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Generar valor sostenible es el concepto desarrollado en este último artículo escrito por Fernando Laviña-Richi para Moneda Única, de la serie de seis publicados con anterioridad, como reflexiones compartidas para la preparación de la ya próxima Semana de la Internacionalización 2022 (Madrid, 18 al 22 de abril).
En el marco de la XX edición de la feria IMEX se abordarán estas cuestiones dentro de su programa: los distintos aspectos de la sostenibilidad y la estrategia de internacionalización empresarial, incorporando otro elemento estratégico clave, el propósito de la empresa; es decir, la razón de ser de la empresa.
En el contexto de los ODS, la empresa es el agente protagonista en la creación de valor, pero como se verá más adelante, también lo es en la gestión y distribución del valor generado.
El propósito de una empresa
El concepto del propósito de la empresa está evolucionando desde el foco o mirada (antes sólo se contemplaba la remuneración de los accionistas como medida del resultado de la empresa) a un concepto en que se mide también el efecto de la actividad empresarial en los resultados sociales y medioambientales.
Desde este punto de vista, se considera que las empresas pueden tener un mayor éxito si adoptan un enfoque más amplio, que sea beneficioso tanto para los grupos de interés como para los accionistas. Las empresas pueden conseguir gestionar estos impactos que suponen un alcance más amplio de su cuenta de resultados, si tienen claro porqué existen, su razón de ser, su propósito, y éste integra valores de sostenibilidad.
Las empresas se enfrentan hoy en día a la elección de seguir centrándose en los rendimientos a corto-medio plazo o, en cambio, diferenciarse y considerar el beneficio de la sociedad en general para enfocar su estrategia de negocio hacia objetivos, a largo plazo, que aspiren a solucionar los retos más ambiciosos y afronten el bien común como la opción primordial de desarrollar un negocio sostenible en el tiempo.
Existe un vínculo claro e interdependencia entre la internacionalización sostenible y el éxito empresarial. Este vínculo se explicita en el propósito de la empresa, que es el pegamento que aglutina los grandes retos del desarrollo sostenible con la estrategia, la cultura, los valores, la misión y la senda de internacionalización de la empresa.
Ese vínculo está explícitamente expresado en la formulación de los ODS que reconocen: “El entorno empresarial actual se caracteriza por un mix creciente y complejo de riesgos y oportunidades como nunca se ha visto. Todo tu mercado puede ser transformado radicalmente en un corto espacio de tiempo por un sinfín de factores, ya sea una nueva tecnología o una escasez repentina de recursos naturales“.
La ventaja de la formulación de los ODS de Naciones Unidas es haber logrado un consenso entre la sociedad civil y las administraciones de distintos países, lo que sirve para abordar los retos económicos, sociales y medioambientales.
El verdadero éxito empresarial
Hoy en día existe un consenso generalizado en afirmar que que el éxito empresarial está ligado a las estrategias vinculadas con la sostenibilidad. Es decir, se reconoce el éxito al reconocer una creación de valor, y ese valor para ser sostenible debe contribuir al aumento de la riqueza, no sólo económica sino también a la riqueza ecológica.
Para sacar provecho de esta vinculación las empresas deben tener un propósito entendible que guie la estrategia empresarial. Que sirva de vínculo con los ODS mientras se define y ejecuta dicha estrategia.
Generación de Valor
La generación de valor empresarial puede completarse con la generación de valor medioambiental y social. Y parece evidente que una actividad no puede ser sostenible s no tiene en cuenta los intereses de sus empleados, clientes, proveedores etc., y, sobre todo, que consuma recursos finitos.
Es bueno mantener un equilibrio entre las acciones y resultados a corto plazo y los compromisos a largo plazo, respondiendo a las expectativas de la sociedad. El propósito debe ser aplicado de forma consistente perdurando en el tiempo y trascendiendo a los cambios organizativos que se puedan producir.
El propósito es una condición necesaria pero no suficiente para la creación de valor, tanto para los grupos de interés de las empresas como para la sociedad en su conjunto. Para que se genere valor sostenible, ese propósito se tiene que desplegar, ejecutar y, en consecuencia, poder gestionarlo y medirlo (ya abordamos en otro artículo la necesidad de tener un marco aceptado para poder medir los impactos en términos medio ambientales y sociales de las actividades de la empresa).
Para responder de manera efectiva a los desafíos globales, todos, deben contribuir el sector público y sector privado. Es evidente que las empresas, ante estos desafíos, tienen un papel crítico contribuyendo al desarrollo económico proporcionando productos y servicios e influyendo en el progreso de la sociedad.
El papel de las empresas
Las pymes en España tienen todavía un camino que recorrer en su compromiso con objetivos sociales y medioambientales. La competencia internacional que hay en muchos sectores ya han incorporado estos compromisos, lo que se traduce en una mayor garantía de sostenibilidad de sus actividades y, en definitiva, de éxito a medio y largo plazo.
