En Japón, la separación de residuos es diferente en cada localidad pero existen tres reglas básica: llevar la basura al depósito antes de las 8 de la mañana, obedecer los días de recolección y depositar los desechos en bolsas semitransparentes.
Kamikatsu: el pueblo de cero residuos
Un pueblo de 1300 habitantes perdido en las montañas de la isla de Shikoku se ha convertido en un referente en reciclaje a escala mundial. Kamikatsu trabaja desde 2002 en un Proyecto de Cero Residuos, un sistema difícil de practicar en localidades más grandes pero extrapolable a localidades similares de todo el mundo.
En Kamikatsu hay hasta 45 clasificaciones de tipos de basura. Separarla y deshacerse de ella no es tarea fácil, incluso se han impartido cursos para enseñar a sus ciudadanos la forma correcta de hacerlo.
Los vecinos de Kamikatsu reutilizan los desechos orgánicos como compost en sus jardines o campos de cultivo. Los envases de plástico, latas, bricks o botellas de vidrio se lavan a conciencia y los dejan secan; desmontan y pliegan el cartón, y todo esto lo llevan ellos mismos hasta el punto de reciclaje situado en el centro del pueblo. Allí los residuos se separan en 45 categorías diferentes.
Además, se ha establecido un Centro de Intercambio donde las familias del lugar pueden realizar trueques con objetos que no serán utilizados por otros y que para ellos podrían ser de gran utilidad.
Y, aunque parezca increíble, comercializar su basura. Los artesanos del pueblo la reutilizan para crear pequeñas obras de arte y venderlo.
Además, se ha establecido un Centro de Intercambio donde las familias del lugar pueden realizar trueques con objetos que no serán utilizados por otros y que para ellos podrían ser de gran utilidad.
Y, aunque parezca increíble, comercializar su basura. Los artesanos del pueblo la reutilizan para crear pequeñas obras de arte y venderlo.
Yokohama, la ciudad referente en reciclaje
El ejemplo de Kamikatsu funciona tan bien porqué se trata de una comunidad pequeña, pero en Japón también hay ejemplos gestión de residuos extraordinarios en ciudades grandes
Yokohama es la segunda ciudad más grande de Japón y aquí se realiza un tratamiento minucioso de la basura en cada hogar. Sus 3,7 millones de habitantes siguen unas estrictas reglas para separar sus desechos en 15 tipos, divididos en 10 categorías.
Seguir esta estricta separación de desechos antes del reciclaje es obligatoria y su incumplimiento puede acarrear una multa de 2.000 yenes (17 euros).
Hoy es menos (común), pero se sigue mezclando la basura incinerable con la no incinerable, o se pone en bolsas del color equivocado
Para su correcto cumplimiento existen vigilantes. Se trata de vecinos que actúan como “sheriff de la basura”.
Paulo Fujita, de 74 años, es uno de ellos y revisa las bolsas de basura de sus vecinos para corregir posibles separaciones irregulares.
”Hoy es menos (común), pero se sigue mezclando la basura incinerable con la no incinerable, o se pone en bolsas del color equivocado”, explica Fujita a BBC Mundo.
Mottainai, una palabra con historia
Podríamos pensar que Mottainai es un concepto filosófico actual debido a la creciente consciencia ecológica. Nada más lejos de la realidad. Como explican en BBC Mundo, esta palabra tuvo un lugar especial en la vida de la gente de la antigua ciudad de Tokio durante el período Edo de los samuráis (1603-1868).
”Si comprabas un kimono, lo debías usar entre 10 y 20 años, reparándolo una y otra vez. Cuando ya no podías llevarlo más, debías convertirlo en un trapo de limpieza”, explica el profesor de japonés Shigemi Matsumoto en el blog de su escuela de idiomas.
”Y cuando ya no pudieras limpiar con él, lo podías usar para encender el fuego para cocinar. Las cenizas tampoco se desperdiciaban, sino que se usaban en la limpieza de los platos. La gente del período Edo tenía sentimientos muy fuertes por las 3Rs y el respeto hacia todas las cosas”, añade.
Muchos autores japoneses subrayan que el espíritu mottainai, que ha sido parte de la cultura japonesa durante mucho tiempo, arraigo fuertemente tras la Segunda Guerra Mundial, cuando el país estaba falto de recursos. En ese periodo de depresión económica, desperdiciar un grano de arroz significaba menospreciar el trabajo de los campesinos.
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