Los sistemas de aire acondicionado en estadios al aire libre, como este del Mundial de Catar, pueden ayudar a jugadores y aficionados a sobrellevar el calor, pero tienen un elevado impacto ambiental. [Palácio do Planalto/Flickr, CC BY 2.0]
En 2009, cuando Catar presentó su candidatura para ser la sede del Mundial de fútbol masculino, muchos se preguntaron cómo un país tan cálido (donde en verano se puede pasar de 40 grados Celsius) podría celebrar esa competición. Para acallar las dudas, Catar construyó estadios descubiertos climatizados, una fórmula que podrían imitar otros recintos deportivos para proteger la salud de atletas y aficionados. Pero, según los expertos, se trata de una solución que no es sostenible en términos ambientales, a pesar de los esfuerzos por alimentar el aire acondicionado con fuentes de energía ecológicas.
La idea de usar esos sistemas de alto consumo energético en estadios al aire libre se ha sumado a la larga lista de polémicas del Mundial de Catar (que van desde presuntos sobornos hasta denuncias de violaciones de los derechos humanos). El país anfitrión promete que la climatización empleada en siete de los ocho estadios de la Copa del Mundo se ha diseñado pensando en la sostenibilidad. Según la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), el organismo que gobierna el fútbol a escala mundial, el aire acondicionado exterior obtiene su energía mediante paneles solares y solo enfría las partes del estadio que más lo necesitan, es decir, las gradas y el campo.
Sin embargo, los expertos dudan que tales sistemas puedan ser realmente ecológicos. Shelly Miller, experta en sostenibilidad de la Universidad de Míchigan con conocimientos sobre refrigeración y climatización, afirma que el aire acondicionado es una importante fuente global de emisiones de gases de efecto invernadero. Esto se debe tanto a su gran demanda de electricidad como a los escapes de compuestos refrigerantes (potentes gases de efecto invernadero) que se producen en los equipos defectuosos.
Es probable que este problema empeore, ya que el uso de climatización en espacios cubiertos se está popularizando con rapidez por todo el mundo. Y como la técnica para refrigerar recintos al aire libre ya existe, podría parecer una solución sencilla para prevenir las dolencias relacionadas con el calor en los atletas, un contratiempo habitual en los Juegos Olímpicos de Tokio del año pasado y que afectará cada vez a más eventos a medida que avanza la crisis climática. No obstante, «desde una perspectiva energética, es una idea bastante mala», explica Miller, porque gran parte del aire frío se escapa al exterior. «Cuando usamos el aire acondicionado, cerramos las ventanas por una razón.»
Una manera de refrigerar los estadios de forma más eficiente sería hacerlo solo cuando son cerrados, a diferencia de los de Catar, argumenta Jessica Murfree, experta en ecología deportiva de la Universidad A&M de Texas. Pero «resulta difícil imaginar un mundo donde todo el deporte se haga bajo techo», admite. «Me cuesta visualizar una temporada de fútbol o de béisbol sin lluvia, sin nieve, sin la luz del sol, sin un pájaro que se pose en el campo de vez en cuando.»
Miller reconoce que los ingenieros de Catar han intentado crear sistemas más eficientes recurriendo al «enfriamiento localizado», para dirigir el aire frío solo a las áreas que lo necesitan. Aun así, «mejorar la eficiencia energética de [un sistema que consume] una enorme cantidad de electricidad no quita que requiera una enorme cantidad de electricidad», lamenta.
A pesar de que Catar promete que la climatización emplea energía solar, Miller cree que no es suficiente. «Las fuentes de energía renovable no son infinitas, por lo que hay límites en nuestra capacidad de producir [ese tipo de] energía» , destaca. «Tener acceso a sistemas de energía renovable no nos da carta blanca para gastar sin medida.» Un portavoz de la FIFA fue incapaz de aclarar si el aire acondicionado de los estadios de Catar toma toda su energía del sol, o solo una parte.
De cualquier modo, este tipo de refrigeración es atractivo para un Mundial celebrado en uno de los países más calurosos del mundo. Aunque la FIFA decidió romper la tradición y retrasar la Copa del Mundo masculina desde el abrasador verano de Catar hasta el invierno, que es más suave, las temperaturas en Doha durante estas semanas están siendo bastante altas, de entre 20 y 30 grados Celsius. Estas temperaturas pueden ser suficientes para producir termopatías (afecciones causadas por el calor), advierte Stephen Lewandowski, experto en salud ambiental y evaluación de riesgos de la Universidad de Ciencias de la Salud de los Servicios Uniformados.
