MADRID
ACTUALIZADO:Niños corriendo frente a tubos de escape. No es lo ideal, pero es la tónica general en los colegios de una gran ciudad como Madrid. Los entornos escolares no son tan seguros como deberían y los gases contaminantes ponen en riesgo la salud de los menores. Las madres y los padres lo saben y, desde hace algo más de un año, llevan peleando en las calles para que el Ayuntamiento de Martínez-Almeida pacifique el ecosistema que rodea a la mayoría de las escuelas públicas de la capital y libere las calles de tráfico, humos y ruido.
"Los niños salen de sus coles y salen al abismo. Es un peligro", dice la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Mar Espinar, que acaba de presentar una iniciativa que trata de recoger algunos de los reclamos de las AMPAS de la capital para que la ciudad "no sea tan agresiva con los menores" a la salida de las escuelas. "Se trata de pacificar, de que cuando salgan de clase puedan tener un espacio donde jugar, donde saltar y estar tranquilos antes de volver a sus casas", incide.
El 17% de los atropellos a menos de edad ocurren en la puerta de los colegios
Pocas aceras, calles transitadas, motores en marcha y estacionamientos en doble fila. Esta fotografía que define las horas de entrada y salida de las escuelas de Madrid –y de otras grandes ciudades de España– abre la puerta a serios problemas de salud para los menores y para su desarrollo, además de riesgos evidentes relacionados con la seguridad vial, en tanto que el 17% de los atropellos a menores de edad ocurren en la puerta de los colegios a pesar de que estos tramos solo abarcan el 1% del viario de Madrid, según los datos del Ayuntamiento.
"El tema de los atropellos es más evidente, pero luego están los efectos de la contaminación, que son gravísimos y que no se está haciendo nada para combatirlos a pesar de que hay un goteo constante de estudios que evidencian los problemas", denuncia Yetta Aguado, portavoz de Revuelta Escolar, una plataforma de padres y madres que desde hace un año se manifiestan para reclamar entornos escolares seguros. La madre y activista recuerda el caso de Ella Kissi-Debrah, una menor que murió en 2013 en Londres por problemas respiratorios derivados de la contaminación, tal y como sentenció en 2019 la Justicia británica.
"Los niños, además de tener menor peso, lo que supone que inhalan mayor cantidad de sustancias químicas por kilo, tienen el sistema inmunológico en formación, por lo que los sistemas para eliminar estas sustancias del cuerpo no están desarrollados. Esto lo que hace es que sean más vulnerables a la contaminación atmosférica", explica Julio Díaz, codirector de la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). "La altura también importa. Al ser más bajitos están más expuestos a los tubos de escape y a los metales pesados que salen de la combustión de los motores o de la abrasión de frenos y neumáticos", añade.
"Puedes elegir lo que comes y lo que bebes, pero no puedes escoger el aire que respiras"
El investigador y experto del ISCIII explica que los efectos de la mala calidad del aire afecta a los menores incluso antes de nacer. "Los datos muestran que en torno al 17% de los nacidos con bajo peso tienen que ver con la contaminación. En el caso de los partos prematuros, el porcentaje en España es del 13%", puntualiza. "Puedes elegir lo que comes y lo que bebes, pero no puedes escoger el aire que respiras. Este es uno de los grandes problemas que tenemos y que tiene la población infantil, que es una de las más vulnerables", manifiesta. La contaminación no sólo se asocia a morbilidad infantil y mortalidad infantil, también desencadena otros problemas que lastran el desarrollo cognitivo de los menores, en tanto que los que crecen en áreas cercanas a carreteras tienen mayores problemas para la concentración y el aprendizaje.
Díaz agrega otro ingrediente que pasa desapercibido y que se vincula a los automóviles: la contaminación acústica. En torno al 70% del ruido captado por las estaciones de medición de las grandes ciudades tienen que ver con el tráfico. Este problema genera estrés oxidativo e inflamación, informa el académico: "El impacto en la salud de un decibelio más o menos es similar a subir o bajar 10 µg (microgramos) de PM10 o PM 2,5. El ruido se asocia también a mortalidad por enfermedades cardiovasculares, bajo peso al nacer, ansiedad, desarrollo de Parkinson o suicidios".
Autonomía para los menores
"Nos hemos olvidado de que los niños pueden y deben ser autónomos a partir de cierta edad y de que no deben crecer con miedo", opina Aguado. La restricción de los coches de las áreas escolares no sólo tiene que ver con la prevención de enfermedades y la salud pública, sino que enlaza con una forma de entender la ciudad como un espacio público donde se priorice el caminar o el transporte público frente a la movilidad en coche. Se bebe, en buena medida, de las recetas del pensador italiano Francesco Tonucci, que desarrolló en La ciudad de los Niños la idea de planificar los espacios urbanos de acuerdo a las necesidad de los menores, dejando así espacios más seguros y comunicados de acuerdo a sus formas de moverse de manera autónoma: a pie o en bicicleta.
"Los niños pueden y deben ser autónomos a partir de cierta edad"
Espinar habla en esa línea y explica que la iniciativa presentada por su partido aboga por un modelo de "el barrio en diez minutos" en el que haya itinerarios donde se favorezca la autonomía de los menores en sus desplazamientos y se conecte "con itinerarios" los puntos clave de su vida. "Que puedan ir tranquilamente desde el colegio al polideportivo y desde el polideportivo a la biblioteca", resume la política socialista.
Aguado, por su parte, reclama medidas radicales, como el fin del distrito único –que permite que se pueda escolarizar a los niños en colegios de un distrito diferente al de la residencia– o el despliegue de una red ciclista y de transporte público que facilite dejar los coches aparcados y acompañar a los menores a la escuela en autobús o bicicleta.
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