Hacia
finales de los años 60, en los países más desarrollados de Occidente, surgieron
las primeras voces de aviso acerca de los efectos negativos sobre la vida en el
planeta que podría tener la degradación del medio ambiente. La respuesta de las
Naciones Unidas fue crear en 1972 un programa sobre medio ambiente (PNUMA) con
base en Nairobi (Kenia). El objetivo original del PNUMA fue coordinar los
esfuerzos y catalizar actividades que desarrollaran la conciencia
medioambiental de ciudadanos, industrias y gobiernos de todo el mundo. Los
principios de los años 70 fueron tiempos más conflictivos y luego vino la
crisis. Además no se sabía con certeza la relación directa, actualmente clarísima,
entre nuestro modelo de desarrollo y la destrucción de las reservas biológicas
del planeta. Pero desde los 80, el gran reto que tiene planteado el PNUMA es
integrar el respeto al medio ambiente en las políticas de desarrollo.
Hoy
todo ciudadano tiene certezas que puede observar cada día: el aire que respira,
la escasez de peces en las aguas de los ríos, la constante desaparición de
especies. No se trata de especulaciones, son certidumbres.
Desde
hace poco tiempo, los problemas globales han sido definitivamente identificados
por los científicos y ahora son los políticos quienes deben impulsar las
soluciones. Pero para que se puedan tomar las decisiones adecuadas, la prueba
científica debe sustentar las decisiones políticas, pues los gobernantes viven
al día y necesitan un cierto tiempo para forjarse una opinión y tomar las
medidas que los expertos reclaman.
Por
ello, la ciencia juega un papel esencial en el camino hacia posiciones comunes
y que fomenten la cooperación. De ahí se explica la participación tan
importante de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO) en mediaciones medioambientales. La
responsabilidad sobre el futuro de los bosques, de las zonas tropicales, de los
mares, de las zonas costeras, de todas las especies vivas, es una
responsabilidad común, de todos los países y de cada uno de sus ciudadanos.
Nacho
Padró
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