«¿Diría usted que en estos momentos el cambio climático le preocupa mucho, bastante, poco o nada?». Esta es una cuestión que en recientemente en Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha planteado a los españoles. Una preocupación más frecuente «entre las mujeres y personas que se autoubican ideológicamente en posiciones de izquierda», revelan los datos de la encuesta sociológica. ¿Tiene ideología el ecologismo y el cambio climático?
«Históricamente esa ha sido la percepción por parte de los ciudadanos», responden los fundadores de Oikos, un think tank ambiental conservador. «Este concepto lo usamos en el lenguaje común como algo negativo y con sesgo», explica Josep Espluga, doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona. «Pero también se puede ver como una forma de entender la realidad», añade.
A mediados del S.XX, surgen las primeras preocupaciones sobre cómo abordar el cuidado del medio ambiente, aunque algunos expertos buscan las raíces en el desarrollo de las ciencias naturales en el S.XIX o en la fisiocracia, que introducía nociones de sostenibilidad en el crecimiento económico, en el S.XVIII. «La izquierda se apropió del ecologismo y lo reinventó por los años 60 y 70 para promover su agenda y políticas de identidad», apunta Toni Timoner, fundador de Oikos.
En España, los partidos situados a la izquierda del espectro político adoptaron los postulados de la defensa del medioambiente. «Eso hace un flaco favor al ecologismo auténtico y sobre todo a la lucha contra el cambio climático», alerta Timoner. «Aunque España nunca ha tenido un partido verde como los hay en Europa», advierte Ernest Garcia, profesor emérito de la Universidad de Valencia, en la que ha sido catedrático de sociología, director del Departamento de Sociología y Antropología Social, decano de la Facultad de Ciencies Sociales y coordinador de ESDESOST (grupo de investigación en Estudios de Sostenibilidad).
Alemania, Austria, Luxemburgo, Finlandia, Suecia, Bélgica o Irlanda son ejemplos de países donde el ecologismo ha tomado posiciones importantes en la vida pública. Un impulso político que en España no ha logrado a pesar de que «el nivel de preocupación por el cambio climático y el reconocimiento del problema grave que representa es ideológicamente transversal entre todos los españoles», defiende Oikos en su último estudio.
«La amplia mayoría de los partidos ha adoptado parte del discurso del desarrollo sostenible, pero de una manera quizá muy limitada»
Josep Espluga
doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona
«La clave está en cómo abordar los riesgos derivados del medioambiente», responde Espluga. «Esa apropiación tensiona el debate medioambiental», añade Timoner. No obstante, «la amplia mayoría de los partidos ha adoptado parte del discurso del desarrollo sostenible, pero de una manera quizá muy limitada», apunta Espluga.
En las últimas elecciones generales, los cinco grandes partidos incorporaban la sostenibilidad y lucha por el medioambiente en sus programas electorales. El PSOE hablaba de «impulsar medidas para promover la salud de los océanos en el marco de las estrategias marinas». Por su parte, el Partido Popular de Pablo Casado apostaba por «dar prioridad a las opciones energéticas que cumplan con los objetivos de reducción de emisiones al menor coste posible, para asegurar que la energía de hogares y empresas es la más asequible en cada momento».
Ciudadanos con, por aquel entonces, Albert Rivera como cabeza de lista impulsaba la proposición de una Ley de Cambio Climático y Transición Energética que garantice la seguridad jurídica y la no dependencia de combustibles fósiles además de viajar hacia una transformación hacia un modelo energético basado en energías renovables en 2050. Unidas Podemos de Pablo Iglesias planteaba el cierre de las centrales de carbón antes del final de 2025 y las nucleares antes de 2024. Mientras que Vox proponía «desarrollar un Plan de la Energía con el objetivo de conseguir la autosuficiencia energética de España sobre las bases de una energía barata, sostenible, eficiente y limpia».
Promesas, propuestas e intenciones con un trasfondo ecológico, pero que cada una tiene un tinte ideológico. «La clave está en cómo abordar los riesgos», apostilla Espluga. «En el fondo la disputa ideológica tiene que ver con el modelo socioeconómico», comenta el doctor en Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona.
«La izquierda se apropió del ecologismo y lo reinventó por los años 60 y 70 para promover su agenda y políticas de identidad»
Toni Timoner
fundador de Oikos
La investigación de Oikos apunta a que los votantes de derechas apuestan a que esta transición sea de forma flexible, ordenada y aprovechando el dinamismo de los mercados. Mientras que la izquierda prefieren que sean más radical y restrictiva. «Ello dificulta que el debate se encauce hacia consensos amplios y compensados para políticas climáticas estables y duraderas», advierte Timoner.
Sin embargo, la incorporación de la sostenibilidad y lucha contra el cambio climático a la agenda empresarial «ha conseguido llegar a la mayoría de edad y se ha desprovisto de ese ropaje ideológico que emponzoña el debate».
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