Las murallas han sido desde siempre construcciones defensivas para proteger un enclave de los ataques enemigos. Hoy sigue teniendo sentido levantar algunas, sobre todo si tenemos en cuenta que ese enemigo del que hay que protegerse es la desertificación.
En África, en la zona del Sahel, se está llevando a cabo un proyecto gigante para construir una muralla verde a base de árboles y plantas que frene el avance del desierto. Y, de paso, que sirva para impulsar la agricultura local y unir a las distintas comunidades de su entorno.
Ese proyecto es la Gran Murallla Verde, que tendrá una extensión de 8.000 km de largo y 15 de ancho, desde Senegal a Yibuti, atravesando Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.
Su antecedente lo sembró la ecologista keniana y premio Nobel de la Paz Wangari Maathai, quien diseñó e impulsó el Movimiento Cinturón Verde. Esta iniciativa logró unir a los kenianos en torno a la creación de un anillo de 30 millones de árboles.
VENTAJAS DE LEVANTAR UNA MURALLA VERDE
A día de hoy, la Gran Muralla Verde ya cuenta con más de cuatro millones de hectáreas de suelo regenerado. Y gracias a ello, se ha conseguido revitalizar la agricultura y el pastoreo en esas zonas, además de impulsar la economía local gracias al trabajo que genera.
La mejora en las condiciones climáticas y económicas tiene otra consecuencia positiva: se reduce la migración y se está favoreciendo la inclusión de mujeres en las tareas de reforestación, lo que reduce la brecha de género laboral.
De todo ello nos habla Santiago Lozano en un interesante artículo.
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