Las poblaciones humanas y las industrias establecidas lejos de la costa generalmente se deshacen de los residuos que originan sus actividades despectivas en los cauces de los ríos más próximos, haciendo descargas en ellos de materias orgánicas o inorgánicas, muchas veces de toxicidad elevada (ácidos, metales pesados, etc), de tal forma que se destruyen parcial o totalmente las comunidades naturales asentadas en los mismos.
Alguno de los problemas más comunes en los ríos son: agotamiento del oxígeno disuelto en el agua como consecuencia de los procesos de oxidación de la material orgánica que reciben por parte de los organismos desintegradores, alteración total de las propiedades organolépticas del agua; alteración de las características químicas del agua, con variaciones profundas de la concentración de sustancias orgánicas e inorgánicas.
Tomando como origen el punto de vertido y siguiendo aguas abajo, se dará un gradiente de condiciones de mayor a menor grado de contaminación, debido tanto a la dilución de la carga contaminante de las aguas como a la acción autodepuradora ejercida por las comunidades de organismos saprofíticos. De esta forma, la materia orgánica irá progresivamente degradándose para dar finalmente, si el oxígeno no se agota, sales de nitrógeno y fósforo y otras sustancias minerales siguiendo el ciclo que describe la materia en la naturaleza.
Paralelamente, se desarrollarán en los distintos tramos del tío comunidades de organismos más o menos adaptados a la contaminación de las aguas, predominando los organismos heterótrofos cerca del punto de vertido y los organismos autótrofos lejos de él.
Los lagos y embalses también se verán afectados, bien por el aporte de las aguas contaminadas de sus ríos afluentes, bien por vertidos directos en ellos. En última instancia, la contaminación llegará al mar sumándose a la propia de este medio.
Respecto a los ecosistemas marinos, cabe citar como una de las fuentes principales de contaminación la debida al petróleo procedente tanto de la limpieza de las cisternas de los barcos petroleros como de los accidentes, ya habituales, en este tipo de embarcaciones. Una de las consecuencias, a parte del impacto sobre las comunidades de la costa y fondos marinos, es que debido a la envergadura de los vertidos de este tipo, existe prácticamente en toda la superficie marina una delgada capa de petróleo que limita la entrada de energía solar, puesto que absorbe parte de la radiación, lo que produce una disminución de la productividad primaria del ecosistema marino y consecuentemente de la productividad secundaria.
Otro efecto de la acción del hombre en los ecosistemas marinos es la sobreexplotación de los bancos de pesca con peligro incluso de extinción de determinadas especies. Este es un caso típico de explotación irracional de los recursos naturales en que determinados niveles tróficos sufren una verdadera expoliación, extrayéndose de ellos una biomasa que excede con mucho su nivel de productividad
También es sumamente peligroso utilizar los fondos marinos para depositar en ellos residuos radiactivos pues las consecuencias pueden ser en un futuro totalmente imprevisibles.
Nacho Padró
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