La luz artificial suele verse como símbolo de progreso. Sin embargo, hace tiempo que los científicos advierten de que las noches excesivamente iluminadas perjudican no solo a los astrónomos, sino también a los animales e incluso a nuestra salud.
Ahora, un nuevo trabajo ha demostrado que las noches del planeta se están tornando aún más brillantes. Según un estudio publicado el pasado mes de noviembre en Science Advances, entre 2012 y 2016 la superficie de la Tierra iluminada artificialmente creció a un ritmo del 2,2 por ciento anual (mapa). Sin embargo, es probable que dicha cifra esté subestimando el problema, ya que las mediciones no incluían la mayor parte de las lámparas de ledes de bajo consumo que, en todo el mundo, están reemplazando a las de vapor de sodio, explica Christopher Kyba, investigador posdoctoral del Centro Alemán de Investigación de Geociencias de Potsdam y primer firmante del artículo.
Los nuevos datos proceden del Radiómetro para la Toma de Imágenes en el Visible y el Infrarrojo (VIIRS), un instrumento a bordo de un satélite de la NASA diseñado para detectar las longitudes de onda más largas del espectro visible, como las emitidas por las tradicionales farolas amarillas y anaranjadas de vapor de sodio. Sin embargo, el aparato no es capaz de registrar la componente azul de los ledes blancos, correspondiente a una longitud de onda menor. Se ha demostrado que esta luz altera el ciclo de sueño de las personas y el comportamiento de los animales nocturnos.
Los investigadores creen que es la actual transición a los ledes lo que ha provocado que aquellos países que ya mostraban niveles elevados de iluminación, como Italia, Países Bajos, España y EE.UU., hayan permanecido estables en los datos del VIIRS. En cambio, la mayoría de las naciones de Sudamérica, África y Asia revelaron niveles crecientes, lo que indicaría un aumento en el uso de la iluminación tradicional. Sorprendentemente, Australia parece haber perdido área iluminada, si bien los investigadores creen que ello podría deberse a una distorsión de los datos causada por los incendios forestales.
«Es muy triste que el VIIRS haya detectado un aumento [en muchos países] a pesar de no poder ver en la parte del espectro que más ha crecido», comenta Fabio Falchi, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica de Italia que no participó en el estudio. En 2016, junto con Kyba y otros miembros de su equipo, Falchi publicó un atlas global que puso de manifiesto que, hoy en día, un tercio de la población mundial vive bajo cielos demasiado brillantes para ver la Vía Láctea de noche.
Los datos también cuestionan la idea de que la revolución de los ledes traería consigo una reducción del gasto energético. Entre 2012 y 2016, el PIB de la nación mediana se incrementó en un 13 por ciento, mientras que sus emisiones en longitud de onda larga lo hicieron en 15 puntos porcentuales. Y, en general, se observó una correlación entre la producción total de luz de cada país y su PIB. En palabras de Kyba: «Compraremos tanta luz como dinero estemos dispuestos a gastar en ella».
Joshua Sokol
El Mediterráneo de noche: Según datos de satélite, la superficie del mundo iluminada artificialmente ha crecido en al menos un 2,2 por ciento al año entre 2012 y 2016. [Cortesía del Observatorio de la Tierra de la NASA; imágenes de Joshua Stevens a partir de los datos de VIIRS (instrumento a bordo del satélite Suomi NPP) recopilados por Miguel Román y el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA]
No hay comentarios:
Publicar un comentario