Lewandowski explica que estas enfermedades existen a lo largo de un espectro, donde cualquier aumento de temperatura conlleva un riesgo de dolencias más graves. En la parte baja del espectro, el ejercicio físico a temperaturas cálidas puede forzar el sistema cardiovascular y causar un sobreesfuerzo de los riñones, añade. En el extremo superior, «el cuerpo es incapaz de compensar el calor y la temperatura corporal se eleva. Entonces es cuando se llega a las situaciones más peligrosas, desde el agotamiento hasta un posible golpe de calor», declara.
Sin embargo, Lewandowski señala que los futbolistas están en buena forma física y, por lo tanto, son menos propensos a las enfermedades causadas por el calor que el ciudadano medio. Los aficionados en las gradas, en especial los niños pequeños, la gente mayor y las personas con problemas de salud preexistentes, podrían ser mucho más vulnerables a los riesgos del calor que los jugadores. «El aire acondicionado en el estadio puede bajar la temperatura y facilitar la circulación del aire en el campo para proteger a los atletas de los efectos del calor» y crear un ambiente más cómodo para los espectadores y los trabajadores del estadio, argumenta Lewandowski. «Cada grado enfriado puede reducir el riesgo de enfermedades causadas por el calor.»
Además de proteger a las personas, la climatización también podría permitir que los futbolistas jugaran mejor, explica Carl James, científico deportivo y fisiólogo del Instituto de Deportes de Hong Kong. «Hay muchas pruebas de que, en los climas más cálidos, la capacidad física [de los jugadores] se ve perjudicada», afirma. Esto puede conllevar cambios tácticos: «los deportistas hacen menos esprints y pasan la pelota más a menudo, y los pases suelen ser más cortos». El aire acondicionado debería favorecer partidos más ágiles, con atletas que confían en su estado físico para esprintar y tomar más riesgos, sugiere James. «Cuando hace demasiado calor, no te puedes permitir gastar esa energía porque te sentirás fatal el resto del partido», añade. Pero James aclara que esas conclusiones dependen de la eficiencia de los sistemas de refrigeración de los estadios de Catar. También se hace otras preguntas: «¿Es regular el flujo de aire en todo el [campo]?» y «¿Hasta qué punto se reducen las temperaturas?». Los portavoces de la FIFA no han ofrecido respuestas concretas a esas cuestiones.
Esas ventajas tienen un coste elevado, ya que usar climatización exterior en respuesta al calentamiento global resulta muy caro. Es probable que tales soluciones hagan los deportes menos accesibles, comenta Murfree. Las técnicas de control del clima, como el aire acondicionado, «requieren más recursos, dinero y tiempo de gestión y mantenimiento, por lo que menos gente podrá practicar [deportes]» si se vuelven habituales en las competiciones de alto nivel, critica.
Hay alternativas menos costosas, y más sostenibles, para proteger a los jugadores de los peligros del calor. Una opción eficaz (y sencilla) es darles tiempo para que se acostumbren a las altas temperaturas, explica James. El cuerpo humano se adapta, de modo que vivir y entrenar durante un tiempo en condiciones cálidas antes de la competición puede ser muy útil para proteger a los deportistas. Por desgracia, muchos de ellos no tuvieron tiempo para aclimatarse antes del Mundial de Catar. «Como esta Copa del Mundo se celebra justo en mitad de la temporada europea de fútbol, hay jugadores que han venido directos del frío invierno de Europa a un clima más cálido», apunta James.
Una alternativa que requiere menos tiempo sería realizar más descansos en los partidos cuando las temperaturas alcancen valores preocupantes, sugiere Lewandowski, que también enumera otras soluciones sencillas que podrían ayudar a los jugadores a sobrellevar el calor. Existen chalecos y otras prendas similares que llevan bolsas de hielo o líquidos refrigerantes para refrescar al portador, aunque Lewandowski cree que quizá sean demasiado aparatosos para un partido de fútbol. También está el «enfriamiento de las extremidades, como sumergir los brazos en agua fría antes del encuentro, a fin de mantenerse fresco y conservar las capacidades físicas», detalla. Y, por supuesto, hidratarse es esencial, y hay estudios en marcha para dilucidar qué tipo de líquidos (como granizados de hielo muy fino) podrían refrescar mejor el cuerpo.
En otras palabras, hay un amplio abanico de posibles métodos para ayudar a los jugadores a combatir el calor. Los estadios climatizados, en teoría, son uno de ellos, pero tienen un elevado coste ambiental. Miller habla de «una enorme retroalimentación», donde «el aire acondicionado provoca el cambio climático y necesitamos aire acondicionado para responder al cambio climático». Añadir a la ecuación inmensos estadios al aire libre solo va a empeorar la situación.
«Si de verdad queremos alcanzar un futuro sostenible, refrigerar estadios descubiertos no es el camino», sentencia Miller.
Daniel Leonard
Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Nature Research Group.
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