Con las imponentes montañas Transhimalayas de fondo, Ladakh es casi un desierto a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Esta zona de Cachemira perteneciente a India, que a menudo recibe el nombre de “pequeño Tibet” por su cercanía al Himalaya y su gran población budista, es eminentemente agrícola pese a lo árido de sus tierras. Tradicionalmente, el agua del deshielo servía a la población local para regar sus cultivos, pero el cambio climático ha provocado que los glaciares más cercanos estén desapareciendo. Sin alternativas para la canalización de agua y sin ríos en las proximidades, esta escasez hace peligrar el modo de vida de sus habitantes.
Sonam Wangchuk, ingeniero nacido en esta región, quiso poner sus conocimientos al servicio de esta comunidad e idear una manera de crear depósitos de agua que permitiesen abastecer a los agricultores durante las épocas más secas. La solución la encontró mirando a su alrededor, a las aguas heladas del invierno. Si conseguía que se mantuviese en ese estado durante más tiempo, retrasando su deshielo, los campos podría contar con una fuente de irrigación más constante. Solo había que encontrar la manera de conservar el hielo.
Wangchuk se inspiró en el trabajo de su colega Chewang Norphel, quien creó unos glaciares artificiales planos para intentar solventar el mismo problema en Ladakh, pero quiso mejorar esa idea, y se dio cuenta de que, si la superficie de hielo era menor, el frío se conservaría durante más tiempo. De esta manera, ideó unos montículos cónicos muy similares a las estupas budistas que conservan el hielo durante más tiempo, llegando a generar agua de su deshielo hasta los meses de mayo y junio.
Después de crear un prototipo en 2015, gracias a una campaña de captación de fondos que le permitió la construcción de una tubería de 2,3 km para llevar agua corriente de los glaciares a la aldea, pudo comprobar cómo su creación proporcionaba 1,5 millones de litros de agua del deshielo para el cultivo. La tubería desembocaba en una estructura vertical que expulsaba el agua en forma de llovizna, y que durante el invierno se congela de manera que crea una estructura de hielo piramidal, creando una imponente estupa de hielo.
La creación de Wangchuk se convirtió en uno de los proyectos laureados con los Premios Rolex a la Iniciativa 2016, que promueve e impulsa aquellas ideas que ayudan a conservar nuestro medio ambiente y a mejorar las condiciones de vida de personas en todo el mundo. “Los fondos del Premio Rolex respaldarán el proyecto y promoverán las estupas de hielo como una técnica de adaptación al cambio climático y de reverdecimiento del desierto”, explica Wangchuk. Sus planes pasan por crear 20 estupas de hielo de unos 30 metros de altura y comenzar un programa de plantación de árboles en el desierto, una vez que el nuevo sistema de suministro de agua esté establecido, que permitirán que la zona vaya adquiriendo paulatinamente más vegetación.
De manera paralela, Wangchuk quiere concienciar y educar sobre la importancia de la conservación del medioambiente. Por eso colabora con SECMOL, el Movimiento Educativo y Cultural Estudiantil de Ladakh por sus siglas en inglés, y ha creado una escuela en la región para implicar a los jóvenes del Himalaya y sus alrededores en soluciones ecológicas para zonas montañosas como aquella.
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