Los objetivos de desarrollo sostenible sólo serán alcanzables con el compromiso del sector privado, que va demostrando su capacidad de involucrar a todos los grupos de interés de su actividad: empleados, consumidores, socios, reguladores e inversores.
La generación de valor a largo plazo y en consecuencia el éxito de los modelos de negocio (medidos por su impacto en términos económicos y también en términos sociales y medioambientales) son una derivada de una formulación más clara del propósito de la empresa. Como ya se ha expresado, éste se convierte en la fuerza que integra la estrategia, la cultura y el compromiso de la empresa con sus grupos de interés.
El éxito de la internacionalización y la sostenibilidad de la actividad son cada vez más interdependientes. La empresa debe asegurarse de que el entorno en el operan es sostenible y, además, necesitan un personal con talento al que hay que procurarle un ambiente saludable.
Como hemos visto en otro artículo, las empresas que están en la fase más avanzada de su proceso de desarrollo internacional forjan solidas alianzas con sus grupos de interés (proveedores, clientes, empleados etc.) a lo largo de toda la cadena de valor. Estas alianzas les permiten en el medio plazo ofrecer productos más competitivos derivados del ahorro en costes.
Crecimiento sostenible
Para beneficiarse completamente de la interdependencia entre el desarrollo sostenible y el éxito empresarial, las empresas deben articular un propósito claro, vinculado a los grandes retos del desarrollo sostenible y utilizarlo para dar forma a los planes y la cultura de la organización.
Las actividades de las empresas en su estrategia internacional pueden tener un impacto claro ante los retos de la sostenibilidad gracias a la innovación. Las nuevas soluciones y métodos que una empresa desarrolla en un mercado son fácilmente replicable a otro mercado, contribuyendo a aumentar el impacto positivo de la solución y asegurando así la sostenibilidad a lo largo de la cadena de valor.
Se produce una evolución gradual del propósito de la empresa. A medida que el éxito a largo plazo de las empresas y la generación de mayor impacto social y medioambiental se vuelven cada vez más interdependientes, las empresas empiezan a conectar explícitamente las actividades empresariales que realizan con su contribución al resto de la cadena de valor.
Esta contribución no puede ser un subproducto del modelo de negocio, necesita ser una fuerza que ayude a impulsar la estrategia, la cultura y el compromiso de los distintos grupos de interés con la empresa; en definitiva, su propósito.
Generar valor sostenible
En este contexto aparece el análisis sobre la creación de valor, sobre la distribución del valor y, en definitiva, sobre lo que se viene a llamar nuevo capitalismo, en los que parecen otras consideraciones sobre distintos tipos de capital.
Quizá es el modelo del World Economic Forum y su propuesta de desarrollo de métricas para medir el capitalismo y la creación de valor sostenible sea el que más se ha extendido.
Esta iniciativa desarrolla los indicadores para medir desde cuatro enfoques: Planeta, Gente, Prosperidad y Gobierno. (Principales of Governance, Planet, People, Prosperity).
No es la única propuesta que avanza en este sentido. En otros artículos de esta serie ya hemos expuesto cómo la sostenibilidad vendrá determinada por el modelo de negocio en el que las actividades de la empresa acumulan recursos en vez de destruir o consumir recursos. Esto genera un flujo de acumulación de capital en cualquiera de sus vertientes: empresarial, medioambiental, (capital ecológico) y social.
En el grafico se observa cómo se interrelacionan todos los elementos y cómo las actividades exógenas y endógenas de la empresa contribuyen a generar valor; no habrá posibilidad de progreso si no hay creación de riqueza; el propósito de la empresa y los ODS.
Vemos también cómo aparecen los recursos intangibles, que tal y como hemos comentado en otros artículos, son los más complejos a la hora de gestionar. Pero indudablemente son recursos que contribuyen en algunos sectores de manera clara a la formación de las distintas formas de riqueza, (capital). Al final vemos cómo la actividad empresarial aumenta el stock de riqueza, y esta tiene una triple consideración.
Aparece de forma clara el componente de la innovación y la tecnología que forma parte del proceso de crear impacto y favorecer la creación de riqueza en cualquiera de sus tres formas. Aquellas empresas que tienen un mayor grado de internacionalización, tienen un mayor reto dado que a los tres grandes elementos de gestión: crear valor, gestionar valor y distribuir valor, tiene que añadirse el componente geográfico.
Hay mucho todavía que analizar sobre estos elementos de creación de valor desde la óptica de la internacionalización y sostenibilidad y mucho que discutir sobre la forma distribuir y compartir dicho valor, especialmente en el equilibrio necesario que hay que tener con los distintos grupos de interés: empleados, clientes, proveedores comunidad, administración etc.
Desde el punto de vista de los accionistas, que para que un negocio sea sostenible primero tiene que ser negocio, ¿o no?…, si nos fijamos en el enfoque que se adopta en Japón como una suerte de Código Ético (shuchu kiyaku) las empresas deben pensar no sólo en su beneficio sino también en el beneficio de la sociedad.
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