El año 2015 fue el año de la puesta de largo de la economía circular, con el lanzamiento del paquete de medidas de la Comisión Europea, que mostraba que un nuevo modelo económico más eficiente y sostenible era posible (y completamente necesario). Desde entonces, los avances han sido notables, y el nivel de ambición sigue creciendo, tal y como se evidencia en el nuevo paquete de medidas de economía circular que la Comisión Europea lanzó en marzo del 2020 como parte del Pacto Verde Europeo.
Uno de los grandes principios del modelo circular es cambiar el significado que le otorgamos a los residuos y empezar a tratarlos desde otra mirada, desde la mirada de los recursos perdidos, tomando conciencia del verdadero valor que tienen. Para ello, la jerarquía de residuos marca una guía clara y apuesta por beneficiar la prevención, el reciclaje y la recuperación de energía de los residuos (por este orden) sobre otras maneras de gestión, como la incineración o la deposición en vertedero.
Este es precisamente el espíritu de la hoja de ruta europea, que insta a los Estados Miembros, entre otras cosas, a evitar desechar materias primas que podrían ser reaprovechadas de distintas maneras. Y es que parece ser la única opción que tenemos para crecer bajo los límites planetarios en un contexto muy complejo: por un lado, la población sigue incrementándose (en especial la clase media), demandando más y más recursos de nuestro planeta (y generando más y más residuos); y por otro lado, ya estamos lidiando con un problema de escasez de materias primas y de contaminación por la mala gestión de los residuos a nivel global.
Residuos como nuevos recursos
Aunque el mejor aliado para conseguir un crecimiento sostenible es la prevención -en cuanto a la extracción de recursos innecesarios y la generación de residuos “evitables”-, el reciclaje representa, desde luego, esa opción que nos permite mirar los residuos como nuevos recursos. Reciclar significa poder recuperar los materiales de los residuos para transformarlos de nuevo en productos, materiales o sustancias, tanto si es con la finalidad original como con cualquier otra finalidad, cerrando el círculo de los recursos.
Europa parte desde una buena posición comparada con otras regiones del mundo, aunque todavía queda un largo camino por recorrer para alinear las capacidades de reciclaje de todos los Estados Miembros. Según datos de Eurostat (2018), países como Alemania reciclaron un 67,3% de los residuos municipales que generaron, mientras que la tasa de reciclaje de Malta fue de un 6,5%. En el caso de España, los datos muestran que los españoles reciclaron un 36% de sus residuos municipales[1].
Aumentar la tasa de reciclaje
¿Cuáles son las claves para poder incrementar la tasa de reciclaje de los residuos? Aunque cada flujo de residuos municipales (residuos metálicos, papel y cartón, vidrio, plástico) tiene sus retos particulares, también hay soluciones comunes.
El ecodiseño, con una aproximación de ciclo de vida, es uno de los primeros aspectos a considerar. Según la Comisión Europea[2], más del 80% de los impactos ambientales de un producto se determinan en su fase de diseño, por tanto, representa el punto de partida para permitir un “mejor reciclaje”. Los productos mejor (eco)diseñados tendrán, sin duda, una segunda vida de mayor valor (upcycling) que, además, permitirá dinamizar el mercado de materias primas secundarias.
Recuperación de material
Por otro lado, es necesario poner foco en soluciones para incrementar la recuperación de materiales y la proliferación de sistemas de responsabilidad extendida del productor, más allá del ámbito europeo, para poder tener una foto global más sostenible. Además, es necesaria una apuesta del sector público ambiciosa, que permita contar con instrumentos económicos para potenciar la innovación y, con ella, más buenas prácticas en materia de reciclaje de residuos.
Finalmente, un elemento fundamental es la educación, concienciación y sensibilización de la sociedad para impulsar ese cambio cultural que permita a los consumidores percibir los residuos como recursos desaprovechados. Para ello, tanto el sector público como el sector privado, han de seguir poniendo foco en acciones encaminadas a contribuir con ciudadanos mejor informados para tomar decisiones de compra; para la mejor gestión de sus propios residuos –prevención, reutilización y reciclaje-; y con una mejor relación con la naturaleza para evitar comportamientos poco éticos que contribuyan con la dispersión de los residuos en la biosfera.
Economía circular vs economía lineal
Desde Forética, seguimos acompañando a nuestros socios en la transición de una economía lineal a una economía circular a través del Grupo de Acción de Economía Circular, entendiendo el contexto legislativo cambiante, visibilizando las innovadoras acciones que ya están llevando a cabo las empresas en materia de prevención, reutilización y reciclado y llamando a la acción al sector privado, que desde luego es un agente esencial para hacer real un modelo más sostenible de producción y consumo.
[1] Es necesario mencionar que, a día de hoy, no existe una metodología de cálculo de la tasa de reciclaje común para todos los Estados Miembros, aunque la Directiva 2018/851/CE sobre residuos integra un nuevo método de cálculo armonizado para la tasa de reciclaje, que es clave para asegurar la comparabilidad, aunque todavía no se ha traspuesto a todas las jurisdicciones europeas.
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