Devolver el agua a la naturaleza en condiciones similares a las que nos llega es vital para impulsar su reutilización y ayudar a la creación de biodiversidad, evitando, al mismo tiempo, males como el que amenazan al Mar Menor, donde el exceso de nutrientes está llevando a la muerte de fauna y flora.
Con el objetivo de renaturalizar al máximo las aguas residuales urbanas, Life Renaturwat, proyecto cofinanciado con fondos europeos y coordinado por el Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universitat Politècnica de València, testará la aplicación de lodos procedentes de potabilizadoras en su depuración.
El objetivo, comprobar la viabilidad de este sistema para eliminar del agua contaminantes emergentes, como medicamentos o pesticidas, y nutrientes, como el nitrógeno amoniacal o el fósforo, cuyo exceso provoca la proliferación de algas, fenómeno denominado eutrofización y considerado como uno de los mayores procesos de contaminación de ríos, lagos, embalses, charcas, etc.
Estas algas y los organismos que las acompañan consumen el oxígeno disuelto en el agua, haciendo prácticamente imposible la existencia de otras formas de vida y generando así una gran pérdida de biodiversidad.
De residuo a recurso
Las pruebas se desarrollarán en la localidad valenciana de Carrícola, de menos de cien habitantes, y en la urbanización Los Monasterios (Puçol, Valencia), en la que viven unas 2.000 personas.
Ambas apostaron hace años por tratar sus aguas mediante humedales artificiales, un sistema que respeta el medioambiente e impulsa la biodiversidad, además de ahorrar dinero y energía, pues sólo usa grava para el filtrado y plantas para aportar oxígeno (en las depuradoras convencionales éste debe ser inyectado con soplantes).
El objetivo, «afinar» este sistema, aplicable en poblaciones de hasta unos 2.500 habitantes, para que además de retirar sólidos y materia orgánica para cumplir con los estándares de vertido, se eliminen nutrientes y contaminantes emergentes para poder reutilizar el agua, por ejemplo en agricultura, y también mejorar la biodiversidad de los ecosistemas acuáticos.
En las grandes depuradoras se aplican sistemas de tratamiento a los que por su elevado coste no pueden acceder las pequeñas poblaciones, que son siempre «las grandes olvidadas», según el coordinador del proyecto, Miguel Martín, del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Politécnica de Valencia.
Para darles un «extra de calidad» a sus aguas usarán los fangos producidos en potabilizadoras, un material muy absorbente e inerte que ahora es tratado como un residuo y que, mediante esta aplicación, pasaría a tener valor y, por tanto, a generar beneficio, ha subrayado.
Tratar fangos como residuos conlleva costes y usarlos como sustrato en humedales artificiales permitiría un ahorro importante, alargaría la vida del producto y ayudaría a la sostenibilidad ambiental del ciclo integral del agua, según Miguel Añó, técnico de tratamiento de agua potable de la Empresa Mixta Valenciana de Aguas (EMIVASA), que será la que aporte los lodos.
Soluciones locales para evitar grandes problemas
En Carrícola, optaron por una depuradora de humedal artificial porque no tiene coste medioambiental y su coste económico es muy bajo y asumible por los vecinos y vecinas: 25 euros al año por vivienda, ha dicho la ex alcaldesa de la localidad, Susana Cháfer.
El coste de construcción de una depuradora convencional habría sido de más de 300.000 euros, un despilfarro, según Cháfer, que ha apuntado que colaboran con Renaturwat para ayudar a demostrar que estos sistemas naturales son viables y servir de ejemplo para otras poblaciones.
En los Monasterios, decidieron «naturalizar» su potabilizadora, inicialmente de oxidación total, cuando vieron que el agua de sus pozos era insuficiente para atender una demanda creciente, ha explicado José Pablo Gadea, presidente de Fundació Mediambiental y vocal de la junta de gobierno de la urbanización.
Para ello, a la depuradora original le sumaron humedales artificiales, lo que les ha permitido reducir a la mitad la factura energética (de 14.000 a 7.000 euros anuales) y reutilizar diariamente 100.000 litros de agua para riego de zonas comunes (ahorrando unos 50.000 euros al año).
«Renaturwat viene a ser el complemento ideal a lo que estamos haciendo. Poder eliminar los excesos de nutrientes cuando las aguas van destinadas a un cauce público y a sitios donde puede infiltrarse y contribuir a la contaminación (…), como pasa en el Mar Menor, para nosotros es la guinda del pastel», ha añadido.
En su opinión, todas las urbanizaciones y pequeñas poblaciones deberían optar por soluciones «verdes». Las soluciones locales evitan que se amontonen los problemas y que sea necesario tomar grandes y costosas medidas para su solución. EFEverde
No hay comentarios:
Publicar un comentario