Uno de los recuerdos que guardo de mi infancia, allá por los años ochenta, es entrar a la tienda de comestibles de mi abuelo y encontrar cajas repletas de botellas de vidrio vacías que los clientes retornaban cuando se llevaban una llena de agua, cerveza o refresco. Recuerdo cómo me gustaba pararme a leer las etiquetas impresas en las botellas y pasear entre las cajas llenas que esperaban a ser recogidas en el almacén. Junto a aquellas cajas, recuerdo también la presencia de sacos llenos de arroz, habichuelas, lentejas y otras legumbres que los clientes compraban a granel.
Si usted es aficionado a pasear, seguramente se habrá encontrado con numerosos envases desperdigados que afean y contaminan nuestras calles y parajes naturales. También habrá visto o leído noticias sobre la proliferación de microplásticos desde la Antártida hasta el Everest; sobre animales muertos por la ingestión de plástico; sobre toneladas de residuos almacenados sin control y que acaban contaminando suelo, agua y aire (cuando arden, lo que ocurre con bastante frecuencia); sobre contenedores con residuos plásticos devueltos por Malasia al ser importados ilegalmente; o incluso sobre la presencia en nuestra orina y sangre de ftalatos, fenoles y otros compuestos presentes en los envases plásticos de bebidas y alimentos, por citar algunos ejemplos.Cómo hemos cambiado. En un par de décadas hemos borrado casi por completo de nuestros hábitos las compras a granel y los envases reutilizables, los cuales se han visto reemplazados por envases de un solo uso. Esta cultura de usar y tirar, resultado de distintos factores que no son objeto de esta reseña —aunque sí se discuten en el libro reseñado—, ha traído consigo la proliferación desmesurada de residuos y numerosos problemas para el entorno y nuestra salud.
¿Qué respuesta nos da la administración para evitar el impacto ambiental de nuestros residuos? La principal es que los separemos en casa y los depositemos en contenedores de colores para facilitar su recogida selectiva y posterior reciclaje. Pese a que este modelo lleva más de veinte años entre nosotros, todavía nos surgen muchas dudas a la hora de separar nuestros residuos correctamente, y la mayoría desconocemos qué ocurre con ellos una vez que los depositamos en el contenedor. También nos encontramos con información contradictoria sobre el porcentaje de residuos que van al contenedor amarillo en España, el cual va desde el 25 hasta casi el 80 por ciento según la fuente que se consulte. ¿Cómo es esto posible? ¿Por qué una botella de plástico sí puede ir al contenedor amarillo, pero un juguete del mismo material no? Si las cifras de reciclaje son tan elevadas como nos dicen, ¿por qué vemos tantos envases tirados en nuestras calles y parajes naturales? ¿Quién gestiona el contenedor amarillo? ¿Qué intereses hay detrás? ¿Por qué no podemos volver a un sistema como el de antaño, basado en la reutilización de envases?
A estas y otras muchas preguntas de interés sobre el contenedor amarillo, el reciclaje, nuestro modelo de consumo y las opciones que tenemos para reducir la proliferación descontrolada de envases desechables trata de dar respuesta Alberto Vizcaíno en Contenedor Amarillo S.A. El libro nos abre la puerta a una cuestión tan importante como desconocida por el público, que, además, está de plena actualidad por encontrarse en fase de elaboración, en el momento de escribir estas líneas, una nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados.
Con un lenguaje directo, el autor nos explica qué es y cómo opera Ecoembalajes España S.A. (Ecoembes), una sociedad anónima sin ánimo de lucro que gestiona en exclusiva los residuos que depositamos en el contenedor amarillo. Su fin es lograr los objetivos marcados por la legislación ambiental vigente, la cual obliga —en teoría— a los fabricantes de envases a aceptarlos y eliminarlos con el menor impacto ambiental posible tras haber sido utilizados. Vizcaíno esclarece qué ocurre con estos residuos y por qué solo una fracción de ellos acaba convirtiéndose en nueva materia prima. Nos describe las principales deficiencias del sistema y expone los motivos por los que Ecoembes se opone a implantar otros métodos de gestión que se han demostrado más eficaces en otros países, como el de depósito, devolución y retorno (cada vez que se adquiere un envase, se paga un depósito que se recupera al devolver el envase usado).
Encuentro encomiables los esfuerzos del autor por intentar explicar y cuadrar el baile de cifras sobre cuestiones clave, como las tasas de reciclaje real (muy difíciles de conocer debido a la ausencia de información sobre el número de envases que se ponen en el mercado y a la pérdida de trazabilidad de los que se depositan en el contenedor amarillo), así como por presentar un tema muy complejo y con multitud de aristas de una forma amena y entendible por el público general. También hallo muy acertada la discusión sobre modelos alternativos al sistema de gestión integrado de Ecoembes y que permitirían afrontar sus principales deficiencias, y sobre las acciones que, como ciudadanos, podemos llevar a cabo para minimizar el impacto de nuestro consumo. El libro presenta también numerosos datos de interés (como que el contenedor amarillo solo tiene capacidad para acoger al 16 por ciento de los residuos de envases generados en Madrid) y la legislación relevante de una manera entretenida para el lector.
Contenedor Amarillo S.A. cumple con creces las expectativas. No obstante, he echado en falta tanto un índice de contenido como un índice alfabético. El primero ayudaría al lector a hacerse una idea general de lo que va a encontrarse, y el segundo resultaría muy útil para todos aquellos interesados en volver a consultar temas concretos. También sería interesante poder contar con tablas-resumen al final de cada capítulo (o del libro) que compilasen las principales cifras que aparecen a lo largo del texto, así como con un glosario de términos, algo que, seguro, agradecerían los estudiosos y profesionales del reciclaje, quienes sin duda encontrarán este ensayo de gran utilidad para su trabajo.
Nos encontramos, pues, ante un libro muy actual y recomendable para todo aquel interesado en cuestiones ambientales, la gestión de los residuos, el reciclaje y la reducción de nuestro impacto sobre el entorno. Como bien nos cuenta Vizcaíno al comienzo de la obra, «el reciclaje no va a salvar el planeta», y es imperativo un cambio de nuestro modelo de consumo, basado en usar y tirar, hacia otro centrado en la reutilización y la minimización de residuos. Por mencionar una cifra que ilustra la gravedad del problema, en España se venden anualmente más de 9000 millones de unidades de una conocida marca de refrescos: más de un millón cada hora. Si nos paramos a pensar y extrapolamos a los cientos de marcas y a todos los tipos de envases desechables que encontramos en el mercado, podemos hacernos una idea de su volumen y de lo complejo que resulta gestionarlos. No podemos solucionar los problemas que no conocemos, y este libro ayudará a los lectores a conocer en profundidad los problemas que rodean al contenedor amarillo, a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y a buscar y exigir a nuestros responsables políticos soluciones para uno de los principales retos ambientales y de salud pública a los que nos enfrentamos.
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