Los arrecifes de coral son un ecosistema marino habitualmente frágil, que necesita de aguas limpias y cristalinas, bajas en nutrientes y sedimentos, una temperatura estable y un entorno rico en oxígeno para prosperar. El cambio climático es para ellos una amenaza mortal, tanto que miembros de la comunidad científica han alertado sobre su posible desaparición en el año 2030 si no se revierte la crisis climática.
Sin embargo, la bióloga marina Emma Camp ha realizado unos descubrimientos alentadores, unas zonas a las que ha denominado “focos de adaptación de los corales” en las que, pese a unas condiciones en principio adversas, estos ecosistemas han conseguido desarrollarse plenamente. Sus investigaciones, que le han valido ser una de las laureadas de los Premios Rolex a la Iniciativa 2019, le llevan ahora a analizar estas zonas para determinar las condiciones que podrían hacer que otros arrecifes del mundo sobrevivan a la acción de la raza humana.
Pese a crecer en una zona urbana de Gran Bretaña, Camp descubrió los arrecifes de coral a los seis años, cuando su padre la llevó a bucear en los trópicos. “Había un mundo completamente nuevo allá abajo”, recuerda. “Me quedé muy sorprendida. En ese momento empezó realmente mi pasión por los arrecifes. Me fascinaron”. Desde entonces, sus estudios de biología marina se centraron en estos frágiles ecosistemas. “No quiero formar parte de la generación que diga: ‘Hemos perdido los arrecifes corales”, asegura. “No solo son raros y hermosos, sino que también apoyan cientos de miles de vidas humanas”.
En 2016, una expedición de buceo en Nueva Caledonia fue el origen de un gran hallazgo. Ella y su equipo registraron por primera vez 20 especies de corales que se desarrollan en condiciones que la ciencia considera demasiado calientes y tóxicas para su supervivencia. Unos años más tarde, en 2019, Camp publicó un primer estudio científico que identificaba dos hábitats coralinos similares, en condiciones habitualmente extremas para ellos, en la Gran Barrera de Coral de Australia. “Es ahora cuando estamos descubriendo dónde están sobreviviendo”, explica Camp. “Necesitamos entender cómo están ahí y por qué, y cómo podemos usar nuestras capacidades para ayudar a salvar arrecifes corales a nivel internacional”.
Mediante el estudio de las condiciones en estos “focos de adaptación”, así como el comportamiento y la genética de estos corales ultrarresistentes, Camp está desentrañando nuevos conocimientos sobre los mecanismos que respaldan su adaptación. Conocer por qué son capaces de resistir a condiciones tan adversas es para ella la clave que puede permitir la repoblación de otros arrecifes amenazados con la extinción.
“Creo que tenemos que ser creativos. Necesitamos volver a la naturaleza, ver cómo ha sobrevivido durante tanto tiempo y usar ese conocimiento junto con la innovación y la tecnología, para intentar conservar lo que tenemos”, explica Camp. En la actualidad, se encuentra explorando dos nuevos focos de adaptación en el norte de la Gran Barrera de Coral (Low Isles y Howick Island) con el objetivo de identificar las principales características que permiten su adaptación y, por primera vez, tratar de trasplantarlos a las áreas que han sufrido una muerte masiva de corales.
Este posible descubrimiento podría cambiar el destino de uno de los ecosistemas marinos más preciados y singulares, ofreciendo una alternativa para su supervivencia. “A nivel mundial, los corales están muriendo a causa del cambio climático, debido a los océanos más ácidos y a las aguas bajas en oxígeno”, explica Camp. “Sin embargo, aunque intentamos desesperadamente reducir las emisiones de carbono de la humanidad, hay muy pocas opciones aparte de esa para intentar ayudar a los arrecifes a subsistir”. Descubrir su manera de adaptarse puede convertirse en una vía para su repoblación en todos los océanos.
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