El sector siderúrgico nacional aprovecha el 80% de la
chatarra férrica que se pone en el mercado para darle un nuevo uso. Europa, en cambio, un
50% y a nivel internacional esta cifra baja a un 40% .
El acero es el material que más se recicla en España. Tal es
así que la industria siderúrgica nacional es líder en Europa en su reciclaje,
según los datos facilitados por la
Unión de Empresas Siderúrgicas (Unesid). En concreto, «el 80,6 por
ciento del acero fabricado en nuestro país es material reciclado, le siguen
Italia con un 77 por ciento y Alemania con un 44,7», explicó a este
suplemento Santiago Oliver, director de Medio Ambiente, Energía e I+D+i de Unesid.
En Europa, la media, es el 50 por ciento y un 40 por ciento a nivel mundial.
El reciclaje del acero resulta clave porque «es el segundo material de interés comercial en cifras, tras el petróleo y sus derivados. De hecho, en 2011 supuso el 4,6 por ciento del PIB industrial y es una actividad que genera 60.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos», afirmó Andrés Barceló, director general de Unesid, durante la visita a la acería eléctrica ArcelorMittal.
Además, dar una nueva vida a los 12,5 millones de toneladas de chatarra que se reciclaron en 2011 resulta esencial para la sostenibilidad. Así, por cada tonelada de acero que se recicla, la industria siderúrgica del país «ahorra una tonelada y media de hierro, un 40 por ciento de agua y un 80 por ciento de energía», dijo Oliver. El experto recordó que esta planta de Zaragoza es la más nueva del país, «aunque hay una más pequeña que arrancará en breve».
Además, esta aleación de hierro y carbono tiene una ventaja clave frente a otros materiales –como el papel–, y es que se puede reciclar eternamente, en un ciclo sin fin. De hecho, en la actualidad se recicla acero fabricado hace 150 años, sin que por ello se merme la calidad del producto final que una vida será la viga de un edificio, en otra una bicicleta y en otra una lata. Está, como dijo Oliver, en un «eterno renacer».
La recogida de este material presente en electrodomésticos, renovables y barcos se hace a través de puntos limpios, contenedores amarillos y vertederos. La selección del acero cuando está mezclado con otros materiales es sencilla. Basta con tener un electroimán para separarlo de otros residuos. De ahí que Oliver recordase que no se les escapa «ni un kilo, y que en realidad no sería necesario depositar el acero en el contenedor amarillo». Aunque en la práctica, por ley, hay que hacerlo.
El reciclaje del acero resulta clave porque «es el segundo material de interés comercial en cifras, tras el petróleo y sus derivados. De hecho, en 2011 supuso el 4,6 por ciento del PIB industrial y es una actividad que genera 60.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos», afirmó Andrés Barceló, director general de Unesid, durante la visita a la acería eléctrica ArcelorMittal.
Además, dar una nueva vida a los 12,5 millones de toneladas de chatarra que se reciclaron en 2011 resulta esencial para la sostenibilidad. Así, por cada tonelada de acero que se recicla, la industria siderúrgica del país «ahorra una tonelada y media de hierro, un 40 por ciento de agua y un 80 por ciento de energía», dijo Oliver. El experto recordó que esta planta de Zaragoza es la más nueva del país, «aunque hay una más pequeña que arrancará en breve».
Además, esta aleación de hierro y carbono tiene una ventaja clave frente a otros materiales –como el papel–, y es que se puede reciclar eternamente, en un ciclo sin fin. De hecho, en la actualidad se recicla acero fabricado hace 150 años, sin que por ello se merme la calidad del producto final que una vida será la viga de un edificio, en otra una bicicleta y en otra una lata. Está, como dijo Oliver, en un «eterno renacer».
La recogida de este material presente en electrodomésticos, renovables y barcos se hace a través de puntos limpios, contenedores amarillos y vertederos. La selección del acero cuando está mezclado con otros materiales es sencilla. Basta con tener un electroimán para separarlo de otros residuos. De ahí que Oliver recordase que no se les escapa «ni un kilo, y que en realidad no sería necesario depositar el acero en el contenedor amarillo». Aunque en la práctica, por ley, hay que hacerlo.
Judith Tobeñas
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