la sensibilidad de la sociedad tiende a centrarse en “especies bandera” como las ballenas o los leones.
El sapillo balear
Se conoce de la existencia del ferreret o sapillo balear desde que, en 1977, fue descubierto en lo más recóndito de la Sierra de Tramontana (Mallorca), donde “se había acantonado para ponerse a salvo de gatos, ratas y culebras”, cuenta Jaime Bosch, investigador del CSIC.
“Cuando se lo descubrió, esta especie ya se encontraba en una situación crítica”, recuerda Bosch, que añade que, inmediatamente, se puso en marcha “un programa de reintroducción”, con ejemplares originarios de zoológicos como el de Barcelona o el de Jersey (Inglaterra), “que hizo que el número de las poblaciones pasase de cuatro a más de veinte en toda la isla”.
Sin embargo, algunos de los sapillos baleares criados en cautiverio portaban consigo una enfermedad infecciosa conocida como quitridiomicosis, producida por un hongo, que podían contagiar a las poblaciones nativas mallorquinas.
“Desde hacía años, estaban muriendo anfibios en varios continentes, pero se desconocía la causa”, explica Bosch, “así que, cuando la identificamos en 2004, el hongo quítrido estaba muy extendido entre los sapillos y había un riesgo enorme de que desapareciese la especie”.
Bosch y su equipo desarrollaron un plan de choque para acabar con el hongo, descendiendo hasta las torrenteras en helicóptero y mediante equipos de escalada para capturar a todos los sapillos -incluidas las larvas-, tratarlos con fungicidas en un laboratorio, secar y desinfectar las pozas y, una vez que estas volvieran a llenarse con las lluvias del otoño, devolver a los animales a su entorno.
“Es la primera vez y, hasta el momento, la única, que este hongo ha sido eliminado casi en su totalidad en un medio natural”, destaca Bosch, que señala que, de los dos focos afectados, uno, el más cercano a las poblaciones nativas de sapillo -que constituían el 80 % de la especie-, fue completamente saneado.
El tritón del Montseny
La situación del tritón del Montseny es aún más acuciante, ya que cuando la especie se descubrió en 2005 “contaba con no más de siete poblaciones diferentes, lo que lo convertía, y así ha sido desde entonces, en el anfibio más amenazado de Europa”, afirma Daniel Guinart, coordinador del Proyecto Life Tritó Montseny.
“Gracias a la introducción de tritones procedentes de zoológicos como el de Barcelona -prosigue Guinart- se han creado cuatro poblaciones nuevas, aunque en una de ellas hemos notado un ligero descenso por motivos que aún no están del todo claros”.
Tanto Guinart como Bosch coinciden en que los anfibios, al poseer una piel desnuda y estar muy vinculados al ecosistema en el que viven, se encuentran “en una situación de vulnerabilidad mayor que cualquier otra clase de animal”.
“Desde el Proyecto Life, reivindicamos que, para conservar una especie como el tritón, es vital conservar su ecosistema, ya que este anfibio necesita aguas prístinas y muy oxigenadas para vivir”, subraya Guinart, que lamenta la frecuencia con la que se usan los torrentes en los que vive el tritón, secos durante el verano, para “transportar materiales o incluso tractores”, lo que deforma el lecho del río y puede “echarlo a perder para siempre”.
“Aunque mucha gente considera al grupo de los anfibios como de menor importancia”, añade Jaime Bosch, “el hecho de que tengamos muchas más especies endémicas de anfibios en España que de cualquier otra clase de animal debería hacernos cambiar de opinión”.
A esta característica, Bosch suma «la riqueza» evolutiva de los anfibios, ya que “mientras que la pardela balear lleva, en términos de evolución, muy poco tiempo siendo una pardela, el sapillo balear lleva millones y millones de años siendo, exactamente, un sapillo balear».
Para Daniel Guinart, otra de las explicaciones a la falta de relevancia social que se le concede a los anfibios es que el suyo es «un grupo que se conoce muy poco”, y pone como ejemplo el caso del tritón del Montseny, ya que “nosotros nos hemos encontrado con que muchas personas que vivían en las proximidades del parque ignoraban la existencia de este animal”, dice Guinart, que agrega que, una vez se les trasmitía la importancia de conservar al tritón del Montseny, estas mismas personas hacían suya la causa y la defendían “a capa y espada”. EFEVerde
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