El presidente de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, Miguel Pajares, afirma en entrevista con Efe a raíz de su último libro, “Refugiados climáticos” (Rayo Verde), que “la capacidad devastadora de la covid-19 es inferior a la del cambio climático” porque “su amenaza no es existencial, pero la del cambio climático sí”.
Pajares ha vuelto al ensayo, después de un período en el que publicó cuatro novelas, para tratar el efecto que tendrá el calentamiento global en las migraciones mundiales a lo largo de este siglo.
“Para el cambio climático no hay anticuerpos que valgan; si no lo revertimos, sus efectos serán imparables”, escribe Pajares en alusión a la pandemia de la covid-19, dos fenómenos que, como él reivindica, “son muy graves y están ocurriendo ahora mismo”.
Entre 2 y 4 grados de media más a final de siglo
El calentamiento global, provocado principalmente por las emisiones de CO2, podría causar un aumento de entre 2 y 4 grados centígrados de media mundial a finales de este siglo y, en el mejor de estos casos, Pajares ya cataloga la situación de “desastrosa”.
Por este motivo ha dedicado los últimos cuatro años a informarse sobre este fenómeno y así lo certifica la bibliografía de “Refugiados Climáticos”, demasiado extensa para incluirse en el libro a petición de la editorial, aunque sí se puede consultar en Internet.
La principal cuestión del libro, como expone Pajares, es que “las consecuencias del cambio climático ocurren despacio, algo que hace que a quienes se ven forzados a emigrar por la desertificación, la subida del nivel del mar o la escasez de agua potable, no se les considere refugiados”.
Para el autor está claro, la culpa de estos procesos reside en las grandes corporaciones, que a menudo acumulan un elevado porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero debido a la falta de restricciones estatales e internacionales.
Reducir los combustibles fósiles
La acción contra el cambio climático pasa por reducir el consumo de los combustibles fósiles, incluso sin tener que llegar a agotarlos y, de hecho, Pajares alerta de que “dos terceras partes de las reservas de combustibles fósiles deberían quedarse bajo tierra para no disparar el calentamiento global”.
Si esto se cumple y se encara la cuestión climática, la escasez energética sería otro de los grandes retos de la humanidad para la mitad de este siglo, aunque Pajares ya apunta en una dirección concreta: “Va a haber una revalorización del trabajo muscular”.
Como explica el autor, la transición hacia la energía solar y la eólica, las únicas realmente viables a gran escala, va a estar limitada por una escasez de metales necesarios para su obtención.
“Vamos a tener que escoger entre las energías renovables o la robótica”, plantea Pajares, ya que si se dejan de quemar los combustibles fósiles, no cree que vaya a haber metales suficientes o energía para tomar ambos caminos.
La vuelta al campo
Como consecuencia de esta escasez, Pajares augura una reversión del éxodo rural: “Es posible que haya una vuelta al campo, un lugar donde se consume menos energía eléctrica y donde tiene más valor el trabajo humano”.
A Pajares no le tiembla el pulso a la hora de poner sobre la mesa los dilemas éticos que pueden decidir el futuro de este siglo y, entre ellos, también está lo que él llama “la otra opción”, la de matar deliberadamente a los refugiados climáticos.
“Dejar morir a las personas en el Mediterráneo forma parte de la política de los estados europeos, no es un accidente”, denuncia Pajares, algo que para él es la evidencia de una tendencia ya existente hacia aquella “otra opción” que tanto escandaliza.
“Pero la lucha contra el cambio climático es una lucha por la democracia”, advierte Pajares, quien cree que “las consecuencias desiguales del calentamiento global nos acercarán a sociedades autoritarias y militarizadas”.
La capacidad de imponer medidas para revertir el calentamiento global está en manos de los gobiernos, pero Pajares recuerda que también existe una “acción individual” y que esta debe ser “política”, ya que, en las sociedades democráticas, son los votos los que eligen a los gobiernos. EFEverde
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