El 5 de septiembre de 2010 se publicó una primera versión de este artículo que ha sido actualizado el 11 de enero de 2023 a partir de una versión en inglés publicada en nationalgeographic.com.
La capa de ozono de la Tierra, uno de los primeros símbolos de la degradación del medio ambiente mundial, está mejorando y en vías de recuperarse a mediados del siglo XXI.
En los últimos 30 años, los seres humanos han conseguido eliminar gradualmente muchas de las sustancias químicas que dañan la capa de ozono, el escudo atmosférico situado en la estratosfera, entre 15 y 30 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra.
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El ozono atmosférico absorbe la radiación ultravioleta (UV) del sol, especialmente los dañinos rayos UVB. La exposición a la radiación UVB está relacionada con un mayor riesgo de cáncer de piel y cataratas, así como con daños en plantas y ecosistemas marinos. El ozono atmosférico se denomina a veces ozono "bueno", por su función protectora, y no debe confundirse con el ozono "malo" troposférico, o a nivel del suelo, un componente clave de la contaminación atmosférica que está relacionado con las enfermedades respiratorias.
El ozono (O3) es un gas altamente reactivo cuyas moléculas están formadas por tres átomos de oxígeno. Su concentración en la atmósfera fluctúa de forma natural en función de las estaciones y latitudes, pero en general era estable cuando comenzaron las mediciones globales en 1957. Las investigaciones pioneras de los años 70 y 80 revelaron indicios de problemas.
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